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19 de abril 2024
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OpiniónManuel CruzManuel Cruz

“El Senado Romano en el PLD”

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La riqueza histórica de Roma, el legado de sus instituciones políticas y jurídicas, sus guerras, sus conquistas y; la grandeza, estridencias y vejámenes de sus monarcas, cónsules, dictadores y emperadores han logrado que aun 16 siglos después de haber caído el imperio romano de occidente; Roma sea referencia obligada de la política global del siglo XXI. Sin embargo, la historiología y los tratadistas casi en su totalidad se han concentrado en resaltar a los monarcas y los césares y, han dejado cuasi-olvidado el gran papel que jugaron los Senadores en la construcción y en el ocaso del imperio más poderoso que ojos humanos han visto.

 

El Poder del Senado.

 

A pesar de que su mayor poder y esplendor lo ejerció en la era republicana, señaló el historiador y jurista alemán Wolfgang Kunkel que el Senado se concibió como un órgano consultor; “desde el mismo instante en que Rómulo fundó a Roma en el monte Palatino”. Empero, ese órgano que en la monarquía estaba compuesto por 30 patricios uno por cada gens, llegó a tener 900 miembros y acumuló tanto poder que en muchas ocasiones el acceso, el ejercicio y la permanencia de los gobernantes dependía de su buena relación con ellos. Dicha aseveración se puede confirmar en las biografías de Tiberio, Calígula, Nerón, Domiciano, Adriano, Cómodo y Julio César; del historiador español José Manuel Roldán.

 

Por tal razón, si extrapoláramos el Senado de Roma a República Dominicana, indefectiblemente tendríamos que concluir diciendo; que ese es el comité político del PLD. Por consiguiente, si hiciéramos un símil se podría observar que ambos nacieron y evolucionaron con las mismas características. El Senado romano, de simple órgano consultivo pasó a ratificar las leyes, a dirigir la política exterior, las finanzas y la religión, al igual como el comité político hoy es el organismo de mayor poder en el país. Asimismo, ambos nacieron de dos grupos selectos, matizados por corrientes antagónicas (optimates y populares) y, casi todos sus miembros solo han sido leales al reflejo de sus espejos. Por eso, el 95% de los dos cayeron en la misantropía.

 

La Llegada de los Plebeyos.

El escritor e historiador ruso Isaac Asimov describió que en el año 494 a. C., “la plebe romana amenazó al Senado con la creación de una nueva ciudad plebeya en el monte Aventino”. En efecto, el dictador Manio Valerio Máximo propuso a los patricios sacrificar algunos de sus privilegios y darle entrada al llamado (Tribuno de la Plebe); concebido para defender a su clase. Ese ejercicio del pragmatismo político también fue implementado en el PLD, a partir del VI Congreso Profesor Juan Bosch. Con el agravante, de que al Senado romano llegaron plebeyos ricos, guerreros y defensores de Roma y, al PLD llegó de todo junto con un grupo de filibusteros reformistas.

 

Dentro de ese heterogéneo concierto de intereses, la gran mayoría de sus miembros cree que el comité político es la (Sociedad Fabiana) del siglo XXI y no el Club de Bilderberg dominicano y, el laboratorio electoral más mortífero de toda nuestra historia. Por ello, hasta los cientistas más liberales como Habermas, Sartori, Dahl, Elster, Arendt, Duverger y Schumpeter etc, coinciden en que el único objetivo de un partido es la vocación del ejercicio del poder; todo lo demás es solo filosofía estoica. Aunque hay que agregar, que en algunos casos su desconexión partidaria es tan protuberante, que defenderlos sería convertirnos en los abogados del diablo.

 

El Senado y la Lucha de dos Césares.

Con la caída de Tarquinio el Soberbio en el 509 a. C., inmediatamente con el advenimiento de la república el Senado de Roma entró en un profuso y continuo proceso de intestina división de facciones. En virtud de ello, el ejercicio de un gobierno encabezado por dos cónsules y el nombramiento de los dictadores propició de manera natural estas divisiones. Máxime, por la institucionalización de la sucesión hereditaria. Es esa misma engorrosa situación por la que atraviesa el comité político; toda vez que, al igual como lo hizo el Senado romano en muchas ocasiones, tendrán que darle muerte política a uno de sus dos césares en aras de mantenerse en el poder.

 

En ese sentido, estoy seguro que muchos se estarán preguntando: ¿Puede el comité político diezmar las aspiraciones de uno de sus césares y seguir en el poder? La respuesta es simple, las bromelias florecen al morir su compañera. Por tanto, el comité político tendrá que elegir fuera del deseo al emperador de mayor simpatía, el de menos tasa de rechazo, al de mayor capacidad de gobernanza inmediata con los poderes fácticos y, al que genere mayor intensión de votos para ganar en una 1ra vuelta. Sin importar, si el que tenga que morir provoque ríos de llantos como señala Tácito que hizo el pueblo de Roma; cuando el Senado salió de Julio César y Nerón.

Autor: Lic. Manuel Cruz (M.Sc.)

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