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23 de abril 2024
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OpiniónManuel NovaManuel Nova

El Ojo Mágico

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De escasa instrucción escolar, hábil, astuto sabueso de la cultura popular, Anselmo Paulino Álvarez superó una vida paupérrima y se colocó como el hombre de mayor influencia y confianza del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.

Nació en el poblado fronterizo de Dajabón. Un accidente en la mocedad lo dejó tuerto de un ojo. Empujado por la necesidad desempeñó los más variados y peor pagados oficios para ganarse la vida. Chapeo y peón de finca, limpiabotas, mandadero,  camionero y celestino.

Del  roce con los haitianos aprendió el “creol”, dialecto derivado del francés, el cual hablaba con fluidez. Su inagotable curiosidad y ánimo pendenciero lo convirtieron en el dominicano mejor informado de cuanto acontecía en el mundo político y social del vecino Haití.

En la lucha por soltarse de las garras de la pobreza y  dar el salto concibió una estratagema que lo hizo entrar en contacto directo con el Jefe para ubicarse donde el capitán lo viera.

Enterado de una próxima visita de Trujillo a su comarca organizó un improvisado recibimiento con la banda de música municipal salpicado de “loas” y “vivas” al llamado Benefactor de la Patria.

Trujillo quedó admirado e impresionado  con el show  y se interesó vivamente por aquel ingenioso joven moreno, regordete y avispado.

 Ese día surge unas de las más fulgurantes carreras políticas de cortesano alguno en la República Dominicana. Anselmo erigió entonces un ejército de informantes a lo largo y ancho del país al servicio de la dictadura.

Campesinos, chiriperos, limpiabotas, barberos, meretrices, policías, militares, funcionarios altos y medios engrosaban la nómina de ‘calieses’ que colaboraban en los informes que puntualmente estaban a las cuatro de la madrugada sobre el escritorio el presidencial y facilitaban a Trujillo el cúmulo de información con que media el pulso del país, para tomar decisiones, en una época en que el internet y  las redes sociales eran una mera aspiración.

Anselmo ostenta el record de recibir tres decretos en un solo día.

La férrea disciplina lo inducía a dormir con su ojo abierto, sus botas y vestimenta militar puestas por si al Jefe necesitaba algo o se le ocurría algún capricho en sus horas de descanso en la hacienda.

Trujillo le encomendó a su eficiente hombre  las diligencias que dieron origen al Banco de Reservas y del emporio azucarero Central Río Haina, el mayor de las Antillas en ese momento. Anselmo aprovechó su paso por el estado y en unos años era uno de los más ricos del régimen a espaldas del dictador.

Como favorito del Jefe, tenía enemigos por doquier, entre ellos la implacable María Martínez de Trujillo, esposa del tirano.

Encargado de organizar la visita de Trujillo a la España del General Francisco Franco, un elogio  del líder del franquismo despertó las sospechas de Trujillo.

Anselmo cayó en desgracia, fue encarcelado por orden del dictador en la Fortaleza Ozama. Poco después recobró la libertad y en una última jugada logró que Trujillo lo dejara abandonar el país.

Al enterarse del asesinato  de Trujillo, exclamó: “Murió el mejor de la familia”.

Rico y olvidado, la muerte sorprendió al “Ojo Mágico” en su exilio dorado de París, Francia.

POR  MANUEL NOVA

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