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19 de abril 2024
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OpiniónClemen García DClemen García D

El país anda mal

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Hasta hace un par de años, nuestro país era manso, vivible. El mundo nos veía como una hermosa isla ubicada en el mismo trayecto del sol, caribeños de gente afable y feliz. Una cuña publicitaria del Ministerio de Turismo nos vendía en las ferias internacionales como un país inagotable, que lo tenía todo. Es verdad, lo tenemos todo.

Hoy da grima leer los periódicos; si ves los noticiarios es peor, pero si usas las redes, mueres de espanto y dolor. Todo se publica sin filtro.

A modo de cronografía, destacamos varios hechos que se adueñaron del escenario nacional e internacional en esta pasada semana.

Desde basura hasta dolor humano, como es el caso reciente de la agente de la Digesett que se quitara la vida en las instalaciones de la Embajada de los Estados Unidos de América poco después de haber terminado su turno de trabajo. Nunca falta en los medios un hecho de dolor y muerte.

CNN y portales noticiosos en Berlín publicaron la cantidad de basura que navegó desde la desembocadura del rio Ozama hasta el litoral de la costa del Malecón. Un espectáculo ecológico de muy mal gusto, en la que los organismos involucrados jugaron al intercambio de responsabilidades.

Denuncias por doquier por fallas estructurales en las edificaciones de hospitales y escuelas recien construidas, y entregadas. Una vez inauguradas por el Presidente, se inundan y derrumban después. Una burla al presupuesto y a la esperanza de los más necesitados.

La diputada Faride Raful, en medio de una acalorada sesión en la Cámara solicitó se creara la comisión que investigaría una serie de hechos relacionados a pagos por servicios prestados a los señores Joao Santana y Mónica Moura, ambos presos en Brasil por vinculárseles al caso Odebrecht, una piedra en el zapato dominicano.

La vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández reconoció el derecho que le asiste a Faride Raful en demandar el buen ejercicio de transparencia del que tanto hace eco el Gobierno. Ella también fue foco de igual furia.

Por los predios de los tribunales se escuchan tambores haciendo bulla.

Y como si Punta Catalina no fuera suficiente, la CDEEE anuncia la firma de un acuerdo con China, y desde Palacio se les desautoriza. Tanto el vicepresidente ejecutivo como el presidente del Consejo de Administración de esa corporación quedaron muy mal parados ante la opinión pública.

Y para terminar de coronar, el embajador ante el Vaticano se despacha con una denuncia poco alentadora: ¡existe un plan para desestabilizar el país! Válgame Dios.

Mientras tanto, la Ley de Partidos espera por una prórroga de manos del presidente Medina. Otro nudo de esta gestión, si no se lograra definitivamente aprobarla de acuerdo a la norma constitucional, no a la hechura de un sastre en particular.

No conforme a lo anterior, un periodista reclama al Gobierno su manejo errático en todas estas situaciones teniendo bajo su “sombrilla” un aparataje mediático que les sirve de plataforma. No le pide que solucione, sino que maquille.

Con esta olla hirviendo, voces indolentes susurran al oído del presidente Medina otra reforma constitucional para su repostulación, como si el momento estuviera para esa música. Porque eso sí sería desentonar.

¿Nos estamos volviendo locos?

Por: Clemencia García Damirón

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