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25 de abril 2024
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OpiniónJuan Cruz TriffolioJuan Cruz Triffolio

El primero de febrero y los catorcistas de Salcedo

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El día primero de febrero tiene una connotación especial para un grupo de aguerridos salcedenses, específicamente para aquellos miembros del Movimiento Clandestino 14 de Junio, quienes en 1960, fueron apresados y conducidos al oprobioso centro carcelario y de torturas conocido como La 40, ubicado al Norte de la capital dominicana, en una otrora lujosa residencia, bautizada como «Rancho Jacqueline», originalmente propiedad del coronel Luis Ney Lluberes Padrón, adquirida, más tarde, por el general Juan Tomas Díaz, quien posteriormente la traspasó al gobierno.

De esa manera lo afirma el reconocido abogado Antonio Manuel Florencio Estrella (Sombe) al evocar, a través de La Tertulia 55, que siempre emite algún comentario, cada primero de febrero, fecha en que fue apresado, junto a varios de los entonces jóvenes comprometidos con los principios y el accionar del Movimiento 14 de Junio, oriundos de Salcedo, al tiempo que trasladados a una de las ergástulas más infernales del principal centro de azotes  del ignominioso régimen trujillista.

A sus 91 años de existencia y con una lucidez admirable, el reputado profesional de las ciencias jurídicas, con su parsimonia característica y su voz entrecortada expone, como para que no se olvide que emplea ese día en “retiro hasta el mediodía” al tiempo que formula un comentario que termina convirtiéndose en una valiosa nota para divulgarla entre sus allegados “como una especie de ayuda memorias”.

 

Al cumplirse 60 años del apresamiento de los primeros cuatro salcendenses en ser conducidos, en horas de la madrugada, a la degradante cárcel de La 40, el ex magistrado de la Corte de Apelación, Sombe Florencio Estrella, destaca que “… el grupo lo encabezaba Doña Fe Violeta Ortega Guzmán y le acompañaban Jorge Tejada Grateraux, Juan Almánzar y yo”.

Al hacer una pausa obligada en su exposición, subraya con la serenidad que le caracteriza al conversar que “Doña Fe y yo íbamos en una guaguita Opel, de dos puertas, y Jorge  y Juan nos seguían en un Cepillo”.

Con una emotividad capaz de arropar a quienes prestamos atención a su relato vivencial y para que entendamos cómo fueron tratados por los emisarios del trujillismo responsables de la misión, que “…todos fuimos esposados, menos Doña Fe, y después de obtener la libertad supe que el chofer de la guagüita, quien era el que comandaba la patrulla, pagó una multa por no haberla esposado”.

Como un gesto de valoración en justicia y de rechazo al resentimiento humano, el distinguido jurista, hijo de  la otrora comarca denominada Juana Núñez, no esconde recordar que, con ese gesto, -del conductor en referencia-, “…quedó  demostrado que en determinadas circunstancias, la bondad humana aflora aún en los más perversos”.

Al recordar aquella amarga experiencia y en aparente ánimo de hacer mención de un interesante referente visual, Sombe Florencio Estrella indica que “Ahí están las fotos de Doña Fe Violeta Ortega Guzmán, Juan Almánzar, Jorge Tejada Grateraux y yo. Ahí figuramos en el libro Complot Develado”.

De igual modo, refiere el prestigioso abogado salcedense en cuestión una apreciable experiencia en torno a las pericias que algunos de sus compañeros de prisión realizaron para sobrevivir en aquel infierno carcelario.

Cuenta que cuando iban a llevar a La Victoria al segundo grupo de Salcedenses, formaron una fila de 12 compañeros y comenzaron a introducirlos al llamado “coliseo de La 40”, redondel donde los presos eran llevados con frecuencia para recibir palizas traumatizantes.

Destaca Florencio Estrella que “cuando metieron los dos primeros, José Toribio Breton, quien era el último de la fila, se salió y se fue al primer lugar”.

Siempre curioso ante el comportamiento inesperado de su compueblano Toribio Breton, comenta que tiempo después, el compañero de infortunios le dijo que aquello “no fue un acto de heroísmo, fue que me di cuenta que si esperaba mi turno, de seguro me iba a desmayar”.

