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19 de abril 2024
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OpiniónCarlos Martínez MárquezCarlos Martínez Márquez

Falso positivo

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’Pobre no es el que tiene poco, sino el que mucho desea’’. Lucio Annea Seneca

El caribe es el mejor lugar de la ‘’bolita del mundo’’, con una pobreza cubierta de vísceras de acuarela y graffiti, arrastrando el manto de telarañas sobre sus hombros, dejando detrás a impávidos de quincalla u oropel, con rostros hambrientos de adoquines y paredes forradas de circuito cerrado. Los elfos duermen pocos, no dedican tiempo a su propia existencia y con tanto que perder, por el afán de coexistir en su mundo de vanidades, que en vano, no podrán exhibir ante la justicia divina, que  aguarda pacientemente en guaridas, sus bichos justicieros de escarmientos.

La sociedad caribeña vive en una burbuja de engaños, de encrucijadas, de atropellos y hostilidades; habitamos en pieles de cactus y caminamos sobre rocas puntiagudas, que nos hacen sangrar y dejarnos en claro y  encueros, la miseria que abruptamente aflora de nuestros sentidos, arruinando la sensatez de los irresolutos y amanuenses; el sordo, el ciego y el mudo, tropiezan en sus andanzas de asaltos y sobresaltos; engullen mientras muerden el polvo de las vicisitudes, el dolor ajeno y la mirada perdida que cae en un vacío límbico.

Trepamos sobre arrecifes de olores fétidos, a murciélagos, incrustados en paredes cubiertas de excremento, y que contrasta con la falsa realidad de que solo despojos de pobreza en nuestras calles, solo hay. Veo en todo rincón, por donde quiera que voy, las lujosas burbujas de cuatro ruedas, cuyo valor alcanzan para una cobija decente y alimento para ratos y hasta para saciar a los viralatas de contenes y callejones. De eso, hemos vivido desde siempre, de lo que escuchamos, de lo que nos venden, que somos un terreno baldío, de pobreza desechable, y que solo vivimos enganchados de préstamos en préstamos, encadenándonos de por vida, con el alma empeñada hasta los fundillos.

El pobre ingiere orina con sabor a cuneta, sacia sus apetencias con lácteos putrefactos provenientes de zanjas, mientras que el rico vomita la miseria de desvergüenza, lo que tal vez, lo haga mucho más pobre y caiga abatido por la rancia indiferencia e hipocresía que le embarga. Somos un paraíso de avatares y acertijos, entrampados en cuadriláteros de púas, luchando por escapar de nuestra triste realidad. La ruleta nos lleva como ‘’caña pal ingenio’’, directico al patíbulo, al cadalso, al precipicio, como si nos prepararan para una caída libre de clavado, o a guillotinarnos a lo ‘Boris karloff ‘en blanco y negro o lo más parecido a una dulce ejecución sistemática a pellizquitos. La cuestión, es que, tenemos una cromada realidad de contrastes, con paredes de cristales y muros de barros, edificios impresionantes y casuchas de periferias.

Vivimos patas arribas, los pies en las nubes y la cabeza en la tierra, todo es confuso y atiborrado. La pobreza es relativa, pero de lo que si podemos estar seguro, es que la fosa no es para todos.

Por: Carlos Martínez Márquez

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