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19 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales-UASD Como Ave Fénix

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(Dulce et decorum pro Patria Morire)

Hablar de la facultad de la UASD donde se cuecen los profesionales en las ciencias económicas y sociales, implica no sólo hablar lo que en los actuales momentos proyecta, es una historia de relativamente larga data, porque aunque los posmodernos (posestructuralistas) en la sociología, otras ciencias sociales y la filosofía y otras corrientes afines a los posmodernos pretende negar la historia o por lo menos no valorarla tanto, la realidad es que sin tomar en cuenta lo hemos sido no podemos dimensionar claramente lo que somos. Claude Levi Strauss, padre del estructuralismo clásico antropológico que ha servido de hontanar a los posmodernos, sostenía que la historia no vale para nada, el análisis diacrónico no vale la pena, si no el análisis sincrónico al construir  las estructuras sociales en antropología. Sin embargo, Levi Strauss y sus seguidores abrevan en la historia al construir sus estructuras sociales, al extraer los elementos esenciales (sempiternos) y aislando los elementos no esenciales (transitorios). Guste o no le guste a Francis Fukuyama, la historia prosigue.

Por eso, al hablar de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FCES) de la UASD en la actualidad, tenemos que remontarnos al pasado de más de 70 años, porque aunque la FCES tiene unos 62 años, debemos hablar de su génesis que data de cerca de 80 años.

Hace casi 81 años, mediante ley 1398 de fecha 21 de octubre de 1937 de la dictadura trujillista, fue fundada la Escuela de Economía y Hacienda Pública dentro de la llamada Facultad de Derecho. Parece ser que esa escuela no tenía salida a carrera, lo que se trataba era de servirle la materia de ciencia económica (economía) a estudiantes de otras carreras, como la de los abogados, entre otras. Hablar de los antecedentes de la hoy Escuela de Economía de la FCES de la UASD, implica hacer referencia al profesor José Horacio Rodríguez Vásquez, quien se cuenta entre los héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, hijo del General Anti-trujillista Juan Rodríguez García. En ese mismo año de 1937 hubo una propuesta del Sr. Luis Rodríguez,  en el sentido de se creara una escuela o facultad de ciencias comerciales adscrita a la Universidad de Santo Domingo, a través de la Cámara de Comercio de San Pedro de Macorís.

Poco antes de fundarse la Facultad, el 24 de marzo de 1956, una voz en el Primer Congreso de Profesionales Universitarios celebrado del 24 al 31 de octubre de 1954 que se levantó para decir: “La Ciencias Económicas gobiernan y encauzan al mundo”, fue la de la Dra. Mireya Soto Ruiz. En ese evento se declaró de “urgencia la creación de la escuela o facultad de ciencias económicas”.

Ya antes de que se fundara la Facultad, con el nombre de Facultad de Economía y Comercio mediante la ley 4412 del 24 de marzo de 1956 de la dictadura trujillista, la cual vino a modificar la ley 1398 del 21 de  octubre de 1937 de dicho gobierno dictatorial en su artículo 4, al agregar a la estructura universitaria dicha facultad.

En tanto que la ley 4413, promulgada el mismo 24 de marzo de 1956 al igual que 4412, planteaba que los cuatro cursos del segundo ciclo de la Escuela Superior de Peritos Contadores pasaran a formar parte de la Facultad de Economía y Comercio. Mediante la ley 4439 del 4 de mayo de 1956, en su artículo 4, se establecía darle el título de licenciados en ciencias comerciales a los  contadores públicos autorizados y a los peritos contadores de la Escuela Superior de Peritos Contadores, siempre y cuando tuvieran el exequátur y además le cambio el nombre a la Facultad por el de Facultad de Economía, Finanzas y Comercio.

