Santo Domingo 23 / 31 Soleado
ENVÍA TUS DENUNCIAS 829-917-7231 / 809-866-3480
19 de abril 2024
logo
OpiniónHector PeñaHector Peña

El gran salto educativo

COMPARTIR:

Los últimos 13 años han sido increíblemente progresivos para la República Dominicana. Independientemente de la opinión pública, reportes internacionales en detrimento de nuestra transparencia y manejo de la corrupción, problemas sociales y lagunas políticas, realmente han sido años de avance, y a esto nadie se opone.

Sin embargo, nuestra nación ha fallado constantemente en mantenerse a la vanguardia en términos de educación, salud, finanzas y bancarización, adopción tecnológica, transparencia gubernamental, reducción de la burocracia (pública y privada) y su participación en un mundo cada vez más globalizado.

Nuestra teoría básica, es que el miedo constante al cambio, el estancamiento de la clase política y la falta de visión global a largo plazo, que han impedido a la isla mantenerse al corriente frente a las innovaciones en términos de tecnologías y procesos que sufre el resto del mundo.

En términos educativos, hemos avanzado en cuanto a la inversión en educación primaria, cumpliendo el compromiso establecido en nuestras leyes de un 4% de inversión estatal en educación. Se han construido infraestructuras educativas a lo largo y ancho de la geografía nacional y reestructurado el currículo educativo. Sin embargo, nos falta algo.

Si preguntamos a los expertos (locales) en el tema, dirán que los cambios actuales podrán apreciarse dentro de 10 años. Pero es justo preguntarnos, ¿estaremos al día dentro de 10 años?. Y este es precisamente el origen del problema. El exceso de visión cortoplacista, o la falta de visión futura.

Nos hemos acostumbrado a visiones de estado de 4 años. A pactos sociales de 10, 20 y 30 años. Cuando el resto del mundo, y sobre todo las naciones desarrolladas, están pensando en base a 100 años.

Recién adoptamos un método de implementación y evaluación futura, que, sin darnos cuenta, naciones como Francia, ya están abandonando. Hace apenas dos años, se originaban titulares a nivel internacional, acotando que la nación europea reinsertaría “los dictados, la lectura en voz alta y el cálculo mental debido al evidente retroceso educativo” producido en las últimas generaciones de graduandos. No obstante, República Dominicana como nación recién elimina estas prácticas como forma de “revolucionar nuestra educación”.

La implementación de nuevas tecnologías en la educación apenas se encuentra en pañales. Con autoridades que vislumbran la inversión en “computadores” como único factor de avance, y la implementación de metodologías aplicadas en los años 90’s y principio de siglo. Y con esto no significa que no realicen un esfuerzo significativo, simplemente que no es el correcto.

La República Dominicana lo que necesita es un gran salto. O como le llaman, comúnmente los anglosajones, “leap frog”.

Es preciso que las autoridades actuales y futuras adopten una actitud reflexiva. Es necesario, empezar a vislumbrar cómo será el mundo en los próximos 50 años, y encaminar nuestros esfuerzos educativos en ese sentido. Desde ya, deberíamos adoptar la lógica de programación de computadores como base fundamental de la educación de nuestros pequeños. No porque necesitemos desarrolladores de software (que si necesitamos), sino porque en un futuro digital, la forma de resolver problemas dentro de cualquier entorno estará directamente influenciado por la tecnología.

No necesitamos matemáticos, ni sociólogos, ni biólogos salidos de nuestras escuelas. Necesitamos una nueva generación de pensadores.

Es necesario un nuevo esquema educativo, no solo integrando un nuevo currículo en educación inicial, básica y media, sino visualizando su desarrollo en la educación superior, y su inserción dentro del modelo productivo nacional.

Actualmente, estamos produciendo más médicos que los que pueden especializarse en un tema de salud en específico. Vemos, cada vez más, profesionales de ingeniería civil, administración, psicología, arquitectura, derecho, y demás carreras, dedicándose a profesiones totalmente divorciadas de su educación superior, en la mayoría de los casos produciéndose un estancamiento profesional y devengando salarios paupérrimos por debajo de la canasta familiar.

Por otra parte, vemos empresas que son incapaces de satisfacer sus necesidades de empleomanía debido a la falta de personal altamente calificado en posiciones técnicas. Esto, producto de la falta de efectividad del estado en lograr un plan educativo en consonancia con el desarrollo del aparato productivo nacional.

Desde nuestro punto de vista, es hora de una revolución educativa. Y no se trata de comprar computadores, incluir el inglés como segundo idioma o subir el salario de los maestros (cosas que ha esta altura deberían darse por hechas). Hablamos de una verdadera revolución educativa, realizando una completa reingeniería de los estamentos educativos, una planificación a muy largo plazo del desarrollo nacional, un financiamiento estatal balanceado y adecuado, no sólo de la educación inicial, básica o media, sino de todo el camino recorrido por los ciudadanos en términos académicos. Es necesario ya un gran salto, o estaremos hundiendo la patria.

Comenta

[wordads]