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19 de abril 2024
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OpiniónElvis ValoyElvis Valoy

El Ser humano sin alternativas

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Me encantan las películas de ciencia ficción, pues en ella se describe el pensamiento del realizador sobre el devenir. Sin embargo, dentro de toda esa filmografía existente no hay la que vea con optimismo el porvenir. El mundo cinematográfico futurista nos muestra una humanidad en decadencia. El cine intuye que antes que ir hacia lo mejor, la civilización acude a su ocaso y su destrucción. Los ejemplos sobran:  Blade Runner, Los Juegos del hambre, Avatar, Guerra de las Galaxias, Mad Max, Naranja Mecánica, etc., nos muestran que la posteridad quizás reproduzca lo que les queda a las personas en su interior de su tránsito de bestia a gente. El orbe no va hacia lo mejor. Guerras, hambrunas, exterminios, exclusión, etc., así lo comprueban.

 La descomunal crisis por la que atravesó la humanidad durante el año 2008 generó grandes interrogantes sobre este estadio de desarrollo en que vivimos, en donde el individualismo y el sálvese quien pueda son las tónicas cotidianas. Mientras los grupos alternativos que persiguen afanosamente cambiar el mundo, expresaron grandes críticas a este estado de cosas que casi toca fondo durante ese año.  Sectores cuestionadores del actual estado de cosas reprocharon el rumbo que había tomado el capitalismo en su versión neoliberal, que prácticamente generó dos polos: uno, con las grandes mayorías sumidas en la miseria y sin posibilidades de ascenso social, y el otro, una minoría boyante en riquezas.

 Pero las disyuntivas no existen pues si bien la crisis sistémica aparece por momentos, las utopías que se venden como soluciones también están en crisis, pues más que una dificultad del sistema, parecería un mal del ser humano, que no encuentra el camino a seguir y en donde no se ve luz al final del túnel.

 Los discursos no concitan entusiasmo, la gente se ha hecho hierática, y las ideologías adolecen de credibilidad que permitan su adhesión. Las personas parecen navegar por el océano de la orfandad de pensamiento. Y aun enmarcado en ese cuadro patético, aparecen farsantes que sin base científica, intentan imponer sus disparatadas tesis sin basamento objetivo, envolviéndolas en innumerables datos estadísticos  sin pie ni cabeza, y que la realidad se ha encargado de  invalidar.

 Tal es el caso de uno de esos embaucadores, como lo es Francis Fukuyama,  que aprovechándose del desplome de la Unión Soviética en la década de los noventas, se inventó el adefesio en su panfleto El Fin de la Historia y el Ultimo Hombre, folleto que trata sobre la alocada idea de que la humanidad llegó a un estadio de desarrollo tal, que las ideologías habían finalizado. El pobrecito de Fukuyama tuvo tan mala suerte que en Inglaterra, país que él ponía de ejemplo,  el Brexit se encargó de tumbarle sus anticientíficos planteamientos de su libraco.   

 Pero como me referí más arriba de este artículo, no es solo el capitalismo salvaje y sus apologistas lo que están en crisis, también los críticos de este sistema están en la más absoluta banca rota ideológica. Miremos por un instante la barahúnda que está ocurriendo en el partido Podemos, el cual se vendió como la panacea a los males de España. Pablo Iglesias apareció con su  colita en el pelo, lo que representaba una especie de símbolo de rebeldía y de esperanza. Su aversión al uso de la chaqueta lo retrataba como el profeta del futuro promisorio. ¡Ah Fiasco! Desde que se presentó la primera oportunidad el señor Iglesias mostró su franquismo-leninismo, y  está aplicando unas purgas más extremas que las aplicadas por Stalin en la Rusia post romanov.

 Pablo Iglesias defenestró al dirigente de Podemos en Cataluña Albano Dante Fachin, el cual solo mostró no estar de acuerdo con las posiciones de esa agrupación política para recibir todo el peso del poder que detenta el político con barniz de redentor. Ante la primera disensión y sin ruborizarse los Podemos golpean con puño de hierro al disidente. ¿Y son esos los que cambiarán el mundo? Prefiero ser reformador social antes que propugnar proyectos de fuerzas que liquiden la libertad de pensamiento y nos retrotraigan al oscurantismo.

 ¡No hay alternativas!    

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