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25 de abril 2024
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OpiniónFrancisco Rafael GuzmánFrancisco Rafael Guzmán

Entre consumo y libre mercado y una sociedad más justa

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Tantos mensajes nos traen  las redes, a cualquiera lo sorprenden con noticias que buscan el sensacionalismo. Hace varios años, Rolando Tabar Manzur me decía: no todo lo de internet es verdad.  Su aforismo o apotegma es muy válido, con el internet se pueden hacer diabluras, deformar realidades, presentan los problemas como si fueran de una magnitud mucho mayor de lo que en realidad son o suelen ser. Hace muchos días, veía como uno de estos pseudos comunicadores que aparecen en esos canales de internet que a través del WhatsApp y de otros servicios se publican y se divulgan a través chat, sobre la situación de Venezuela vi un video  y me hicieron creer que Maduro había sido derrocado. En los días sucesivos seguía el pseudo comunicador diciendo lo mismo. Ahora pasa algo semejante con Cuba. Según le dio a entender al autor de este artículo, un hermano suyo con quien hablaba, el régimen cubano estaba prácticamente derrocado. Busco noticias y efectivamente había o hay una multitud de cubanos protestando en  las calles y pidiendo “libertad”.  Para peor desgracia, se ven muchos jóvenes protestando contra el régimen. Cuanta diferencia tendrán esos jóvenes con los del Mayo Francés?

Ahora bien, falta saber si los no que están protestando son la abrumadora mayoría y entre ellos hay muchos jóvenes que saben que el sistema que viven es más justo y que no podemos lanzar un grito en favor del consumismo, porque ya la madre tierra lanzó su grito y se resiste a que sus ecosistemas no se protejan. Lo que pasó con el entierro de Fidel en el 2016, donde a todo lo largo del recorrido del recorrido con el féretro desde La Habana hasta el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, salían muchedumbres a gritar: ¡Fidel, yo soy Fidel! Eso decía mucho. Han cambiado tanto el nivel de simpatías en menos de seis años? Eso lo vamos a saber en cuestión de días o de horas.

Es una pena que los hábitos de un consumismo extremo, al que ha dado pábulo el desarrollo tecnológico agigantado que tenemos, el cual sumergiendo a las jóvenes generaciones en el individualismo extremo afecta su conciencia social y provoca además trastornos cognitivos, al habituarlas a la adicción a la cultura digital. Esto se da mientras estamos destruyendo la vida en el planeta, con el predominio de una economía de servicios la que estimula al consumismo y a la destrucción de los ecosistemas, al destruir espacios de las faunas salvajes y el tratamiento inadecuado de la fauna doméstica, entre otras cosas, lo que la eclosión de pandemias por zoonosis que afectan a toda la humanidad. No se resuelven los grandes problemas de la humanidad con que países como el nuestro se llenen de construcciones hoteleras, mientras el sargazo y los plásticos aparecen en las playas y los océanos, pero ni tampoco con que llegue cerca de 2 millones de turistas en seis meses, en medio de una pandemia que amenaza nuestras vidas.

De ese modo, a muchos jóvenes, mujeres y adultos de ambos sexos ni el bienestar colectivo  ni el futuro de la vida en el planeta les importa. Sin embargo, parece que se avizora  una luz al final del túnel porque aunque no todos los jóvenes y las mujeres que se lanzan a protestar lo hacen pensando en la colectividad, si los hay que piensan en ella y en el medio ambiente. Son portadores estos últimos de una conciencia social que reclama una sociedad más justa y democrática, pero no con una democracia caricaturesca, lo que implicaría un cambio sistémico donde la hegemonía del capital financiero no tenga espacio y el Estado no sea el mismo. Esa conciencia social  de esos jóvenes y mujeres reclama un cambio social, implica necesariamente la muerte de todo el sistema neoliberal y la estatización de la banca. Implicaría la eliminación de las AFP y ARS privadas, la ruptura de las Alianzas Público-Privadas como se le concibe hoy en día, que solo sirve para favorecer al capital y no para el bienestar de los ciudadanos en general. También controles de precios en el mercado, eliminación de acuerdos de libre comercio perjudiciales al interés nacional, nuevo código de trabajo que debe incluir escala móvil de salario y la eliminación de los depósitos en paraísos fiscales.

El autor ve que hay jóvenes portadores de una conciencia social no consumista, porque en el caso de nuestro país en los inicios de la pandemia un grupo de jóvenes denominado Bien Común presentó una propuesta muy coherente de soluciones a la situación de emergencia, no cree que sean los únicos y ni sea exclusivo de nuestra nacían el hecho de aparecer un grupo de jóvenes con ese estado de conciencia. El documento digitalizado con la propuesta de no menos de 8 páginas, presentado a la prensa, lamenta haberlo perdido. Cree quien escribe que una de las jóvenes que encabezó u encabeza ese grupo  es una comunicadora que responde al nombre de Natacha Mármol. Brillante fue esa propuesta, pero no parece que se haya vuelto a mencionar el colectivo Bien Común.

Francisco Rafael Guzmán F.

 

 

 

 

 

 

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