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25 de abril 2024
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OpiniónEnrique Alberto MotaEnrique Alberto Mota

El show del Congreso

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El Congreso Nacional,  sede de uno de los poderes del Estado, había sido escenario de algunas lamentables páginas de nuestra historia política, pero, hasta hace apenas unas semanas, casi todas habían tenido lugar en el hemiciclo, en las salas de sesiones donde los legisladores están supuestos a ejercer las funciones para las que fueron elegidos por el pueblo.

Ahora la cosa es diferente. Las acciones se han producido frente y en los alrededores del edificio  del Congreso, y los protagonistas han sido representantes de los más variados sectores de nuestra sociedad.

Por esos espacios, militarizados por momentos, han desfilado políticos, empresarios, cantantes, artistas plásticos, exjefes de la Policía, exmiembros de la Suprema Corte de Justicia y muchos otros personajes de distintos ámbitos de la vida nacional, con el propósito de evitar  que nuestros legisladores cumplan con el rol que les asigna la Constitución de la República, que es el de decidir la conveniencia o no de cualquier iniciativa que nazca de ellos o llegue a las cámaras por las vías contempladas en la misma Carta Magna.

Es decir, que los legisladores han sido partícipes de manifestaciones que buscan evitar que ellos mismos cumplan con el rol sagrado que les asigna la Constitución que dicen defender y privan a sectores de la población de ejercer el derecho propio de todo ciudadano en un régimen respetuoso de las libertades públicas, aunque digan actuar en defensa de la democracia.

En los últimos días, las cosas han ido más lejos aún. Al lugar se han presentado líderes políticos de distintos litorales (como se dice ahora)—y otros dicen que lo harán–, con el poco disimulado propósito de concitar adhesiones para sus respectivas causas, y sacar capital político de la situación, una especie de actividad proselitista fuera de la campaña electoral y sin el control ni la anuencia de la Junta Central Electoral.

Luis Abinader, precandidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno,  tan pronto se percató de la importancia que han cobrado las manifestaciones, convocó a sus seguidores y se presentó al lugar, con el propósito de dar la impresión de que todo lo que allí sucedía era producto de sus iniciativas y su popularidad.

Ni corto ni perezoso, el expresidente Leonel Fernández anunció inmediatamente que asistiría al nuevo escenario político, para impedir que Abinader pudiera resultar ganancioso de una situación de la cual él (Leonel) ha sido el principal promotor.

Otros políticos de menos categoría han utilizado el escenario para tratar de adquirir un protagonismo que no les da ni el número de sus seguidores ni la profundidad y seriedad de sus posiciones ante la problemática nacional.

En resumen, en este escenario se han producido las más diversas actividades, como, por ejemplo, iracundos pronunciamientos de políticos en contra de una posible reforma constitucional, aunque muchos de ellos han apoyado en el pasado iniciativas similares, y en otros casos hayan adoptado posturas que no están en consonancia con la que ahora asumen.

Asimismo, ha habido amenazas de antiguos integrantes del Poder Judicial, profesionales del derecho y exautoridades policiales que, en su momento, han sido repudiados por la misma población con la que dizque hoy hacen causa común, por sus actuaciones y pronunciamientos contrarios a las leyes y al clima necesario para la convivencia armónica.

O sea, así como ha habido manifestaciones serias, espontáneas, de personas verdaderamente preocupadas por el destino del país, también se han registrado actitudes acomodaticias, propias de una gran farsa, con las que sus autores solo persiguen sacar provecho personal y asumir posturas nada cónsonas con su proceder anterior, un verdadero y lamentable show.

Por Enrique Alberto (Tuto) Mota

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