Sobre el escabroso tema de las primarias, de si deben ser abiertas o cerradas…, se ha derramado un inmenso caudal de tinta, encabezando el asunto, por largo tiempo con sus titulares, y como noticia preponderante, a todos los periódicos dominicanos.
Mientras que de acuerdo a sus conveniencias, unos apoyan que sean abiertas y otros que sean cerradas… Los primeros las prefieren abiertas porque consideran que dentro de sus partidos, actualmente no cuentan con el favor de la mayoría de sus militantes, y los segundos porque creen que si cuentan con dicho apoyo.
En el caso del partido oficial, los que están con el danilismo, apoyan públicamente que estas sean abiertas, con la posible intención de poder derrotar a sus contrarios, los leonelistas, por las razones expuestas más arriba, con el voto de los de afuera.
En el antiguo PRD apoyan primarias abiertas por la complicidad manifiesta con el gobierno de Danilo, mientras que en el PRM, apoyan que sean serradas por las mismas razones del pugilato interno.
Por el peso de la corrupción gubernamental y de la sociedad en general, con su maligno espectro moviéndose entre bastidores, al precario sistema democrático imperante, lo que menos le conviene es que las primarias sean abiertas, ya que esto sería como “pan comido” para los que detentan el poder, por estos contar con los vastos recursos del Estado para usarlos, obviamente a su favor, en tales eventos.
Como es obvio, en mi opinión, las elecciones primarias no deben ser abiertas, ya que se prestarían a ser manipuladas desde fuera de los partidos, por los gobiernos de turno, por la delincuencia organizada y otros sectores adinerados ajenos a la militancia partidaria, lo que no tiene nada que ver con la democracia interna de los partidos.
Obviamente que en el interés de las primarias abiertas está involucrada la figura presidencial, aunque no se sabe con certeza si es con el fin de apuntalar una hipotética reelección o asegurar con el voto de fuera el triunfo de un precandidato de su entorno.
Por José Flández