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20 de abril 2024
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OpiniónRafael PinedaRafael Pineda

Historiador Aldo Solé da a conocer una nueva obra

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MONTEVIDEO, Uruguay – “Emeterio Regunagua, el marido olvidado de Carlota” (Editorial Limardi y Riso, 2016), es el título de la reciente obra del historiador Aldo Solé donde se dibujan episodios de la historia del Uruguay tomando como ejes referenciales la trayectoria las vidas, amores, odios y desamores del senador Emeterio Celedonio Regunaga Castañeda y su mujer, Carlota Ferreira. Ambos influyentes en el proceso de confirmación de la identidad nacional y dueños de historias complejas.

Este libro será presentado en la República Dominica; el autor ha sido invitado a participar en el primer “Festival de las letras y las Artes de San Juan de la Maguana” el 18 de mayo; un evento internacional que acogerá delegaciones de Uruguay, México y Puerto Rico.

Este relato histórico se sostiene sobre una enjundiosa investigación que desentraña episodios polémicos del siglo XlX y de las primeras décadas del siglo XX y profundiza en el papel jugado por el primer senador de Florida y además uno de los primeros en ostentar esa representación en la historia del naciente Estado rioplatense: Emeterio Regunagua.

Con envidiable capacidad para resguardar y transmitir información sobre episodios históricos, Aldo Solé nos regala una nueva obra de la historia uruguaya, enmarcada en esta investigación, merecedora del mayor respeto. Independientemente de que, quienes al igual que él han desarrollado el tema, guarden alguna discrepancia. Que si dudas las habrá.

Adentrándonos en las páginas de este libro nos vamos dando cuenta de que estamos ante el resultado de una prolongada labor de recopilación de datos, años de trabajo y de consulta que han concluido en las opiniones que aquí se vierten sobre un pasado histórico que gravita en la memoria no solo de Uruguay, también de la República Argentina.

Se asume la investigación con el debido rigor. Estamos ante algo tan serio como el pasado de una nación que supo erigirse sobre sus propias tragedias, caudillismos, familias de vidas azarosas, y más aún, sobre las tragedias que de alguna o de muchas maneras impresionaron el desarrollo político-económico; y que hasta les dieron base al carácter nacional.

La cronología del libro explica el tránsito de una villa hasta convertirse en lo que es hoy: el Departamento de Florida, declarado a los 26 años del nacimiento de la República del Uruguay y a cuatro años del final de la fratricida Guerra Grande, evento que retrasó, como el autor lo señala, trece años el desarrollo del país.

Florida, según lo dispuesto en 1816 por el general José Gervasio Artigas, formaba parte del Departamento de San José, y no es solo la formación de este departamento de lo que se trata en este libro, es de todo un proceso constitutivo de la identidad uruguaya a través de la accidentada historia, encendido de luces de conocimiento sobre los conflictos generados por las posiciones irreconciliables de los caudillos Oribe y Rivera

Las disputas de los caudillos les abrieron las puertas a la intromisión extranjera, las potencias Francia e Inglaterra y un emergente Brasil que, conforme al enunciado de su nombre (Imperio Do Brasil), era ya una potencia en la región. Solé dice textualmente: … “Con la intervención decisiva del Imperio de Brasil”.

En este libro se muestra, paso a paso, la partición (no “repartición”) del país uruguayo en dos bandos con sus respectivos dominios territoriales; la implementación de nuevas políticas para procurar la paz, el ascenso, caída y asilo político del presidente Francisco Giró, la gobernación provisoria de Venancio Flores hasta su huida de la capital y refugio en la Villa de la Unión, la inauguración de la política de pactos de caudillos con el denominado Pacto de la Unión de noviembre del 1857, y un serial de episodios que van siguiendo sin perder detalles, la vida exitosa y amarga de un héroe de guerra, político de encumbradas posiciones: Emeterio Regunagua, senador fracasado.

Y de una mujer, Carlota Ferreira, quien ha está inmortalizada en dos importantes obras del pintor de la patria Juan Manuel Blanes. Mujer que alcanzó la gloria y terminó sus días de la manera más triste y trágica imaginable, posando y cantando operas italianas, desnuda en los altos árboles de un pueblo chico en el Norte argentino.

Si la historia es la ciencia que estudia el pasado del hombre, Aldo Solé ha cumplido su rol de historiador recuperando y registrando en este libro datos que son imprescindibles para la construcción de la memoria colectiva. Por eso digo que el “Emeterio Regunagua, el marido olvidado de Carlota” es una obra importante para quienes se interesan por conocer los sucesos que marcaron el curso de lo que es hoy Uruguay en lo cultural, histórico, político y social.

