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19 de abril 2024
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OpiniónRamón Antonio VerasRamón Antonio Veras

El predominante aquí, un sistema que avergüenza

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I.- La realidad viva del país

1.- Las clases sociales dominantes de cada país debidamente organizadas, están en el deber de garantizarle al pueblo, aunque sea mínimamente, lo indispensable para vivir y servirle al sistema, porque en la medida que los oprimidos de la sociedad se sienten tímidamente conformes, con más docilidad aceptan la dominación.

2.- Comer, educarse, descansar y mantenerse en salud hace posible al ser humano aportar, contribuir con la producción, cooperar en forma eficiente a la generación de plusvalía y, por vía de consecuencia, al enriquecimiento de los grupos que controlan el poder económico, social y político.

3.- Corresponde a los que se benefician del sistema social imperante, asegurarle al pueblo el funcionamiento de las instituciones que conforman el Estado, y un ambiente en el cual viva sin sobresaltos, temor y espanto; en estado de zozobra no puede mantenerse la sociedad humana.

4.- Los sectores sociales que se aprovechan del actual ordenamiento económico y social del país, no se han preocupado por el ser humano dominicano, que es la principal fuerza productiva que les posibilita el mantenimiento de su vigencia como clases dominantes y el funcionamiento del sistema.

5.- Un pueblo sin garantía de comida permanece desnutrido e imposibilitado de ejecutar labores manuales o intelectuales. Comer, ingerir alimentos hace posible disponer de energía para trabajar; la ausencia de nutrientes imposibilita la actividad productiva. Una gran mayoría de dominicanas y dominicanos no tiene asegurado el desayuno, el almuerzo ni la cena.

6.- Para aquellos que se benefician del pueblo trabajador carece de relevancia que quienes les sirven tengan seguridad de comida para continuar aportándoles riqueza, ignorando que si aniquilan esa máquina productiva, fecunda, no pueden prolongar su poder económico. Solo los trabajadores imprimen valor, ganancia, generan utilidad, ventajas a quienes venden su fuerza de trabajo.

7.- De la misma forma que el sistema predominante en nuestro país no garantiza la comida a los humildes, tampoco les asegura un servicio de salud pública efectiva. Aunque permanece azotado por diferentes epidemias, lo que en verdad se llama pueblo dominicano está abandonado a su suerte en lo que se refiere a la sanidad proveniente del Estado. Mantenerse saludable es algo que aquí cada quien debe resolverlo por su cuenta y riesgo.

8.- El hecho que el ser humano, la principal fuerza productiva, no pueda conseguir lo que le es indispensable para llevar una vida con garantía, revela que está moviéndose en un orden social donde no puede agenciarse lo que le es imprescindible para laborar, producir y existir en condiciones decorosas.

9.- La persona física se prepara, trabaja con la perspectiva de disfrutar de una vida feliz, pero allí donde las probabilidades de una existencia saludable y duradera no están garantizadas, la posibilidad se le hace incierta, dudosa; y la inseguridad predomina aniquilando la esperanza que, entonces, se vislumbra oscura.

10.- La ilusión se convierte en desesperanza cuando el individuo vive en medio que no genera confianza. En el ambiente dominicano actual, los hombres y mujeres del pueblo trabajador permanecen huérfanos de protección y nada les salvaguarda una larga vida. La realidad se presenta para ellos sin garantizador alguno que les responda.

11.- Quienes en nuestro país viven de la venta de su fuerza de trabajo, tienen más posibilidades de sucumbir, morir a más temprana edad que aquellos se benefician del producto de su labor. El mucho aportar a otros el esfuerzo laboral no se traduce para las trabajadoras y los trabajadores en la prolongación de sus vidas.

 

12.- Aguardar, extender la existencia en un medio que no garantiza lo que el ser humano precisa para aumentar las probabilidades de vivir, es una espera fallida; es tener aguante, sobrellevar la espera hasta fastidiarse y terminar impaciente y vencido, estropeado por la resignación.

13.- Sin hacer mucho esfuerzo se comprende que lo mejor de nuestro pueblo está abandonado, desatendido; convertido en un estropajo, un despojo lanzado a la orfandad; sin atención ni protección luce una comunidad humana desatendida, desharrapada por entero.

14.- Porque el modelo económico que padecemos está diseñado para que se multipliquen los pobres, infelices, desnutridos y famélicos, nuestro país ocupa el puesto 28 en equidad entre 79 naciones en vías de desarrollo, y la expectativa de vida no muestra buen rumbo,

15.- Para el país nuestro alcanzar la alegría que no ha tenido nunca, el sosiego de que es merecedor, y la satisfacción a que aspira en el orden material y espiritual, necesariamente debe revertir, dar la vuelta al ordenamiento económico y social injusto que le ha correspondido malvivir, arrastrando una existencia pesarosa, de abatimiento.

16.- Las privaciones a que condena a la gran mayoría del pueblo dominicano el presente sistema social, es la razón por la cual aquí está presente pobreza, insalubridad, criminalidad, corrupción y otras lacras que le son inherentes, y van a estar lesionándonos como país atrasado, azotado por una formación económica ya caduca, imposible de generar felicidad.

17.- Aquellos que en forma directa e indirecta son los aprovechados del actual modelo económico, están moviéndose en un lodazal, en un pantano social que no sólo es injusto, sino que también está degradado moralmente, infectado por los peores vicios que acumula una comunidad humana enferma.

