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19 de abril 2024
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Felguérez: El arte ha de cambiar la sociedad, aunque la venta es «sabrosa»

Felguérez: El arte ha de cambiar la sociedad, aunque la venta es «sabrosa»
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EL NUEVO DIARIO, MEXICO.- A sus 88 años, el artista mexicano Manuel Felguérez es un torbellino creativo que sigue en busca de la obra perfecta y que, a pesar de los premios, defiende que el arte no es una mercancía, sino una forma de cambiar la sociedad, aunque reconoce que toda venta es "sabrosa".

"El arte no es una mercancía, y no se hace con la intención de vender. Su intención es comunicar y transformar la sociedad. Y si se vende, pues qué sabroso", explica el afamado artista plástico en una entrevista desde el luminoso taller que esconde su casa del sur de la Ciudad de México.

Felguérez (12 de diciembre de 1928, Zacatecas) atiende a Efe con gran humor y entre pinceles, trabajando en un lienzo abstracto de unos tres metros de largo del que cuida cada detalle, probando que la edad no le ha hecho perder un atisbo de pasión e ingenio.

El arte está "mercantilizado" y hay gente "muy tonta dispuesta a gastar mucho dinero", señala, pero esto "no quiere decir nada", porque se vende tanto "gran arte como el que es pésimo".

"Es más fácil hacer un cuadro que venderlo", remarca el ganador de la Medalla de Bellas Artes de México.

Repleto de energía, aunque con una "torpeza de movimiento" propia de la edad, Felguérez sigue trabajando "con toda intensidad" e imaginación, con más miedo a "quedarse tonto" que a morirse, bromea con voz pausada y ronca.

"El arte es creación, es invención. Lo peor que te puede pasar es que te quedes en el puro oficio. Ya no inventas nada, ya no se te ocurre nada. Repites y repites", subraya.

La obra de Felguérez abarca sobre todo pintura, escultura y grabado, pero también escenografía, y evidencia una inquietud por buscar nuevas técnicas, materiales y formas de encauzar distintas posibilidades de representación.

Sobre la inevitable evolución de sus obras, considera que el reto es "mantener el equilibrio", avanzar sin perder la identidad propia.

Y Felguérez se acerca al arte con la humildad de quien considera que su éxito es fruto de "la constancia del trabajo".

"Primero el cuadro es puro caos. Y luego avanzo a pincelitos, que no se note que son pinceladas", explica frente a su último lienzo, todavía inacabado, en el que como en todas sus piezas imprime su "tiempo vida".

Son "depresiones y euforias", desde la muerte de un ser querido al enamoramiento, sucedidas mientras realizaba la pieza, revela.

A pesar de ser uno de los autores vivos más reconocidos del país, este artista influido por el constructivismo y el cubismo destaca lo agridulce, y un tanto innecesario, de los galardones.

"Al principio no te hacen caso, te tiran a loco, creen que estás haciendo vaciladas. Y a medida que vas ganando prestigio, cambian las circunstancias. A una edad que ya no tienes que preocuparte, todo el tiempo te quieren dar medallas", señala.

"Siempre pienso que tengo que hacer algo mejor. Es como una lucha contigo mismo", resalta con la certeza de que la "obra perfecta" no existe, porque al revisitar un lienzo siempre le falta alguna cosa.

Una dilatada trayectoria en la que también ha sido académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde llevó a cabo unos relevantes estudios sobre el uso de la computación en el arte para llegar a la conclusión de que, en lugar de cálculos, no hay nada más gratificante que "la aventura de inventar un cuadro a partir de la nada".

Formado en México y en Francia, Felguérez es uno de los autores más reconocidos de la Generación de la Ruptura mexicana, un movimiento que surgió en los cincuenta con un grupo de jóvenes que criticaba el nacionalismo y tuvo entre sus detractores al muralista David Alfaro Siqueiros.

"Yo nací contra el nacionalismo", reitera el artista, que dice estar "encantado" cuando todavía le critican no haber sido lo suficientemente nacionalista.

La pujanza hoy de esta ideología en Estados Unidos y México es "fatal", agrega, y recuerda que el pueblo alemán era muy culto antes de elegir a Adolf Hitler.

Una situación, extensible a un México que tiene problemas "terribles", que podría beneficiar el arte: "Yo siempre pienso que el gran arte se ha dado en momentos difíciles de la humanidad".

"Teniendo casi cien años, ya no me va a tocar, ya me escapé", subraya el artista.

Aunque llegar al siglo le parece improbable, el pintor y escultor continúa incombustible y para conmemorar sus 90 años, que cumplirá a finales del próximo año, ya está preparando una exposición.

"En los 90 tengo que hacer otra exposición muy espectacular de tamaño y novedad", asegura esta figura disruptiva en el arte mexicano, que está negociando exhibir la muestra en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM.

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