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24 de abril 2024
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OpiniónManuel Berges HijoManuel Berges Hijo

Hagamos grande nuestro pais

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¡Solo siendo dominicano, se siente lo que yo siento!

En nuestro amado país es muy fácil el ejercicio de la política, pues esta se contrae a hacer todo lo que políticamente es correcto, mucha demagogia y ojos ciegos para la corrupción y la impunidad, “total todo el mundo lo hace”, “porque yo debo ser el bobo?” “si tengo ahora mi oportunidad, no la voy a desperdiciar” y así transcurren los años, gobiernos tras gobiernos y aunque aparezca  un patriota con agallas, no le hacemos  caso, para continuar el estado de cosas y no cambiar el curso del infausto destino y sea diferente y nos muestre como se vive con valores, con alta temperatura ética y seriedad.

Estamos diluyendo nuestro país como el agua que se escapa de las manos y en lugar de crecer,  en realidad estamos decreciendo, pues todo aquel que tiene dos dedos de frente emigra, no ve posible luchar para permanecer en  el país pues desea  ofrecer un futuro a su familia; observa como el erario público es abusado, como los servicios básicos no llegan a la población; menos del 20% de las casas en todo el territorio recibe agua en el grifo; los caminos vecinales o caminos productivos no están pavimentados cuando a través de ellos los productores pueden llevar a los mercados sus productos; tenemos 3,700,000 desempleados y un Ministro de Trabajo y un empresario santiaguero absurdamente dicen que debemos modificar la ley para permitir que más haitianos trabajen en nuestro país, lesionando así los derechos de  la clase trabajadora dominicana  y solo el Sindicato de Trabajadores de la Construcción se les opone; el resto del país permanece callado. “Yo mejor me voy” dirán muchos, “esto no está fácil”,  considerando que es del propio gobierno que emana la idea de perjudicar a los propios trabajadores dominicanos, para beneficiar a los trabajadores haitianos que de paso son ilegales, y siempre lo serán,  porque los poderosos del Planeta Tierra les dicen que no se provean de documentos de identificación ni en Haití ni en Dominicana, “pues es obligatorio hacerles dominicanos”, si dicen que aquí nacieron.

Cuando un gobernante, que no es político como el Señor Donald Trump asume la dirección de su país, nos está demostrando con sentimiento nacionalista que la política  no debe continuar haciendo lo que se denomina “como lo políticamente correcto” ni hacer lo que siempre se ha hecho, que en su país han hecho tanto los Republicanos como los Demócratas.

Cuando el Señor Trump llego a la presidencia, encontró  once millones de ilegales, cifra o problema que ningún país lo tiene, y que su predecesor el Señor  Obama  y los anteriores se habían entregado financiera y económicamente a  China, a quien le deben trillones de dólares. Él está pretendiendo  revertir ese sistema de endeudamiento colosal, por lo que era lógico que los votantes le consideraran como el mejor, para que la economía mejorara con él, y le dieron su voto.

Igual pasara aquí en las próximas elecciones, pues el que venga a sustituir al actual gobierno habrá de romper con las ataduras del pasado y ser un gobierno recio que efectivamente contribuya a hacer grande nuestro amado país, pues encontrará además de un caos institucional y administrativo, un Presupuesto Nacional deficitario; con una deuda externa en moneda fuerte de aproximadamente unos US$45,000 millones; con una nómina de empleados de más de 600,000 empleados de los cuales el 70% no trabaja; con un problema eléctrico donde el 70% de las viviendas no paga la electricidad y ese consumo es pagado por el 30% que si  la paga; más un rosario de mal vivir que hace que la gente emigre, bajo el plan de que los poderosos están dando visas sin discriminación, de manera que los dominicanos nos vayamos y entren los haitianos. ¡Pura traición a la Patria!

