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18 de abril 2024
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OpiniónRoberto LafontaineRoberto Lafontaine

Elecciones en el Colegio Médico Dominicano, elementos para la reflexión

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“Quienes critican los procesos históricos de lucha del Colegio Médico Dominicano (CMD), coinciden con el discurso y las acciones del gobierno de turno en contra de los médicos”.

Desconozco el autor de la máxima, y las circunstancias primas que estimularon la formulación, ahora bien, al ser usada como pensamiento de presentación del candidato de una de las fuerzas en pugna para asumir la dirección del CMD, revela las influencias del pasado en el  proceso de cambio en el ordenamiento de un sector salud, que en la última década del pasado siglo no daba respuestas a la demanda del derecho a la salud de la población ni a las aspiraciones de crecimiento profesional y humano del médico en correspondencia a la dedicación al ejercicio de esta digna profesión.

Antes de reflexionar sobre la certidumbre de esta premisa, es pertinente señalar que ha sido el soporte estratégico para encender las pasiones y conquistar el sentimiento del colectivo colegiado, al extremo de que la identificación de la plancha contraria con el gobierno de turno se convierte en principal objetivo de campaña, y el número de huelgas realizadas en factor de éxito de una gestión.  Por lo que no es extraño que esté presente de cara al venidero torneo electoral en el CMD.

Todo cambia, excepto el cambio continuo de los organismos biológicos y sociales, y el deseo del ser humano de objetivar en sus condiciones de vida el trabajo que diariamente realiza.  Lo propio ocurre por estímulo a lo interno del sistema, emanado por una respuesta insuficiente a sus propósitos y/o por estímulo externo debido a cambios en el entorno.

Ambas situaciones convergieron en la última década del pasado siglo, y se evidenciaron con el deterioro galopante de los indicadores de salud y el empobrecimiento del colectivo médico en el mismo instante de la historia que los descubrimientos en las ciencias y las tecnologías, más el despertar de la conciencia social en el tema de los derechos consustanciales a la condición humana presionaban la reorganización de los servicios de atención a la salud.

Para dar respuesta a la situación, se cambió el marco normativo para posibilitar el cambio de visión del modelo de atención hacia la preservación del estado de salud per set, con enfoque centrado en la comunidad y las personas.  Lo propio impactó el concepto de hospital, posibilitando su transformación en empresas sociales de Estado, cuya misión sustantiva es la producción de servicios de salud rentables a los fines de los colaboradores, médicos entre ellos, con fuente de financiamiento autosostenible producto de la venta de servicios en vez del presupuesto de la nación.

No era posible avanzar sin llenar el vacío de una contraparte para encarar el ordenamiento de los servicios médicos a los fines de hacer funcional el modelo planteado. Para lo propio se crea la Ley de Colegiación Médica, posibilitando la transformación del antiguo gremio en una corporación cuyo propósito está vinculado al ordenamiento del ejercicio de la profesión médica, asesora del poder ejecutivo en esta materia, lo cual abarca, pero va más allá de un gremio cuyo fin es mantener la lucha reivindicativa salarial. Nace así el CMD.

No se puede obviar al reflexionar sobre los cambios en el entorno de la salud los avances en la tecnológica, por la presión en la demanda de nuevas competencias para el ejercicio de la profesión médica y el incremento del costo de las condiciones mínimas necesarias para su ejercicio.  Al extremo tal que, para dar respuesta a la complejidad del perfil epidemiológico el Estado ha tenido que financiar la renovación del parque tecnológico, tanto en equipos como en medicamentos.

Todo lo anterior se da bajo la presión de una verdadera revolución de la conciencia social, en la que la salud deja de ser vista como una dádiva sujeta a la discrecionalidad de los administradores de los recursos estatales, pasando a ser exigida como un derecho consustancial a la dignidad de la condición humana en todas las fases de la vida,

La complejidad del sistema de salud en la postmodernidad ha impactado el fundamento mismo del ejercicio de la profesión médica.  Hoy tiene más peso la mejor evidencia científica disponible que la razón fisiopatológica al momento de evaluar los resultados de las intervenciones en las personas, al extremo de comprometerse, tanto el patrimonio personal del médico y la institución que lo acoge.

Al obviar los cambios mencionados, las sucesivas directivas del CMD en las dos últimas décadas han formulado procesos de lucha reivindicativa de espalda a los mismos, por lo que han llevado al colectivo colegiado la trampa de pensar que los aumentos salariales logrados servirían para financiar sus expectativas de crecimiento personal y familiar.  Un imposible cuando el sistema no da respuestas a los propósitos de su existencia.

Nadie puede negar el pasado glorioso del CMD, pero tampoco que en veinte años de lucha reivindicativa la masa crítica de médicos se ha empobrecido; nadie puede negar que los indicadores evidencian que el derecho a la salud, en vez de ser otorgado fundamental, le es negado al conglomerado humano; mucho menos se puede negar que es impostergable colaborar con los esfuerzos por el reordenamiento del sector salud.

No es intención de insultar al médico insinuando o sugiriendo cual plancha seleccionar de las dos que terciarán en las elecciones del próximo 13 de noviembre para dirigir el CMD durante el periodo 2020-2022, dista mucho de la intención de la presente la reflexión.  Pero si contribuir a la reflexión sobre los tópicos mínimos que deben ser contemplados en una oferta programática que tenga por finalidad la dignificación de las condiciones materiales de existencia del médico en la República Dominicana.

Si este propósito ha sido logrado, he de darme por satisfecho.

 

Por: Roberto Lafontaine

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