 

18.- Por mucha riqueza que exhiban, por alto bienestar que enseñen, las fortunas de los que se benefician dl sistema que padecemos no pueden cubrir, esconder, de ninguna forma hacer desaparecer la pobreza, la miseria y opresión en que vive la gran mayoría del pueblo dominicano.

19.- Los que disfrutan del poder económico, político y social, están totalmente equivocados si creen que hay posibilidad de que estén juntas la opulencia y la escasez, el lujo y la austeridad, la suntuosidad y la miseria.

20.- Aunque no lo son, se comportan como estúpidos aquellos que aquí se preocupan por llevar una vida cargada de ostentaciones, lujos, fastuosidades y alardes, ante un pueblo lleno de pobreza, calamidades, privaciones y austeridad permanente.

21.- El desenfreno de gustos, el inmoderado proceder de la minoría nacional, mantiene irritado a amplios sectores del país que se sienten burlados por la insolencia, el descaro de quienes no tienen el menor sentido de la prudencia y la moderación. Se ve como una afrenta, un ultraje a los pobres, una vejación a los oprimidos, proceder divertidos y festivos ante los tristes, angustiados y abatidos.

II.- Los ideólogos del sistema

22.- En cada país los grupos que tienen el dominio del poder no actúan solos; ellos están acompañados de sus ideólogos que les asesoran con relación a distintos temas de su interés, sin distinguir que sean económicos o políticos.

23.- Los consejeros se comportan, actúan como cerebros de sus directores, de sus jefes, a los cuales orientan, adiestran, guían en torno a cuestiones que ocurren o pueden suceder en el futuro. Sin ser magos, los mentores piensan, razonan, especulan, reflexionan para proyectarles opiniones a quienes se deben por estar supeditados económicas y políticamente.

24. Los ideólogos que hacen de orientadores por lo general tienen un conocimiento real, objetivo, de la realidad nacional; no pierden el más mínimo detalle con el fin de darles a sus jefes la información más precisa posible. No se pierden en detalles, en simples particularidades, se preocupan por llevarles a quienes sirven una especie de radiografía del medio social objeto de análisis.

25.- Al estacar a los ideólogos del sistema y sus funciones hemos querido precisar que mientras los grupos de poder, las clases dominantes, están ocupadas de sus asuntos empresariales,, comerciales de toda índole, vinculados con sus quehaceres habituales, otros razonan, tranquilamente piensan, enjuician los distintos fenómenos sociales, y luego emiten su opinión a sus superiores.

26.- Partiendo de que los beneficiados del actual ordenamiento social disponen de sus asesores, de seguro están debidamente informados de que los males de que adolece el país, los sufrimientos que lesionan al pueblo dominicano, tienen su razón de ser en el sistema injusto que sobrellevamos y lamentamos padecer. No hay que buscar las causas más allá de la realidad que sufrimos.

27.- El modelo económico y social del cual se aprovecha, favorece y enriquece una minoría de la sociedad dominicana, es el mismo que hace posible que nuestro país esté en el último lugar en ciencias, matemáticas y lectura, lo que evidencia que en esta tierra de nuestros amores y sinsabores, coexiste la alegría en unos pocos, y la aflicción en muchos.

28.- Si a la situación calamitosa que sufrimos a nivel educativo, le sumamos lo que es el desastre institucional, la tragedia en el sistema de salud, la inseguridad personal y de bienes, la debacle en el medio ambiente, la desnutrición crónica en la niñez, le adicionamos el estado de degradación ético y moral expresado en la corrupción, llegamos a la conclusión de que las clases dominantes del país están viviendo de un sistema que avergüenza, es un bochorno, ruboriza hasta a los más insensibles.

Reflexiones finales

a.- Los grupos de poder del país, al igual que sus ideólogos, saben que las dominicanas y los dominicanos estamos viviendo bajo un sistema débil, flojo, enfermo, ya gastado; que perdió su razón de ser, y su declinación total es inexorable; no tiene salvación alguna por más maniobras que hagan sus beneficiarios y aliados. Cada día son más los que están llamados a convertirse en los sepultureros, enterradores del actual orden social.

b.- No hay que ser muy inteligente para comprender que miseria, hambre, insalubridad, corrupción, inseguridad, educación mediocre, degradación moral e institucional, no tiene nada que ver con Dios, divinidad, ni nada etéreo. Los males que padece el pueblo dominicano son sistémicos, terrenales, obra de mujeres y hombres que están aquí, aferrados a un modelo económico decadente, desprovisto de humanismo, despojado de todo lo que significa bondad, generosidad y justicia.

c.- No es cuestión de querer o no querer; no depende de la voluntad de los que se aprovechan del sistema. Poco importa el deseo de los que aman, idolatran el presente modo de dirigir el país. Las contradicciones que aloja en su seno el modelo que padecemos están por encima del ansia, las ambiciones desmedidas de la minoría que históricamente han sojuzgado, aplastado, humillado, despreciado y avasallado a los que nuestro país son los más.

d.- Lo antes expuesto no es fruto de un ejercicio intelectual, es, pura y simplemente, la realidad viva del país, la misma materialidad conocida por los ideólogos del sistema, pero que por conveniencia no expresan la verdad que hemos vivido, pasando por la independencia de febrero de 1844, la Restauración de 1863, hasta nuestros días.

 

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