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24 de abril 2024
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OpiniónFrancisco S. CruzFrancisco S. Cruz

“EL último caudillo ilustrado” y su afán…

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El expresidente Leonel Fernández, desde el 2019, viene ensayando variopintas narrativas políticas-coyunturales en su afán de una gravitación política-electoral que se le hace cuesta arriba coronar: volver a ser presidente. En ese trajín ha sido capaz de resucitar el fantasma o figura del “fraude electoral”, protagonizar correrías callejeras en “defensa de la Constitución” -la suya de 2010-, hacer oposición a su otrora partido de gobierno -2012-2020-, reinventar la vieja y recurrente figura del transfuguismo cuasi parecido al  Balaguer -1996, balotaje-; o, en un arrebato de trovador o publicista, crear el mote de “aguacate” para marcar, cual reses, a los remanentes que dejó en el “viejo instrumento” como suelen llamar al PLD los izquierdistas de derecha -a lo sumo dos: Gedeón-Manolo- que le acompañan en la franquicia-bisagra “comunista” que le arrebató a Gonzales Espinosa que todavía se pregunta, con la mano en la cabeza, cuándo fue que hizo el trueque…..

Todas esas maromas políticas narrativas, el expresidente la ha venido ensayando y ejecutando en su afán político-estratégico o leitmotiv: evitar que el PLD vuelva al poder sin importar lo que se lleve de encuentro; o, como hizo en el 2020, pactar con sus detractores políticos al punto de ser, hoy, reo y compromisario; y en su imaginario, hasta “líder de la oposición” en un libreto digno de hazmerreir. Será que, también, el tres veces presidente quiere ensayar daltonismo político: ¿ser gobierno y oposición a la vez? Quien sabe.

Ahora vayamos al objetivo último de las narrativas políticas del expresidente. Sencillo, la idea es de 2020: tratar de romper la polarización política-electoral PRM-PLD. Y en ese afán o trajín, el “caudillo ilustrado” y conceptualizador de alto vuelo -otrora selectivo-descalificador- ha descendido a decimero rupestre.

No obstante, el estado político-electoral-situacional del tres veces presidente lo podríamos sintetizar a partir de sus últimos números registrados en la JCE: octubre-2019 -casi 900 mil votos-, abril-2020 -144 votos-, julio-2020 -casi 300 mil votos-. De aquellos 2 millones de votos que tenía, dizque en sus bolsillos, nadie ha podido contabilizar más que juramentaciones de reciclajes, photoshop y otros trucos publicitarios.

No sabemos, si el expresidente se está creyendo su libreto oposicionista y obviando que su nicho en el PLD se agotó o, que, para disimular y ser creíble (en su cuento-relato oposicionista), debería romper su alianza con el PRM y soltar el canto de la sábana. Por supuesto, que esto último, por más juego oposicionista que ensaye, no está en juego porque me temo que, como en el 2020, ya tiene candidato.

A los peledeístas, dirigentes medio y de las bases -a esos mismos que el hombre de los “aguacates” dice “querer mucho” (pero fue capaz de contribuir a su desempleo)- y a algunos de la cúpula -asustados-, les digo que no sueñen con una improbable alianza FP-PLD, pues no es de poco trámite lograr un divorcio canónico y menos cuando el objetivo del engaño es tan evidente. En otras palabras, Leonel Fernández -expresidente -luces y sombras (¡como todos!)- lo cegó aquel error que, Mohammad Ali, supo evitar: retirarse a tiempo.

Finalmente, el caso del presidente del PLD -expresidente Danilo Medina-, resulta sencillo: cuando asome la trampa de la rehabilitación -porque lo intentarán-, aférrese más a su partido y a los cuatro que hasta ahora aspiran; y así estará escribiendo el epitafio del “…último caudillo ilustrado”. Por demás, sigas juramentado y aupando el relevo de liderazgos que el país se lo agradecerá. Eso de caudillo y candidato eterno, dejémoselo al expresidente y su coro de izquierdistas de derecha y vinchista-trujillistas.

 

Por Francisco S. Cruz

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