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20 de abril 2024
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OpiniónCarlos Martínez MárquezCarlos Martínez Márquez

El poder es tan efímero como así de incierto su liderazgo

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‘’El poder es como el explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla’’. Enrique Tierno Galván

Un líder debe tener ciertas cualidades y una condición fundamental para serlo. Donovan Campbell, autor de la obra ‘’El código del líder’’ enumera en su libro: La humildad y sabiduría, sin dejar de lado la excelencia, amabilidad, disciplina y coraje, de que muchas veces estas condiciones son difíciles de reconocer entre quienes detentan el poder, hoy día.

Al repasar los últimos veinte años a la fecha— la coyuntura política actual— es muy probable que dichas virtudes estén ausentes en los parlamentos, ausente en los alcaldes y en aquellos quienes dirigen de turno el estado. Y mucho menos ni la amabilidad ni la excelencia han sido aliadas a los ministros voceros. Esto podría ser solo una percepción, pero es harto conocido, que la realidad está formada por percepciones. Esto nos deja bien claro que hay carencias de liderazgos en momentos como estos.

El elector de hoy debe estar haciendo un ejercicio de introspección con relación al voto, [al parecer esta aprendiendo a mirarse en el espejo] de que cuando hacemos ‘’objeción de conciencia’’ pensamos que el poder verdadero y perecedero lo ostenta el individuo que forma parte del estado. Elegimos a nuestros representantes por vocación democrática que nos asiste, de que, si no adquieren en cuerpo y alma el compromiso que asumieron y que por el escrutinio del voto fueron puestos allí, de ese modo, ejercerá el pueblo el derecho para echarlo democráticamente.

Los pueblos, posiblemente, a la hora de votar no aplican algo que solemos tener y no lo desarrollamos como lo es la ‘’intuición’’ porque no la consideramos al momento de enfrentarnos al ánfora electoral. Esta experiencia recién concluida, trastocada por una crisis sanitaria global y que naturalmente ha afectado severamente la economía, no impidió que cada ciudadano se expresara en las urnas. Es probable que estemos en la antesala de un estado de conciencia en la que entendemos el significado intrínseco de nuestro voto. El único riesgo que se corre es cuando se le da poder a aquel sujeto que carezca de virtudes. Esto invita a los pueblos afinar muy bien la puntería para no errar en el futuro y que no se repita el sainete que hoy día estamos viviendo.

La educación es un compromiso de todos, es el arma principal para poder contar con una sociedad sólida, y con nuevo oxígeno en las que surjan lideres auténticos de hombres y mujeres con un férreo carácter de integridad.  Ojalá, que el nuevo incumbente palaciego, no pierda de vista lo que significa el ‘’código del líder’’ para que a su vez transfiera ese liderazgo (a emular a sus súbditos y que ejerzan sus funciones con humildad, sobre todo). Un verdadero líder | al margen de lo que describo al inicio en mi artículo| es el que, al bajar de las escalinatas del palacio, le sea respetado por doquier y honre su investidura para la historia… Y no sea recordado como objeto de poco valor que el viento todo lo arrastra y erosiona como polvo en el desierto sin dejar una impronta de trascendencia que resalte alguna virtud, si la tuvo.

Por: Carlos Martínez Márquez

El autor es escritor y columnista

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