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25 de abril 2024
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OpiniónHumberto SalazarHumberto Salazar

Hipólito acertó en el termino mas equivocó protagonista

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En el día de ayer el ex presidente Hipólito Mejía presentó ante el país en una cadena de radio y televisión su proyecto político para las elecciones del año 2020, donde usó en forma profusa la palabra ¨transición¨, incluso auto-nombrándose ¨el candidato de la transición¨, dando en el blanco acerca del significado que tendrá para el país el próximo proceso electoral.

Transición según el diccionario significa ¨la acción o efecto de pasar de un estado a otro¨, es decir, es un espacio o escenario transitorio.

En términos políticos una transición es un cambio que impacta de manera importante en la vida de las personas que viven en una sociedad, por lo que son fenómenos que históricamente son objeto de estudio por su significado y ademas marcan épocas en la historia de los pueblos.

Se usa sobretodo para fechar el cambio que se realiza entre un sistema dictatorial a una democracia, por ejemplo el paso del gobierno de Francisco Franco en España al gran acuerdo que lograron los partidos políticos de ese país para construir un sistema democrático parlamentario en 1975, se le llama históricamente ¨La Transición¨.

En la República Dominicana sin embargo, las transiciones en la época moderna, unas veces han sido traumáticas y otras han pasado desapercibidas, en lo que si estamos de acuerdo con Mejía, es que estamos a las puertas de una nueva transición política en nuestro país, solo que el camino y los actores que a nuestro juicio son los  fundamentales, son diferentes a los que el plantea en su discurso.

El transito mas traumático en nuestra historia reciente se produjo al caer la dictadura de Trujillo en 1961, a pesar del intento de construir un sistema democrático representativo con las elecciones de diciembre de 1962, esto resulto un acto fallido porque no existían las instituciones que dan sostén a lo que denominamos modernamente democracia, y evidentemente había una desconexión entre lo que planteaba Juan Bosch, que ganó las elecciones, y una realidad de la que había estado ausente por 25 años.

Esta transición que da inicio la noche del 30 de mayo de 1961, es una fiesta de la confusión, donde los actores políticos y económicos, que habían sido tutelados durante 30 años por el dictador, empujados por los Estados Unidos que urgían de transferir poderes a los civiles en Latinoamérica, intentaron crear las condiciones para sustituir las estructuras que habían sido creadas y mantenidas por Trujillo.

Unas fuerzas armadas adoctrinadas en el anticomunismo clerical, no lo permitieron, terminando la experiencia en una división de los cuerpos castrenses, la invasión de la infantería de marina estadounidense, y un enfrentamiento entre civiles y militares, que terminó con unos acuerdos de paz que permitieron volver al poder en 1966 a Joaquín Balaguer, quien había sido exiliado en 1962.

Todo el espacio entre 1961 y 1966 puede ser denominado en la República Dominicana como el de ¨la transición a la democracia¨, solo que por las características demográficas y de desarrollo que teníamos en ese momento, es imposible compararla con países donde ya había una clase de propietarios, comerciantes y profesionales, es decir, no existía en esos momentos la clase media que caracteriza a todos los países donde impera la llamada democracia burguesa.

Quien da paso a crear las estructuras sobre las que se soportan los sistemas democráticos, es sin dudas Joaquín Balaguer, quien a veces con mano de hierro, abrió las puertas del sistema de educación superior a los hijos de los obreros y campesinos, ya ser profesional de una carrera racional dejo de ser el privilegio de una élite.

A pesar de la mezquindad de algunos, para quienes les es muy duro reconocer los méritos de aquel a quien tanto combatieron, es imposible pensar en la República Dominicana actual sin la masa crítica de profesionales creada en los gobiernos de Balaguer, hijos de los mas pobres de los barrios y parajes lejanos de la geografía nacional, son los que ocupan los espacios de decisión, verbigracia la presidencia de la República y casi todos los ministerios.