Comentaristas dominicanos, obviamente pro-haitianos, gritan por la actitud del Señor Trump de desalojar de su país a los inmigrantes especialmente a los ilegales, como decisión soberana de su gobierno a lo cual ningún gobierno o ente social de la Tierra se puede oponer, pues cada quien manda en su casa, e incluso alegan esos comentaristas para generar compasión, piedad o ternura, que entre esos ilegales en EUA hay estudiantes universitarios, que de seguro no estudian en universidades privadas,  sino en la publicas,  sin comprender que nosotros  tenemos 46 Universidades de fácil acceso y que ofrecen las profesiones necesarias al país; de manera que estos señores quieren otorgar estatuto legal a lo que tiene un origen ilegal, lo cual no es más que una postura demagógica y de algo que ellos consideran “políticamente correcto”: Estar a la moda,  montarse en la ola de lo ilegal y aplaudir a quienes desprecian su propio país, bajo el alegato de que aquí no hay vida.

Nuestro país tiene que cambiar, no puede seguir endeudándose tan graciosamente incluso tomando préstamos internacionales,  para pagar intereses. Esto debe acabar y lamentablemente la mayoría del pueblo al que hay que  llamar la atención,  no opina sobre esto, obviamente indicando con su silencio, que es muy posible que continúe  la fiesta de endeudamiento, sobre todo si se les ofrece una botella de ron y RD$500.00 pesos, el dia de las elecciones. ¡Cuánta falta de dignidad!

El país sabe  que se precisa de medidas drásticas para resolver el problema de la inmigración de indocumentados, sobre todo por la presión internacional a la cual sucumben sin miramientos nuestras autoridades, desde mantener la frontera abierta hasta invitar a los haitianos  a vivir en nuestro territorio, pasando por entregarles el consumo del 40% del presupuesto hospitalario; han cambiado el modelo de enseñanza dominicano para facilitar en las escuelas públicas que  los acogidos haitianos se hagan entender o comunicar no para que aprendan  el  español;  e ignorando nuestra historia,.  Nuestras autoridades no protegen ni defienden nuestro país.

Los dominicanos como todo ser humano  tenemos  deseos de progresar y de tener una buena calidad de vida, pero que la debemos construir en nuestro país, no en los  EUA. No entregar nuestro esfuerzo a una nación de por sí ya poderosa.  Hagamos grande nuestro país; anulemos  ese imán que atrae y hagamos aquí el parque de atracción dando  acceso a los múltiples beneficios que merece el ser humano y no nos robemos el dinero que todos producimos, para beneficio de todos.

No es posible  ver como los indocumentados consumen los beneficios de la Seguridad Social, sin aportar un solo centavo.

Revisemos  todos los Tratados de Libre Comercio con EUA y otras naciones y hagámoslos en su lugar con el resto de América Latina aprovechando que los EUA amenazan con salir o modificar los mismos, a su antojo.

Los dominicanos debemos estar todos contra el establishment, y requerir de nuestros políticos los cambios drásticos, no graduales que necesitamos o no votaremos por ellos, pues tenemos que unir esfuerzos y construir nuestro país  con seriedad, sin lujos ni boato, con austeridad, con los empleados que el desarrollo exija no con “nominillas” ni “botellas”, generando empleos con la eliminación de los monopolios y oligopolios que traban la competencia y congelan los salarios, aumentando la base impositiva aunque reduciendo los excesivos  impuestos que solo obedecen al mantenimiento de un gobierno populista, gigantesco e improductivo  y  que nos endeudemos solo con lo necesario, de manera que  así nos conectamos política y emocionalmente con el tipo de gobierno serio que nos sugieren los Padres de la Patria.

Dejemos de estar a la defensiva, hagamos propuestas viables de protección  de la nacionalidad, de defensa real a nuestros intereses;  de lograr empleos, de convencer a los inversionistas nacionales y foráneos a que traigan o hagan  sus inversiones en nuestro país; hagamos un verdadero estado de derecho.

Analicemos detenidamente estos temas de puro corte nacionalista, y nos daremos cuenta que la política exterior de nuestro país, debe cambiar, al reflejarnos o comparar los problemas  que tenemos  con Haití  y la comunidad internacional  y que debemos defender la Patria contra toda dominación extranjera.

¡Dominicano, hoy, se necesita sangre tipo Duarte!

 

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