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19 de abril 2024
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OpiniónLuis Columna SolanoLuis Columna Solano

Importancia del dinero en la política dominicana

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En el marco de una conversación rutinaria con mi hermana Vidalina, saltó la pregunta ¿explícame porque una persona con buenas ideas, pero sin dinero, no tiene éxito en la actividad política? Ante tan importante interrogante, le contesté qué hubo un tiempo donde el dinero per se,  no era necesario para triunfar en la actividad política.

No obstante, es entendible que una parte importante de la población piense que el dinero, es y siempre ha sido necesario para lograr un cargo público de alto nivel, o de elección popular, si no tiene una cuenta bancaria con millones de pesos para hacer campaña electoral. Sin embargo se puede afirmar, que no siempre fue así.   De hecho, el dinero empezó a ser fundamental en el escenario político dominicano, tras las desapariciones físicas de los ex presidentes Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Jacobo Majluta, así como del líder de masas José Francisco Peña Gómez.

Esto ocurrió durante la década de los 90. Anterior a esa década, el liderazgo y el debate político eran de calidad. Se debatían las ideas y los partidos políticos tenían y creían en ideologías. De modo que unos eran de centro, otros de izquierdas  o derecha y así cada una de ella se subdividía; por ejemplo: centro-derecha, centro izquierda o izquierda radical (comunistas). De igual modo: de centro-derecha, centro-izquierda y derecha radical (nazismo, fascismo neonazi)

Existían también corrientes internacionales como  la Internacional Socialista,  la Socialdemócrata,  el Conservadurismo y el  Liberalismo.

Si vemos la situación socioeconómica de los principales actores políticos dominicanos desde la caída de Rafael Leónidas Trujillo, ajusticiado el 30 de mayo de 1961 al 1999, nos daremos cuenta que ninguno ostentaba grandes riquezas y no la necesitaron para alcanzar hasta la presidencia de la República. El poder del dinero no fue un elemento determinante para ellos y dominaron el escenario político durante casi 40 años.

En aquel periodo los partidos políticos debatían entre sus miembros, soluciones a los problemas nacionales. Existía la formación política y la calidad del miembro militante, era sólida y su autoridad, incuestionable. Bajo aquel esquema, los partidos eran verdaderos hacedores de líderes y dirigentes comunitarios, sindicales, académicos y hasta industriales. Su incidencia en la sociedad, llegaban hasta las juntas de vecinos, clubes sociales y cooperativas. Simplemente eran otros tiempos para los cuales hubieron hasta quienes dieron sus vidas por la defensa de sus ideas.

Pero la llegada al poder de una nueva generación de políticos con otras perspectivas, el auge de la corrupción administrativa, el nepotismo en las instituciones del Estado y la falta ideas y principios, degradaron aquella forma de hacer política, permitiendo que sectores que ante observaban ocultos, salieran a la luz, participaran en los procesos electorales y por vía de consecuencia, filtraron las instituciones oficiales.  Fue así como los partidos políticos empezaron a degradarse y sus principales dirigentes, adoctrinaron la teoría de la acumulación originaria de capital.

Todo eso fue ganando espacio en el quehacer político y social y gracias a una justicia frágil que permeada por los partidos políticos, miraba y aún mira hacia otro lado, mientras la sociedad  continúa experimentando un cambio radical en su conducta.

En la actualidad se han creado leyes que buscan rescatar en parte esos valores perdidos, pero a la vez, haciendo al Estado cómplice de las actividades  y vida financiera de los partidos mediante la entrega de subvenciones concernientes a grandes sumas de dinero público, bajo el argumento de fortalecer el sistema de partido y la democracia. En nuestra opinión, los artículos de la Ley 33/18 sobre Partidos, Movimientos y Agrupaciones políticas que tiene que ver con la financiación de los mismos, debe ser modificada por ineficaz.

Solo la vuelta a la sociedad haría que un partido político busque sus orígenes y que el miembro militante y simpatizantes vuelvan a creer en el debate de las ideas y pensemos en una sociedad  dotada de un régimen de consecuencia y un estado de derecho fuerte. Solo así el dinero dejará de ser determinante en la política dominicana.

Autor: Lic. Luis Columna Solano

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