Advierte el hasta hace varios años representante de la justicia, en la provincia Duarte, que a consecuencia del mencionado traslado de aquel centro de torturas a otro no menos temeroso, pudo llevar, junto a su amigo Jorge Tejada Grateraux, la inesperada y valiosa noticia sobre la Carta Pastoral, a La Victoria, cuando fueron sacados de La 40, un 5 de febrero, “lo cual constituyó un día de fiesta entre los presidiarios catorcistas”.

Al hacer mención de los miembros del Movimiento Revolucionario Clandestino 14 de Junio, el doctor Florencio Estrella, advierte, sin temor a generar divergencias, -en honor a la verdad histórica-, que no todos guardaron prisión en La 40, como muchas veces se ha pretendido establecer.

Sobre ese particular, de manera detallada y precisa, sostiene con serenidad que “la mayoría de los miembros del movimiento no fueron apresados y entre los que realmente vivieron ese calvario se registra a Rafael Francisco Taveras Rosario (Fafa), Lino Antonio Fernández Cruz, Antonio Marte Infante, Pedro Ramón González González, Pedro Antonio González Cruz (Pedrito),Otilio Antonio Portorreal González (Tilito), Francisco Aníbal González González (Pachico), Juan Peña de León, Renato Isidro González Disla, José Toribio Bretón, Jorge Antonio Tejada Gautreaux, Tomasina Cabral Mejía (Sina), Marino Piña Burgos (Pepillo), Minerva Argentina Mirabal Reyes, Pedro Pablo Bernabé Jiménez (Pablito), Nelson Enrique González Mirabal,  María Teresa Mirabal Reyes,  José Manuel Lantigua (Neney Alfau), Emilio Antonio Martínez (Yuyo Alfau), Fe Violeta Ortega Guzmán (Doña Fe), Jesús María Pichardo Santana (Lanto), Juan María Almánzar Portorreal, Cándido Portorreal Santana (Cándido), Pedro Antonio Muñoz Rodríguez (Toñito), Ezequiel Antonio González Reyes, Antonio Jaime Tatem Mejía (Jim) y Antonio Manuel Florencio Estrella (Sombe)”.

Advierte el cauteloso jurista salcedense, no obstante dejar algunas interrogantes, que en el orden anteriormente seguido, en la obra  Complot Develado, se presentan los nombres delos catorcistas, excepto en el caso Jaime –Jim- Tatem Mejía, cuya foto, por razones desconocidas, no figura en el libro y, en su caso particular, –el de Sombe-, que por motivos muy personales decidió registrarse de último.

En lo concerniente a la Silla Eléctrica, asiento donde valiosos y valientes dominicanos perdieron la vida, recibiendo torturas propias de las más crueles dictaduras, el expresivo abogado Antonio Manuel Florencio Estrella (Sombe) asegura que sus “…dos brazos eran el polo positivo, el respaldo y asiento era el negativo y disponía de un control por medio del cual subían  o bajaban la corriente”.

Como explicación sobre el por qué no fue sometido a los martirios en tan aterrador asiento, -también considerada como “La Poltrona”-, tal si fuese una agradable coincidencia, el doctor Florencio Estrella, cuenta que “…cuando yo llegué estaba dañada y un técnico la estaba reparando. Esa es la vez que he orado con más fervor para que no la probaran conmigo. Todavía le doy gracias a Dios que no me sentaron, sólo me pusieron el bastón y me dieron dos pelas”.

Ya al cierre de estas aportaciones ofrecidas por un auténtico testigo de excepción de un tramo histórico, salpicado de opresión y sangre, no se hiperboliza si aseguramos, con orgullo patrio, dominicanista, que la otrora provincia Salcedo, considerada  atinadamente como La Flor de la Patria, ha sido una de las cunas de una pléyade de hombres y mujeres que mayor cuota de sacrificios, compromiso y abnegación  han asumido, como contribución significativa en la luchas libertarias y el engrandecimiento de la nación, forjada por Duarte y los Trinitarios.

 

Por Juan Cruz Triffolio

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