El autor sitúa el relato en el momento de finalización de La Guerra Grande, conflagración bélica causada por el enfrentamiento personal entre Manuel Oribe, representante del partido blanco, y Fructuoso Rivera, líder del partido colorado; dos caudillos de la primera mitad del siglo XlX.

Aldo Solé nos ofrece una semblanza, final y casi perfecta, de la evolución de esos acontecimientos y su incidencia. También habla del surgimiento de liderazgos menores, como los del general Venancio Flores, Ignacio Oribe, Manuel Basilio Bustamante y Gabriel Pereira. Retrata el nacimiento del Partido Conservador y puntualiza la consolidación del denominado Pacto de La Unión.

Una parte importante del libro analiza la creación del departamento de Florida (fundado como villa por un presbítero en 1809) mediante Ley del 10 de julio del 1856. Aquí el historiador aporta datos valiosos citando por sus nombres y apellidos a quienes conformaron el primer gobierno del departamento: Junta económico administrativa, Jefatura de policía, Alcalde ordinario, diputados y senadores. Y es precisamente en este lugar donde entra nuestro hombre, Doctor Emeterio Caledonio Regunaga Castañeda, a ocupar lugares prominentes en la historia de Uruguay; en 1856 es electo senador de manera irregular, impuesto por el presidente de turno, dando origen a una escandalosa situación política debido a que había sido legítimamente electo su antagonista del partido blanco don Pedro Varela, posteriormente presidencia interino de la nación.

Regunaga inició su accionar público como combatiente en la Guerra Grande, en 1843 fue herido en combate, perdió una pierna, y fue elevado a héroe de la patria. Posteriormente desempeñó funciones públicas: Director de Bibliotecas y Museos, Fiscal General interino, Juez Letrado, y al regreso de un exilio de diez años en Argentina, ministro de Hacienda, Ministro del Superior Tribunal de Justicia y ministro de Gobierno.

Es aquí donde entra Carlota Ferreira al convertirse en la esposa de Regunaga.

Aldo Solé reseña cómo era Florida en esos tiempos del 1855 al 1860 cuando solamente contaba con 12,170 habitantes y hace un rastreo para describir didácticamente el proceso mediante el cual la ciudad se fue poblando de inmigrantes llegados de Argentina, Paraguay, Brasil. ¿En qué momento empiezan a llegar los europeos procedentes de España, Italia, Francia? Se describen las actividades productivas de esos expatriados según la procedencia, dedicándole atención a las causas por las cuales fueron rechazados los inmigrantes de orientación valdense (suizos), obligados a formar su asiento en el departamento de Colonia.

De tal forma pone sobre la mesa el tema. Para 1860 ya los extranjeros eran el 34 por ciento de la población. Describe las calles que tiene la ciudad capital del Departamento el año 1855, y cita el trabajo fundacional de los agrimensores Prudencio Murguiondo y Juan Pedro Cardeillac; quiénes fueron los primeros albañiles, los primeros alambradores; reseña el nacimiento de la comunicación vial, del servicio de mensajería, el nacimiento de las primeras pulperías, la instalación del primer molino, la introducción de las diligencias, el nacimiento de la hotelería con las primeras postas y el empuje de un departamento que se convertiría en pionero del desarrollo en múltiples aspectos, especialmente del nacimiento del capital financiero en Uruguay, destacando los aportes del emprendedor inglés Juan Jackson, quien se convertiría en uno de los tres primeros diputados. Se reseña aquí el ritmo, diríamos acelerado, en que las grandes extensiones territoriales de Uruguay se van poblando tras el paso del primer ferrocarril, y el nacimiento del ferrocarril mismo.

Después de aportar datos precisos sobre las revoluciones caudillistas, Aldo Solé hurga en la vida íntima de Carlota Ferreira quien, tras la muerte de su marido, visita al afamado artista Juan Manuel Blanes para encargarle un retrato del difunto esposo y termina siendo su amante, y modelo de sus cuadros más renombrados.

Encontramos aquí un triste episodio de la tragedia nacional: Carlota Ferreira, además de ser la amante del pintor, se convirtió en amante, y posteriormente en esposa de uno de sus hijos, causando así la mayor desgracia de esa renombrada familia.

Solé entra en una polémica con el escritor Diego Fischer, autor del libro “Carlota Ferreira. Retrato de una mujer que se inventó”.

Lo refuta por varias opiniones sobre las historias de la familia Blanes y del senador Regunaga; también sobre el afamado escritor Horacio Quiroga quien, quien en una asombrosa semejanza con la tragedia griega, entra a formar parte de este entramado histórico; y de la propia Carlota Ferreira cuya existencia, según se expresa en el título del predicho libro, Fischer pone en duda.

 

 

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