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24 de abril 2024
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OpiniónAlfredo de la CruzAlfredo de la Cruz

El PLD entre las utopías y las renuncias 

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Con cerca de 20 años sin concluir, un solo proceso de renovación completo de sus estructuras, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha emprendido su IX congreso con el reto de renovarse o sucumbir. En esta organización política que parece no acostumbrarse todavía a ser oposición, hay muchas quejas por la inobservancia de preceptos tradicionales de ese partido y por asuntos relacionados con la elección de su próximo presidente.

Pese a obtener más de un millón y medio de votos, el Partido de la Liberación Dominicana perdió las elecciones presidenciales de julio del 2020. Esta derrota ha sido atribuida a la desafección y al cansancio que experimentó la ciudadanía, motivada en la desaparición de la democracia interna en ese partido, la corrupción atribuida a sus gobiernos y la impunidad que dejó sin el merecido castigo las culpas y los excesos, muchas veces denunciados.

Y es que, desde antes de ese estrepitoso descalabro, innumerables voces, dentro y fuera del PLD llamaron a una renovación que devolviera el sentimiento de confianza que una vez tuvo la gente hacia este partido.

Con la derrota llegó la noticia de un nuevo congreso partidario y se le dio por nombre José Joaquín Bidó Medina. Se entendía que ese congreso era la oportunidad para trabajar en la recuperación de la confianza de la gente. Rescatando la institucionalidad, la democracia interna y construyendo un nuevo relato.

Sin embargo, al avanzar los trabajos relativos a la concentración y reafirmación del poder por la facción hegemónica se faltó a un detalle muy importante: la reflexión sobre los hechos precedentes que llevaron al fracaso y la pérdida del poder político. No una simple declaración. Porque solo reconociendo, los errores cometidos que llevaron a aquella otrora poderosa formación política a salir del poder, era posible, en consecuencia, trazar algunas pautas para imponer correctivos en la búsqueda de mejorar de cara a la ciudadanía y en función de la construcción de ese nuevo relato.

Miren señores, en el PLD el congreso se define como el más alto organismo de dirección. Sin embargo, el PLD se convirtió en una maquinaria que privilegió el éxito electoral por encima de la salud partidaria y la renovación de sus estructuras internas, posponiendo una y otra vez sus congresos ordinarios.

Si el PLD piensa en volver a ser una opción en el futuro, tendría que repensar las estructuras de la base, porque durante su permanencia en el gobierno, por 20 años, 16 de ellos de manera ininterrumpidas, las descuidó al punto de que sus locales en las provincias, los municipios y los barrios permanecieron cerrados.

Por ello, aquella reunión sostenida el año pasado por el Comité Político, no es suficiente para la autocrítica, pues las partes, en justicia, no deben ser jueces. Eso hace necesario verse las caras con las bases para poder establecer correctivos y desterrar las causas que propiciaron la estrepitosa derrota. Es que, en los últimos 16 años, un PLD fijado al poder, dejó de funcionar como estructura política y los comités de base y los intermedios dejaron de operar acorde a los lineamientos originales.

Contrario a la usanza tradicional de este partido, en esta ocasión el presidente y secretario general serán elegidos por el Comité Central, lo que ha sido criticado como un ardid para escapar al escrutinio de las bases. Sin embargo, otras cuestiones se les suman a esas preocupaciones. Un Comité Central de poco más de 600 miembros era ya poco funcional y ahora con cerca de 1000 miembros acrecentaría esa disfunción.

En el actual contexto, el expresidente Danilo Medina, emerge triunfal como la cabeza de la corriente hegemónica dentro del PLD y es propuesto por sus adeptos como presidente de consenso por su liderazgo y control interno, frente a otras figuras que buscan dicha posición. Sin embargo, las acusaciones y sometimientos judiciales en su entorno y el riesgo pendular de nuevas acusaciones formales harían una presidencia suya muy vulnerable, aun si estos procesos se cayeran. Lo que podría acrecentar, aun mas, el desgaste del PLD. A todo esto, se le suma la poca inclinación de Medina por los asuntos intelectuales o la conceptualización en un partido como el PLD que siempre fue un referente en esos ámbitos.

Mientras tanto, el PLD se desangra en medio de las utopías, algunos anhelos complicados y las renuncias que en su última versión protagonizó el exsenador Euclides Sánchez. ¿Cree usted que Danilo Medina debe ser el presidente del PLD?

Por Alfredo De la Cruz

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