Desde 1966 hasta 1996, durante 30 años, gobernó la ¨generación de la confrontación¨, aquella que se desarrolló en la época donde los que gobernaban el pensamiento y la acción política en el país eran los que hicieron el transito entre la dictadura y la democracia guerra civil incluida.

Eran Joaquín Balaguer, Juan Bosch y posteriormente José Francisco Peña Gómez, quienes se imponían a la cabeza de sus partidos políticos, que representaban a su vez segmentos de población acordes con la división de clases y sectores de clases que existían en la República Dominicana.

El reformismo de Balaguer se nutría de la zona rural y los de mayor poder adquisitivo, muchos de los cuales estuvieron cobijados en el paraguas de la dictadura; los perredeístas tenían su fuerza desde los barrios de las grandes ciudades, y cuando se integraron los peledeístas, estos eran un grupito de profesionales y estudiantes pequeños burgueses de los barrios marginales.

Durante este lapso de tiempo, varias generaciones tuvieron la virtud de ingresar al mercado laboral en mejores condiciones que sus padres, crearon negocios que fueron exitosos, se construyeron las obras de infraestructura, que han creado lo que es hoy el perfil de nuestras ciudades, y con ellas aparecieron los constructores privados que a su vez hacían negocios por medio de un sistema bancario estable con la incipiente clase media dominicana.

Pasamos de ser un país muy pobre, a pesar de las crisis económicas que nos afectaron en diversos momentos, a ser una Nación donde muchos comenzaron a soñar con poseer una vivienda, un vehículo, un empleo estable en una empresa privada, un negocio con algún éxito, es decir, pasamos de una población que en su mayoría en 1966 era lo que llamamos ¨pobres de solemnidad¨, a una sociedad de medianos y pequeños propietarios.

Ese modelo se sostuvo políticamente por la visión de Joaquín Balaguer, el sofisma usado por algunos que se dicen de izquierda de que la democracia en el país nació en otro u otros gobiernos mas afines a su pensamiento político, lo desmiente el triunfo de este en las elecciones de 1986, cuando esa clase media y pobre le dio su voto en las urnas, por encima de los que habían llevado al país al caos y al desorden.

Ahora, Balaguer también fue capaz de iniciar la próxima transición en el país, la de la consolidación de los logros económicos y sociales obtenidos, y para esto escogió, al no entender el liderazgo de su partido el significado que tuvo el llamado ¨Pacto por la Democracia¨, firmado en 1994, a un grupo de los intelectuales del Partido de la Liberación Dominicana, que se habían nucleado alrededor de Leonel Fernandez, Danilo Medina y Temistocles Montás.

Cuando se usa el símil de ¨pase de la antorcha¨, parece que algunos olvidan que quien tenía eso que llaman ¨antorcha¨ y que no es mas que el poder político, era Balaguer, y fue el quien escogió a quien iba a apoyar desde la primera vuelta de las elecciones de 1996, consciente de que ese proceso electoral fue impuesto para sacar a los reformistas del poder.

Fue Balaguer y no al revés, las genialidad fue del viejo líder reformista cuyas palabras en el acto donde se consumó el llamado Frente Patriótico resultaron proféticas, para que fueran parte de la historia, y sabiendo que era muy difícil perder las elecciones, en el mitin de cierre de campaña el entonces presidente de la República advirtió que entregaba un país que era ¨como un avión en la cabecera de una pista a punto de despegar¨, con el terminaba terminaba una época.

Era esa generación encabezada en 1996 por Leonel, la que estaba destinada a asumir el papel que dejarían en los próximos años los líderes políticos que habían construido en medio de la confrontación, las bases para crear un sistema democrático estable y capaz de continuar el camino del desarrollo que llevaba el país hasta ese entonces.

A pesar de el bache que sufrimos al perder el poder de manos de Hipolito en el año 2000, se puede decir que los que asumieron el compromiso en 1996 cumplieron con creces, en los gobiernos encabezados por Fernandez y el hoy Presidente Danilo Medina, se mantuvo el crecimiento económico, la estabilidad política e institucional es un hecho, la paz social ha permitido un flujo constante de inversión en diversos sectores, es decir el avión despegó y se mantiene en el aire.

