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19 de abril 2024
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Enrique Eusebio

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Nació el 20 de agosto de 1948 Santo Domingo, capital dominicana, y falleció  el 8 de noviembre de 2012 en su ciudad natal, a la edad de 64 años. Su apellido materno era Rodríguez.

Poeta, ensayista, editor y catedrático universitario. Terminó una licenciatura en Letras, lograda en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y Literatura en Madrid, España; completó además, un postgrado en Comunicación Lingüística y Literatura en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo. Publicaba una columna literaria en denominada “Crónica del buen sentido”, en el matutino Listín Diario y colaboraba con el suplemento semanal “Aquí” del periódico La Noticia. Laboró como profesor en el Departamento de Letras de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), impartiendo la asignatura Lengua Española, además Lingüística, Teoría y Crítica Literarias e Historia de la Literatura. Fue también Director de Publicaciones y de la Editora Universitaria de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; Editor-Director de la revista “Scriptura”, órgano del Departamento de Letras de la UASD; Director Fundador de la Editora Nacional de la Secretaría de Estado de Cultura (Hoy Ministerio de Cultura); Asesor y Consultor de publicaciones variadas; se hizo un experto en digitalización de libros virtuales, dirigiendo una Biblioteca Virtual con más de 50,000 títulos, de los cuales más de 500 eran autores nacionales.

 Enrique Eusebio perteneció al grupo de los poetas llamados de Postguerra, que como bien explica el escritor Simeón Arredondo: “Para el caso dominicano también tenemos una Generación de Posguerra, pero ésta se refiere a ese grupo de escritores que descolló en el mundo de las letras a partir de la gesta de abril del año 1965 y cuya historia es ampliamente conocida por algunos sectores de la sociedad”, compartiendo espacios con otros notables de su época, como Marcio Veloz Maggiolo, Andrés L. Mateo, Jeannette Miller, Mateo Morrison, Tony Raful y Ángela Hernández, quienes han alcanzado el anhelado galardón de Premio Nacional de Literatura; además de otros sonoros nombres que también dan brillo a la literatura nacional, como Federico Jovine Bermúdez, René del Risco Bermúdez, Iván García Guerra, Alexis Gómez Rosa, Norberto James Rowling, Antonio Lockward, Pedro Caro, Juan José Ayuso, Aquiles Azar, Rafael Abréu Mejía, Héctor Díaz Polanco, Enriquillo Sánchez, Miguel Alfonseca, Luis Manuel Ledesma, Miguel Perdomo, Rafael García Bidó, Franklin Gutiérrez, Soledad Álvarez, Radhamés Reyes-Vásquez y Apolinar Núñez, entre otros; todos ellos agrupados en diferentes círculos literarios, tales  como El Puño, La máscara, La isla y La antorcha.

Enrique Eusebio inició sus actividades literarias en el grupo literario “La Antorcha” en 1967 y con la publicación de su primer libro “Desde la presencia del mar, hasta el centro de la vida”; posteriormente publicó otras obras, cuyos títulos y temas fueron: “Poetas con Nicaragua” (Antología, compilación y notas); “Escritos Críticos” (Problemas de Lingüística y Semiótica en la Crítica Literaria Dominicana); “Consignas y Subversiones” (Poemas Experimentales); “Ruletarios” (Discos superpuestos capaces de generar más de cinco mil poemas distintos); “El formalismo ruso, la primera escuela de crítica textual” (Ensayo); “Inventos del Instante/Instantes Rotos” (Poemas). Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés y al inglés. Gran parte de su obra ha sido recogida por importantes publicaciones y antologías.

Recibió en vida, diferentes premios y reconocimientos nacionales como poeta y crítico literario. Debo destacar la calidad humana de este prohombre que en su tiempo gozó de ser uno de los máximos representantes de la poesía dominicana.

El recordado líder del Movimiento Cultural Universitario (MCU) , Jimmy Sierra, recuerda que Enrique Eusebio y él eran vecinos: el primero residía en Villa Duarte y el segundo en Los Molinos. Desde temprano, hicieron lindos proyectos, en especial, cuando Sierra le encargó la sección de literatura del MCU, y junto al primero buscó muchas manos que estrechar en aquellos tiempos difíciles, cuando sonreían al ver caer la lluvia y amaban con pasión el arte comprometido: en el teatro, en el cine, en la literatura, en la poesía… en aquel tiempo, dejaban seguir su paso a la vergüenza, al terror, a la sangre, porque sus casas estaban llenas de utopías, esperanzas y sueños, y nunca despertaron con las manos vacías. En el caso de Enrique Eusebio, en cada rincón sacaba su cabeza la poesía: Vigorosa, apasionada y tierno. Como todos, Enrique Eusebio era una mariposa volando contra el viento.

Finalmente, el poeta, ensayista y Premio Nacional de Literatura 2010, Mateo Morrison, nos cuenta que el 21 de mayo de 1967, Enrique Eusebio junto a Alexis Gómez, Soledad Álvarez, Mateo Morrison, Rafael Abreu Mejía y Amarilis Rodríguez,  entre otros, fundaron el grupo literario La antorcha. Posteriormente, Enrique Eusebio se integró al Movimiento Cultural Universitario bajo el liderazgo de Jimmy Sierra, lo que lo acercó a la problemática social sin dejar su concepto exigente acerca del quehacer poético. En lo personal, no publicaba un libro sin que él los revisará y presentó tres de sus últimas publicaciones. Enrique Eusebio merece una evaluación justa de su poesía auténtica y de sus ensayos penetrantes acerca de Lingüística y Literatura. Hablar de Enrique Eusebio es referirse al primer poeta de nuestra generación y en particular del grupo La Antorcha, del cual escribió un libro con todas las características de un texto exigente y preciso. Se trata desde la presencia hasta el centro de la vida, los que cometen el error de referirse a la poesía de posguerra o poesía joven como una obra sólo bélica desconoce ese libro pionero de nuestra tradición poética de la época.

Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS DOMINICANAS con un poema de Enrique Eusebio:

 Si ella es la ciudad

 Cómo se olvida la ciudad

cuando ella descalza la recorre,

estampa sus huellas para redimirse del polvo

y quema los inciensos en voces sueltas.

 Negada en su espíritu que vuela

en mágicas canciones:

por qué decirle ese camino

conduce a la nada,

como si esa palabra no significara

la razón de su existencia.

 Por qué negarle que ame todo

cuanto a su paso deja

si solo ella sabe de dónde viene

el secreto de las palabras

conque ilumina su pasión

por el aroma desmedido de las flores.

 Cómo se olvida que ella es la ciudad

cuando sin sus pasos tenues sobre el cemento,

las luces se hacen polvos si se va.

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