A poco más de dos años de la pandemia a nivel mundial, con su origen en China, aún los países luchan intentando recobrar su cotidianidad, y en ese proceso se han redoblado esfuerzos para disminuir los efectos de la COVID-19 en diferentes ámbitos.
En interés de priorizar acciones para contrarrestar los embates del Coronavirus, algunos Estados probablemente han descuidado cuestiones esenciales que afectan gravemente a grupos poblacionales.
Esta semana la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ofrece las cifras de que en América Latina el hambre se ha convertido en una «pandemia» paralela a la de la COVID-19, al alcanzar en 2020 a casi 60 millones de personas en la región, un 30 % más que el año anterior y la mayor cifra de los últimos 20 años.
Las implicaciones sociales y económicas que conlleva el letal virus inciden en disparar el hambre, y ante este cuadro preocupante se necesita reaccionar, haciendo lo necesario para proporcionar el acceso a la comida.
Atendamos al virus, pero evitemos otra pandemia peor.