Vivimos en un mundo donde todos quieren estar en el spotlight, ser líder, reconocido, famoso, poderoso.
Pero son los invisibles los que realmente cuentan. Esos que esfuerzan en hacer y no parecer, los que crean las bases y fortalecen los cimientos en los que se basa la vida que sigue su curso.
Los ávidos de escenario se concentran en ser fantoches al servicio de lo que entienden es conveniente a su vacía pretensión de ser relevantes.
En este momento histórico la verdad es que ser invisiblemente importante es un privilegio, por aquello de que el verdadero poder detrás del trono, es el que permanece aún cambie el rey.