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19 de abril 2024
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OpiniónJimmy Rosario BernardJimmy Rosario Bernard

Inteligencia vs genialidad

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En mi última conferencia del recién concluido 2019, hablando sobre uno de los temas que más me apasiona, la ciberseguridad, en congreso auspiciado por la Embajada de los Estados Unidos, en nuestro país, me abordo precisamente, otro ponente de origen estadounidense, con un español poco entendible, pero una inquietud interesante. ¿Cuál es la diferencia entre una persona altamente inteligente y un genio?  ¡rayos pensé y esta pregunta!, pero recordé, que iba enmarcada a propósito de la referencia de unos de los puntos que presenté, sobre la inteligencia de la mayoría de Hackers y Crackers y los genios que suelen ser, en muchos de los casos. Realmente la interrogante fue sorpresiva, interesante y según recuerdo, le conteste lo siguiente:

“Es simple, una persona altamente inteligente no puede torcer una situación cuando se torna difícil por más inteligente que sea, el genio se le atribuye a tener ingenio, cambiar completamente las cosas, ser visionario, digamos, trasponer cosas de forma espontánea, que para franquearla se necesita no solo inteligencia también astucia, y quebrantando cosas”.

Albert Einstein decía: “que todos somos unos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es estúpido”.

Y es que la inteligencia tiene que ver con la creatividad y el ingenio, no con un buen puntaje en las pruebas, como muestra Einstein, un estudiante pobre pero un pensador brillante. Es una presunción común que, si las personas saben mucho, deben ser inteligentes. Cualquiera que pueda contar la capacidad de hablar 5 o 6 idiomas, o como el caso del niño que vimos recientemente en los medios, que no fue aceptado en la universidad, porque solo tenía 9 años, se le considera una chispa brillante. Y a menudo la inteligencia suficiente, una buena memoria y una mente bien informada van juntas porque la inteligencia provoca curiosidad, la curiosidad genera conocimiento y la memoria mantiene el conocimiento disponible.

Pero no hay una conexión automática entre conocimiento e inteligencia. Hay muchas personas muy brillantes que no conocen las capitales del mundo y no pueden contar en otros idiomas, porque nunca han tenido la oportunidad de aprenderlas. En muchos países, sobre todo Latinoamérica y porque no, África rural debe haber millones de niños inteligentes que no saben más que la tradición local; son el «pueblo Hampdens» de Thomas Grey y los «Miltons sin gloria mudos».

Del mismo modo, muchas personas conocen diversos hechos sin ser creativos, reflexivos, ingeniosos, humorísticos y perceptivos: las marcas de la verdadera inteligencia. A veces, una sobrecarga de hechos es el sello de una mente aburrida y peatonal, la antítesis de la inteligencia.

Además, hay diferentes tipos de inteligencia, mejor descritos como diferentes dones de la mente, de modo que una persona puede ser maravillosamente talentosa en un aspecto y desesperada en otro. Es engañoso describir a alguien como inteligente sin especificar qué forma toma la inteligencia. Algunas aptitudes mentales están conectadas: los regalos para las matemáticas y la música (que a menudo van juntas) no requieren conocimiento y se manifiestan temprano en la vida. También lo hace la habilidad artística. Muchos autistas tienen talentos de alto nivel en estos aspectos sin adquirir ningún conocimiento o incluso interactuar mucho con otras personas.

Las «pruebas de inteligencia» siempre han sido motivo de controversia. La práctica mejora los puntajes, lo que genera un signo de interrogación sobre si capturan algo objetivo. Si alguien obtiene un puntaje alto en las pruebas verbales y bajo en las pruebas espaciales, ¿qué nos dice ese puntaje general sobre el individuo en cuestión? Nada muy informativo.

Hay muchas sociedades de «alto coeficiente intelectual», la más conocida es Mensa, que admite solamente a personas con coeficientes intelectuales en el 2% superior de la población. En el 50 aniversario de Mensa en 1996, uno de los fundadores, Lancelot Ware, dijo que lamentaba que los miembros dedicaran mucho más tiempo a los acertijos que a mejorar el mundo.

Eso genera un pensamiento: la inteligencia es una cuestión de salida, no de puntajes en una prueba. Einstein no tuvo éxito en la escuela y no tuvo grandes sacudidas como matemático, pero fue creativo y perspicaz, y vio una forma completamente nueva de pensar sobre la gravedad y la estructura del espacio-tiempo. Un interés vivo en las cosas y un deseo activo de comprender más sobre ellas son una característica importante de la inteligencia. Cuando esto conduce a una gran creatividad e importantes descubrimientos, lo llamamos genio.

Las pruebas de coeficiente intelectual rara vez predicen logros o se correlacionan con el conocimiento, y son un instrumento demasiado contundente para capturar la variedad de dones humanos. Lo último es lo que importa. Como con todo lo demás, conocemos estos regalos por sus frutos, y es que, al concluir este artículo, debo de volver a citar al Dr. Einstein, cuando se refirió a “que los intelectuales e inteligentes resuelven problemas, los genios los previenen”.

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