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24 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

¡Por fin!, apareció una luz al final del túnel

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Luce como que las autoridades del país están por dejarse sentir, sin importar los choques frontales que se puedan producir, con grupos de poder económico hegemónicos aquí.

Es lo que se advierte, a partir de la decisión adoptada por el actual síndico del Distrito Nacional, señor David Collado, respecto de recuperar el espacio público correspondiente a la acera peatonal sita en el tramo comprendido entre las calles Gracita Álvarez y Luis Lembert, de la peligrosísima avenida John F. Kennedy, donde tantas personas, por la situación de impedimento para caminar que allí se puede observar, han corrido el riesgo de ser atropelladas por algún vehículo en marcha, incluido quien suscribe en una ocasión, sin tener a nadie a quien reclamar nada después.

El mismo viene siendo ocupado, sin reparo alguno, no cabe duda, desde hace algunos años, como parte del local comercial de una empresa privada, al margen de todo cuidado, y justificación posible, verídica u no esa última, obligándose a los transeúntes, que se consideran nadie, a tener que lanzarse a plena vía pública, frontal, para poder transitar por el lugar. ¡Obvio, eso como que no me importa! ¡Qué cachaza compay, culpable quien fuera!, de los que se dicen dueños del terreno, u Obras Públicas.

A pesar de las tantas quejas elevadas sobre el particular, hasta ahora no había aparecido un síndico o alcalde con pantalones, e inclinado por el interés social propiamente, que le pusiera el frente a tan deleznable cuestión. ¡Le rompe un ojo a cualquiera dicho panorama, ante la tanta peligrosidad que se advierte! ¡Solo aquí, en el país de las maravillas!

Por consiguiente, ese espacio público de que se trata, tiene que ser obligatoriamente recuperado, aun se tenga que declarar de utilidad pública; pues la nación pertenece a toda la comunidad, y no a nadie en específico.

Las iniciativas de ese tipo por parte de los políticos en el país ostentando cargos públicos, deben ser apoyadas por toda la sociedad local influyente, y respaldarlas militantemente por la generalidad, a los fines de que se mantenga la firmeza necesaria, y para que se actué sin contemplación, no importando riesgos probables a correr; máxime, cuando se trata de jóvenes con futuro por delante dentro de ese ruedo, como ese de que ahora se trata.

Ojalá que proposiciones similares no se detengan, con relación a otras áreas públicas indebidamente ocupadas por desaprensivos en algunos lugares de la geografía nacional, sin importar la jurisdicción de que se trate, ni el color de la bandera política que se represente.

Las aceras ocupadas como extensión de comercios formales; talleres de mecánica, como de desabolladura y pintura de automóviles; materiales de construcción, y desperdicios procedentes de la misma; tarantines para expendio de comestibles, etc., no pueden proseguir; ¡Ah!, la utilización particular de importantes zonas verdes, tampoco. El resto de los ciudadanos, afectados de forma directa, merecen respeto y consideración.

¡Adelante!, alcalde Collado! ¡Felicitaciones! Los demás deben emular las ejecutorias de ese tipo, y no estar haciéndose los locos, ante tan flagrantes violaciones en el orden municipal.

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