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19 de abril 2024
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OpiniónCarlos Martínez MárquezCarlos Martínez Márquez

El retorno de Don gato y su pandilla por América latina

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’La injusticia es humana, pero más humana es la lucha contra la injusticia’’.Bertolt Brecht

Cuando  niño poseía una gran cantidad de recursos que me mantuvieron alejado de disturbios y bellaquerías, en mi mundo infantil de tanta imaginación. Los cartones animados me ocuparon por mucho tiempo, y fueron mi tabla de salvación para evitar ser  sometido a la obediencia.  El oficial matute, hombre lleno de bondades y de carácter noble, cuyo personaje, llego a tomarle cariño a la pandilla de don gato, era el llamado a establecer el orden, tratando de mantener bajo control, al estafador de don gato y sus cachanchanes.

Las aventuras de estos traviesos felinos, fue encabezada por el hábil orador de color amarillo y chaqueta morada, don gato. Se encuentra con su alicate, Benito, de patitas cortas y habilidoso y por demás, chillón, con su tono de voz de ‘’pendejito’’, es quien llegara a convertirse en un gran confidente de don gato; la cuestión es que eran los artífices de alentar al resto de la pandilla, a maquinar, para cometer sus fechorías. La pandilla era un clúster de intelectuales, en la que cada quien, tenía cualidades extraordinarias y en sus andanzas por las calles; llegan al callejón de los límites y pasan a ser los más excelsos justicieros delincuenciales de la ciudad de Nueva York. En la agenda de estos personajes, era poner límites a la expresión expansionista de la clase ideológica del crimen organizado, que envuelve la política de lo ilícito.

Este grupo llevaba consigo una receta homogénea y horizontal, en la que coincidían en poner freno a lo inaudito y al desorden de la ciudad. Hoy, reaparecen, en pleno siglo 21, con una nueva mentalidad, creando un patrón sistemático en contra de la corrupción deliberada, para abrir las posibilidades de desarticular el  priorato delictivo que mantiene mancillados a los frágiles e indefensos ciudadanos latinoamericanos. Por la depravada e insensata corrupción de apandillados, las aguas llegan a  niveles abrumadores, desbordando la paciencia, erosionada por las injusticia social, generadas por las mentes obtusas de quienes dirigen la política y la economía. Don gato, y sus sequitos de alta fidelidad, llegan al vientre de América latina, para auscultar los latidos moribundos y el estertor que a leguas se escucha  por todo lo ancho del océano atlántico; ya no caben más suplicas y los pueblos imploran a la divina providencia que les tienda una mano. El tío Sam, les encomienda, la diligencia a don gato y pandilla, para imponer su fuero, mediante una agenda que busca radicalizar con  sanciones, a todo aquello que trate de imponer un orden de izquierda-socialista, que conduzca a una posible opresión innecesaria y de inútiles reivindicaciones sociales, en la que los pueblos no encuentren amparo en la legitimidad, en la que fluya la igualdad de pensamiento y  el derecho a una vida decente.

El Cono sur- (una parte), está en el ojo del huracán, encabezado, por la nación latino americana más rica del planeta, Venezuela; le sigue, probablemente, el indio de Bolivia, Evo Morales, quien al parecer está intentando forzar con una nueva reforma para la reedición de un nuevo mandato, ya en Nicaragua, ha habido violentos disturbios en la que todavía se están contando los muertos; en Ecuador, sale de prisa del país Rafael Correa para Bélgica y no se atreve a regresar ni por asomo, porque habría dejado casos pendientes con la  justicia, tras la asunción de quien le sucediera al puesto y de su mismo entorno del partido que encabezo el propio Correa, el actual mandatario, Lenin Moreno, y que el propio Moreno se vea en la obligación de ‘’echarle’’ el guante- me parece que el imperio, y las demás naciones aliadas…estén trazando una agenda en donde la presión aumente en los gobernantes, buscando atizar el fuego que genere una reacción en cadena y que la violencia sea el propio combustible que les tienda una trampa, en la que queden encerrados sin posibilidad de sofocar el siniestro. La política está cambiando y los pueblos ya no son tan tontos. Esta es una guerra que hay que lucharla con suma  inteligencia y con cabeza fría. El horno está que arde, y las galletitas, se pueden achicharrar, si se les da más tiempo de cocción. Ojala, don gato, juegue esta vez, un gran papel, en un caso tan difícil, y a la pólvora, no se le puede encender un cigarrillo de cerca. Suerte para la pandilla.

Por: Carlos Martínez Márquez

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