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19 de abril 2024
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Héctor Incháustegui Cabral

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Héctor Incháustegui Cabral

Nació en Baní el 25 de julio de 1912 y murió en Santo Domingo el 5 de septiembre de 1979.

Poeta, ensayista, profesor, diplomático y periodista. Se graduó en la Universidad de Santo Domingo en Filosofía y Letras. A principios del gobierno del dictador Trujillo opuso resistencia al régimen tiránico para más tarde convertirse en uno de sus principales colaboradores intelectuales.

Realizó funciones diplomáticas en Venezuela, Ecuador, México, El Salvador, Venezuela, Ecuador y Cuba. Desempeñó además muchos cargos en la administración pública, y en el cuerpo diplomático fue encargado de negocios en Cuba, dos veces embajador en México, en Ecuador y El Salvador. Encabezó al Instituto de Cultura Hispánica, Subsecretario de Relaciones Exteriores, Director de Radio Televisión Dominicana, Presidente de la Corporación de Fomento Industrial y Director de Bellas Artes y Cultos. Trabajó en la redacción de los periódicos La Nación y el Listín Diario y fue director de La Opinión. Durante El Triunvirato fue embajador en Brasil. Fue además secretario particular del presidente Antonio Guzmán Fernández.

Incháustegui Cabral fue miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua, del Ateneo de México, del Ateneo de Bellas Artes de Río de Janeiro, de la Legión de Honor de México, profesor emérito de la Universidad Católica Madre y Maestra y director de publicaciones de esa misma institución. Formó parte de los llamados Poetas Independientes junto a Tomás Hernández Franco, Manuel del Cabral y Pedro Mir, siendo considerado el más importante poeta social dominicano del siglo XX, a partir de la publicación de su primer libro Poemas de una sola angustia, título que también utilizó para reunir su obra poética completa un año antes de su muerte. También fue miembro de la Poesía Sorprendida. Como escritor dejó una voluminosa e importante producción poética de orientación social y política. También cultivó con notable éxito el ensayo y la crítica literaria. Ha sido traducido al italiano, catalán, francés, inglés y alemán. En el año 1952 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Pedro Henríquez Ureña. En 1979 la Sociedad de Escritores Dominicanos le otorgó el prestigioso premio Caonabo de oro.

Entre las obras más importantes de Héctor Incháustegui Cabral podemos citar en el renglón poético a Poemas de una sola angustia; Rumbo a la otra vigilia; En soledad de amor herido; De vida temporal; Canciones para matar un recuerdo; Soplo que se va y que no vuelve; Versos; Muerte en el Edén; Casi de ayer; Las ínsulas extrañas; Rebelión vegetal y otros poemas menos amargos; Por Copacabana buscando; Diario de la guerra y los dioses ametrallados; Poemas de una sola angustia: obra poética completa. Sus ensayos más conocidos son El pozo muerto y Escritores y artistas dominicanos. Habiendo incursionado también en teatro con Miedo en un puñado de polvo.

La  poeta y ensayista Doris Melo asevera  que Héctor Incháustegui Cabral s uno de los dramaturgos dominicanos comprometidos en denunciar la dictadura de Trujillo. En su obra Miedo en un puñado de polvo una trilogía de la reescritura de tres tragedias clásicas. Escrita en versos…se vale de las obras clásicas para a través de los héroes de estas obras representar en ella, el discurso de la dictadura de Trujillo. Extraordinario como poeta, hombre de una gran cultura clásica que denota en sus obras de teatro y una poética abocada a la metafísica y el existencialismo.

Por otro lado el escritor Sélvido Candelaria es de opinión que todos los poetas mayores tienen puntos débiles en sus producciones. Es famoso el caso Neruda, de quien se pueden mencionar poemas completos que desdicen su nivel de creatividad estándar. Muchos de ellos (Borges es quizás el mejor ejemplo) han mostrado veleidades políticamente incorrectas, en determinados momentos. De ambas cosas se acusa a Héctor Incháustegui Cabral; pero ninguna de esas razones debe enarbolarse para escamotearle el lugar que merece ocupar en nuestra historia literaria.

Finalmente,  el poeta y editor José Alejandro Peña  señala con firmeza sobre Incháustegui Cabral que su preocupación mayor estuvo siempre centrada en la supremacía del contenido sobre la forma, pese a que fue un hombre muy culto y con un estilo en la prosa y en el verso que asombra a los gramáticos, a los compungidos buzos que buscan en el fondo lo que está en la superficie. Sus poemas dan fe de un comedimiento sensorial sostenido, de punta a punta, entre lo rural y lo urbano, describiendo con imágenes casi polvorientas los paisajes locales y dando un perfil del hombre contemporáneo, el lleno de esperanza, el desposeído de todo, el que con su humildad se lanza hacia un futuro cada vez más incierto. En su pesimismo cerrado tenemos un elemento psicológico y poético que nos hace admirar su visión del mundo. Sin ese elemento, su poesía fuera una querella más entre las muchas que resuenan por ahí. Sus poemas tienen un estilo lúcido y fornido y limpio como un piso de mármol al que apenas se le asienta el polvo.

Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS con un muy estudiado poema de Héctor Incháustegui Cabral:

 

EQUIVOCACION DE LOS ANGELES

Eran ángeles fuertes,
con las manos curtidas
y dientes de caballo
detrás de la sonrisa.

Colgaron el Mal en una rama,
y la tierra tirando,
y la cuerda tirando,
hicieron del mundo una sinfonía.

Eran ángeles fuertes,
abiertos los dedos de los pies,
simples como el agua,
rudos como el hierro.

Potente músculos en el ala,
la frente despejada,
las manos, de ajusticiar,
sin resignación encallecidas.

Eran dos iguales, quizás
como si un limpio espejo
entre ellos siempre retratara,
eran dos y un pensamiento,
dos gemelas llamas amarillas,
una sola luz

En donde tierra por morir se acaba
detuvieron su paso poderoso;
paro su canto la avecilla,
expiraron los aires y perfumes.

 

Por Ramón Saba

 

 

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