 

La ley trujillista 5130 del 1959 le cambia el nombre a dicha facultad pasando a llamarse Facultad de Ciencias Económicas; la ley trujillista 5415 del 26 de diciembre de 1960 planteaba que la Escuela de Administración Pública pasara a ser una dependencia de la Facultad de Ciencias Económicas. A partir del 31 de diciembre de 1961, al aprobarse la ley 5778 que vino a ser como una suerte de ley orgánica para la UASD regirse como universidad autónoma, dejan de promulgarse leyes y emitirse decretos para reglamentar cada una de ellas aspectos relativos al funcionamiento de la estructura de la UASD y esta pasa a regirse por reglamentos internos propios.

No podemos soslayar y de dejar de decir que la creación de otro ministerio de educación y promulgación de la ley 139-01 va en contra de la educación superior pública.  Ahora bien, hablamos de la FCES en este artículo o  nos motivamos a hablar de ella, por la nueva orientación que está tomando con las actuales autoridades. Pudiéramos decir que recién instaladas las nuevas autoridades, algunas de las cuales ya habían ocupado curules inferiores en la burocracia académica, están mandando señales muy atinadas de revitalización de nuestra facultad. Según entiende el autor de este artículo, es un reencuentro con el discurso que tenía ella en otros tiempos.  Después de La Guerra de Abril, a raíz del Movimiento Renovador, la FCES asumió un discurso progresista llevando a debates temas importantes de la realidad social dominicana.

Al abrirse el Centro de Estudio de la Realidad Social Dominicana (CERESD) a mediados de los 70 bajo la dirección del Dr. Luis Gómez Pérez (graduado pero incursión en la economía), la FCES fue el centro de tres facultades (Facultad de Humanidades, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas y Facultad de Ciencias Económicas y Sociales) que aglutinaban a las ciencias y se convirtió en una facultad muy crítica. La Facultad comenzó a sufrir un eclipse a partir de mediados de los 80, con la apertura del modelo neoliberal, a raíz de la aplicación de las medidas acordadas con el FMI luego de las negociaciones de la deuda externa pública con este organismo internacional. Después de esos acontecimientos, el Dr. Luis Gómez salió del CERESD y fue reemplazado por el profesor Ureña R. de Humanidades, produciéndose luego el desmantelamiento del CERESD en la rectoría del Dr. Fernando Sánchez Martínez. Fueron los tiempos de las llamadas vacas flacas, recordando el sueño del faraón egipcio Ramsés II, interpretado por un adivino que se practicaba la oniromancia.

Sin embargo, hablamos de las vacas flacas refiriéndonos a otros tiempos porque el sueldo de los profesores de hoy día no está tan deprimido relativamente, aunque no ganamos sueldo de lujo los profesores que no ocupamos labores administrativas como pretenden decir algunos locutores de la Z101.4 F.M. La educación superior pública, al igual que la salud pública, necesita de otro tratamiento por parte del Estado, los médicos también merecen un trato digno.

El maestro Alexis Martínez y el Dr. Ciriaco, decano y vicedecano de la FCES respectivamente, le imprimen una nota a la nueva gestión que se inicia en dicha unidad académica. Al salir en defensa del pueblo dominicano, reclamando que se manejen con autonomía la AFP estatal. En realidad, los fondos de pensión no deben constituir un negocio privado, ya que nadie debe hacer negocios con dinero ajeno y ni tampoco ningún gobierno debe tener derecho a hacer nada con los fondos de pensión y del seguro médico de los trabajadores. En tal sentido, todas las AFP y las ARS deben ser estatales, pero sin que el gobierno tenga derecho a disponer de esos fondos para hacer lo que quiera con ellos, porque el dinero que se le descuenta a los trabajadores o servidores (tampoco los públicos como los privados) debe ser para fines de darles servicios a tales servidores y no para otros propósitos. Enhorabuena el autor felicita al personal de la dirección académica de la FCES que defiende la dignidad de los servidores dominicanos públicos y privados.

Hay rescatar el prestigio, como parte del legado de la UASD en la defensa del patrimonio público y en la defensa del interés social general. Necesitamos voces como las de nuestros decano y vicedecano, al igual como la Facultad de Ciencias de la Salud ha prestigiado a nuestra universidad y otras facultades, también. Al rescate del interés nacional más amplio todos.

Por Francisco Rafael Guzmán F.

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