La turbulencias no han faltado, sobretodo a causa de la crisis financiera global de los años 2007 y 2008, el aumento de los precios del petróleo que llegó a cotizarse por encima de 150 dólares el barril, la deuda social acumulada que presiona con pedidos constantes a las finanzas publicas, la falta de solución a la crisis de décadas en la producción de energía y otros temas que son parte de la agenda nacional cada año, a pesar de todo eso, hemos avanzado de forma constante y eso no hay forma de negarlo,

Pero ahora debemos entrar en la otra transición, que consiste en fortalecer lo logrado, integrarnos al mundo nuevo que se esta creando a nuestro derredor y evitar que los sectores que se han integrado a las clases medias vuelvan atrás, algo que ha pasado en otros países que, como Brasil por ejemplo, pudo sacar a mas de 30 millones de personas de su estado de pobreza, y sin embargo la crisis económica que afecta a esa enorme nación sudamericana, ha devuelto a muchos de ellos al estado de pobreza donde se suponía no debían volver.

En la República Dominicana en estos momentos, fruto de las políticas económicas que se han venido implementando en los últimos años, la pobreza extrema se encuentra en vías de desaparecer, en relación al año 2004 prácticamente la pobreza ha disminuido a la mitad, por primera vez existe una mayor cantidad de personas que pueden ser consideradas clases medias que esta por encima de los pobres y la tasa de desocupación se encuentra por debajo del 5%, el problema que tenemos ahora es como no volver atrás.

Y se acerca la hora de una nueva transición, que para nada puede estar encabezada por quienes produjeron la crisis del año 2000 al 2004, eso seria impensable, pero esta necesidad de cambio hacia una situación nueva nos toma en un escenario de gran debilidad en el sistema de partidos políticos, y la necesidad de que agreguemos a una nueva generación muy diferenciada de la actual a lo que será la administración del estado, y habrá que hacerlo de un modo racional y organizado.

La generación de políticos que abrevó al lado de los grandes líderes que fundaron nuestra democracia, Joaquín Balaguer, Juan Bosch y Jose Francisco Peña Gómez debe comenzar a entregar el espacio a los que no tuvieron relación alguna con ellos, seria la tercera generación de la democracia la que tocará encabezar el fortalecimiento de nuestro sistema de gobierno y proveer al país de las ideas sobre las que se se harán las grandes transformaciones que todavía se necesitan para hacer avanzar a la República Dominicana hacia una nueva etapa de nuestro desarrollo.

Pero para eso deberemos hacer el transito del año 2020, esas elecciones aparentemente serán las ultimas donde el sistema de partidos tal cual lo conocemos hoy día será determinante, excepto que dentro de ellos también se haga una transición hacia esa generación de dominicanos que ha crecido en este mundo donde todos dudamos de verdades que creíamos irrefutables, solo quien sea capaz de abrir las puertas a esos jóvenes, que decidirán en muy poco tiempo quien quiere que los gobierne, podrá sobrevivir en el cambio acelerado en que se encuentra el mundo.

Las próximas elecciones serán un espacio de inflexión de los actuales partidos políticos, con sus eternas directivas y nombres que significan poco en el escenario político nacional, pero ademas, la misma supervivencia de la democracia dependerá de la capacidad del sistema de resolver los problemas que acarreamos por años, y en este escenario la lucha política se va a concentrar en quien tiene la voluntad de conducir esa transición.

Es cierto que estamos a las puertas de una nueva transición generacional y política en la República Dominicana, solo que para lograr salir de ella con los logros obtenidos hasta ahora consolidados, lo menos que podemos a aspirar es a un cambio de libreto, mas bien debe haber una continuidad para no desandar el camino de éxito y progreso que hoy en día llevamos, por eso asumimos que quien debe encabezar el proceso es el actual Presidente Danilo Medina, y es que no creemos que sea muy inteligente cambiar de montura cuando se esta cruzando un río y estamos mirando la otra orilla.

 

Por Humberto Salazar

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