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18 de abril 2024
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OpiniónCésar FragosoCésar Fragoso

El progreso está matando la gente, la flora y la fauna del país

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Hace unos días yo les preguntaba si ustedes se habían dado cuenta de lo mucho que había progresado la República Dominicana y les ponía el ejemplo de mi pueblo, El Valle, de la Prov. Hato Mayor, el cual había pasado de ser un pequeño campito, a convertirse en una comunidad de millares de personas, que disfrutan de todas las comodidades y beneficios del desarrollo y la tecnología del momento.

Estoy seguro de que muchos de los que me honran con su lectura disfrutaron al ver como sus pequeñas comunidades de ayer, son las grandes ciudades de hoy, llenas de gente, con muchas viviendas, enormes edificaciones, negocios por doquier, vehículos por todas partes, acueductos, sistemas cloacales y otros aspectos propios del desarrollo.

Lo más normal es que ustedes, al igual que yo, hayan celebrado el acontecimiento y, mediante anécdotas contadas en encuentros familiares, los más viejos les hablaran a los de menos edad de la gran diferencia de antes y la actualidad.

Los que son del interior, probablemente les contaron de lo hermoso que era el campo, lleno de árboles, con unos ríos tumultuosos donde iban a pescar carpas, camarones e hicoteas.

Seguramente les dijeron que las guineas, las palomas, tórtolas, rolas, perdices, cotorras, pericos, ciguas palmeras y muchas aves más, se veían en grandes bandadas y que a ustedes, al igual que a mí, les encantaba ir de cacería.

Estoy seguro de que uno u otro hasta les contó a sus hijos, ya mayores, por supuesto, y a sus nietos, que en nuestros bosques habían puercos salvajes, los cuales llamábamos puerco espín y que matar uno de ellos significaba un acto de valentía, pues los mismos eran fieros defensores de sus vidas.

Asimismo, los que residían en ciudades más grandes, como la Capital, San Pedro de Macorís y Santiago, por citar solo tres, trajeron a su mente los viejos tiempos donde se caminaba frente a un mar limpio, con una vista preciosa libre de basuras.

Los Capitaleños y Petromacorisanos recordarán lo mucho que pescaban y disfrutaban de las cristalinas y ricas aguas de los ríos Ozama y el Higuamo, asimismo, los Santiagueros habrán pensado cómo se divertían haciendo lo propio en el otrora poderoso río Yaque del Norte.

Wao, que lindos tiempos aquellos, verdad que sí?. Los recuerdan?.

Es una pena que los mismos solo vivan en las memorias de los más longevos o en algunas fotografías, posiblemente en blanco y negro, en las que no se puede apreciar la belleza del verdor de las plantas y el colorido de las flores.

Mi gente, lamentablemente, nosotros nos hemos encargado de ir, poco a poco matando la flora y la fauna de nuestro país, con lo que también estamos haciendo un daño incalculable a las nuevas generaciones de dominicanos y dominicanas que habitan en esta maravillosa parte de la isla Hispaniola.

Al llenar nuestras ciudades de inmensas edificaciones de concreto, nos hemos encargado de secar los ríos con la extracción de la arena, vital para su corriente de agua.

Asimismo, al verter en sus caudales las aguas negras que nuestros desechos generan, estamos matando los peces y demás habitantes de los ríos, al tiempo que convertimos sus aguas en dañinas para los seres humanos.

También, hemos talado los bosques para aprovechar su madera y usamos el suelo para el cultivo de alimentos, con lo que contribuimos a dejar la tierra sin protección a la erosión, haciéndola cada vez menos productiva.

Con la deforestación acelerada que hemos hecho, poco a poco se han eliminado las aves y demás animales e insectos que los habitaban, por lo que nos encargamos de dañar de manera irremediable el medio ambiente ya que, hasta el más insignificante insecto, juega un papel preponderante en la vida de los bosques que nos circundan.

Acaso ustedes no saben que las flores de las plantas no pueden dar frutos si no son polemizadas por las abejas, murciélagos, aves y todos los insectos que chupan su néctar?.

De igual manera, las aves, roedores y demás habitantes del bosque no pueden vivir sin las plantas y eso mismo pasa con los ríos que llevan el agua que asegura la vida de los seres humanos.

En el caso de mi pueblo, El Valle, Prov. Hato Mayor, uno de los graves males que les ha traído el desarrollo, es la construcción de unas cloacas, a cuyas tuberías la inmensa mayoría se han conectado pero que, hasta el momento, no le han hecho una planta de tratamiento.

Ese sistema cloacal fue iniciado, y no terminado, por el Gobierno de Hipólito Mejía en el 2000-2004. Sus residuos cloacales van a parar al río Yabón el cual proporciona el líquido que consumen los habitantes de Sabana de la Mar y, ni las autoridades de Leonel Fernández, ni las de Danilo Medina, se han preocupado por hacer dicha depuradora de aguas negras, tan imprescindible para la vida de humanos, animales y plantas.

Es cuestión de tiempo para que unas 30 mil personas que viven en El Valle y Sabana de la Mar, sean afectadas por las enfermedades causadas por los desechos humanos.

Si bien es cierto que es una responsabilidad de los gobiernos la parte que tiene que ver con las construcciones de las plantas de tratamiento, no menos cierto es, que todos los dominicanos debemos unirnos al Estado para que, juntos, tomemos las medidas que sean necesarias para tirar menos basuras al mar, cuidar nuestros bosques y proteger los ríos que nos dan la vida.

Juntos, debemos evitar que el progreso siga matando la gente, la flora y la fauna del país

 

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