La Magistrada Mirian Germán es una mujer que por su temperamento y luces ha mantenido un perfil público a la medida de su natural discreción y no es hasta el año pasado que, con el reconocimiento de la Presidencia de la República, seguido por su relevancia y manejo en el caso de Odebrech, que su nombre se nos hace familiar en la palestra pública.
Para una profesional de la justicia con 40 años de ejercicio ininterrumpido e inmaculado, la verdad que conocíamos muy poco de lo que nos representaba la Dra. German, y no es hasta que el Procurador General de la República, en un acto reprochable y públicamente televisado, la interpela con acusaciones basadas en anónimos y denuncias de último minuto ante el Consejo Nacional de la Magistratura y violentando el debido proceso en pleno, que tuvimos como país la oportunidad de apreciar la grandeza, entereza, fortaleza, valentía y panache que esta dominicana probada posee.
La secuela del desagravio ha sido de magnitudes insospechadas para sus perpetradores y el tajante repudio social ha colocado a la Jueza German en el peldaño que históricamente siempre ha merecido pero solo con su exposé ha logrado trascender mundialmente con una sincronía perfecta para exponer las verdaderas motivaciones de tal atropello, demostrando que todo tiene su hora y no hay mal que por bien no venga.