La JCE, cargando su negativo fardo por la irresponsable anulación de las elecciones municipales del pasado 16 de febrero, procedió a reprogramar dichos comicios para el próximo 15 de marzo.
Esa desacertada e histórica anulación, verdadera vergüenza internacional, recibió la repulsa de los partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y una importante franja de la juventud y artistas dominicanos que, mediante significativas manifestaciones ante la JCE, expresaron su justo repudio y válidos reclamos por una explicación del sabotaje a los equipos que se usarían para el voto automatizado, e identificación de los autores materiales e intelectuales para aplicarles todo el peso de la ley por la criminal pretensión de burlar la voluntad popular.
Por la evidente incapacidad de la JCE de esclarecer lo acontecido, el gobierno se vio compelido a recurrir a la OEA e instituciones internacionales para que, con una exhaustiva investigación, puedan develar esa perversa acción y sus autores.
Es absolutamente imprescindible para que la JCE recupere la credibilidad y confianza para ser legítimo árbitro de los procesos electorales del 15 de marzo y 17 de mayo, que ambos comicios se realicen en formas equitativas, pacíficas y transparentes para que el pueblo elija, libremente, las autoridades municipales, congresuales y presidenciales para el período 2020-2024, en fiel cumplimiento de nuestra Constitución.
Con el propósito de retomar los mecanismos institucionales para convertir esos comicios en una verdadera fiesta de la democracia, resulta obligatorio que sediciosos grupúsculos suspendan sus acciones provocativas (insultando, tocando cacerolas, etc.) contra los candidatos municipales del bloque PLD y partidos aliados.
Es oportuno enfatizar que las elecciones se ganan conquistando adhesiones y votos a través de propuestas, trabajando de cara a los electores y mostrando las competencias y perfiles políticos de los candidatos.
Las provocaciones y violencias sólo producen estériles enfrentamientos con secuelas de heridos, muertos y lutos, lo cual afecta el sistema democrático, la paz social, la estabilidad macroeconómica, la buena imagen de la R. Dominicana y el promisorio futuro de bienestar que merecen el pueblo dominicano.
Las elecciones municipales deben realizarse en las fechas pautadas por la Constitución en formas libres y con resultados que reflejen la voluntad popular y los avances democráticos del pueblo dominicano.
Sin titubeos ni blandenguerías, este 15 de marzo, necesitamos la celebración de elecciones municipales pacíficas y transparentes por el bienestar de todos.
Por Juan López