El pasado proceso de primarias del 6 de octubre de los partidos políticos, especialmente referido al PLD, se mostró una profunda distorsión de las encuestas.
Aunque la gente deposita su confianza en creer que en realidad se mide la real simpatía o tendencia de los electores, la mayoría de ellas parecen tener el propósito de posicionar a los candidatos para los que trabajan. Muchas son un engaño a la opinión pública.
Tenemos un escenario electoral que muestra mucho desapego a las organizaciones políticas, y es probable que la influencia de los candidatos termine siendo la que movilice la decisión final del voto. Y justo ahí es donde se requiere del trabajo serio y profesional de las encuestas.