La liturgia católica y la tradición cristiana del pueblo dominicano entra en la Semana Santa para conmemorar la “pasión, muerte y resurrección” de nuestro Señor Jesucristo, empezando con la realización de rituales y eucaristías en las diferentes iglesias, en celebración del Domingo de Ramos que simboliza “la triunfal entrada de Jesús a Jerusalén”.
Como consecuencia del largo período de asueto, gran parte de la población urbana se retira vacacionar en playas, ríos, montañas y pueblos del interior. Ese masivo traslado genera cantidad de incidentes personales y accidentes en el tránsito con secuelas de heridos y muertos.
Para tratar de reducir ese tétrico resultado de cada año, las autoridades gestiona costosos operativos, a través de los medios de comunicación se emiten incesantes mensajes llamando a la prudencia al conducir, se reclama una tregua en el proselitismo político y se exhorta a reflexionar en el ejemplo de la vida, obra y pensamiento que nos legó Jesús de Nazaret.
Porque el incremento de la tensión en el manejo de las diferencias de criterios en torno a la reelección y los procedimientos para escoger los candidatos para los próximos comicios están desbordando la sensatez y la acostumbrada lucidez en el razonamiento político de la dirigencia peledeista, para dar paso a la emoción, la intolerancia y el ego propio de la pequeña burguesía, con lo cual se está proyectando un panorama nefasto para el futuro del PLD y del país.
Esta crítica situación obliga a los dos principales líderes (Danilo y Leonel), a sus cercanos colaboradores y a los dirigentes del PLD, a realizar un alto en las confrontaciones públicas y aprovechar el asueto de Semana Santa para realizar una seria reflexión en estas dos vertientes:
1.- Los ejemplos del PRD: a) La lamentable muerte del Presidente Guzmán (en 1982), que se atribuye a las intrigas e intolerancias prohijadas entre líderes de su Partido, b) En la negativa y frustrante cosecha que obtuvo el Presidente Jorge Blanco cuando (en 1986), obstaculizó el triunfo de Jacobo Majluta. c) Las consecutivas derrotas del PRD en los comicios de 1990 y 1994 productos de la división entre Peña Gómez y Majluta. d) En la gran reducción de la membresía y peso específico del PRD en la sociedad.
2.- Los aleccionadores triunfos electorales del PLD (1996, 2004, 2006, 2008, 2010, 2012 y 2016) que, inequívocamente, son resultados directos de: a) El trabajo mancomunado y la conducción en equipo de las estrategias. b) La unificación de criterios en los procedimientos políticos internos. c) Subordinación de los intereses particulares a los intereses generales del Partido. d) Priorizar la unidad en la diversidad. e) Respeto a las decisiones aprobadas, democráticamente, en sus órganos de dirección.
Al reflexionar en esas dos realidades de la historia política de nuestro país, se observa que la primera conduce al fracaso, a la derrota, a enlodar y defraudar la memoria del prócer Juan Bosch, creador y guía espiritual del PLD, y a perder la confianza que el pueblo dominicano ha estado depositando en la madurez, capacidad y positiva experiencia política de los peledeistas.
Esta Semana Santa es un escenario propicio para reducir a su mínima expresión la crispación y ruidos negativos que corroen las entrañas del PLD, para reflexionar seriamente sobre este dilema peledeista:
- a) Continuar con la confrontación es el camino de la división y la inexorable derrota política en el 2020. b) Usar la razón, la acostumbrada prudencia política y consolidar la unidad en la diversidad es el tránsito seguro hacia otro contundente triunfo electoral.
Entonces, para evitar “sentarse ante el muro de las lamentaciones”, es justo y necesario el triunfo electoral del PLD en las próximas elecciones. Así se evitará el retroceso y al mismo tiempo será la continuación de un país que avanza, que disfruta de paz política, estabilidad y crecimiento de la económica, respeto a los derechos humanos, fortalecimiento de las libertades, del sistema de partido y de la gobernabilidad democrática en nuestro país. ¡Qué así sea!
Por Juan López