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23 de abril 2024
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OpiniónJuan Carlos EspinalJuan Carlos Espinal

El nuevo rumbo de la transición desde la democracia representativa hacia la revolución ciudadana

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En 1929, desde que en Wall Street se tuvo la seguridad de que la especulación financiera de los mercados produciría la caída provisional de gobiernos dictatoriales latinoamericanos aliados a EEUU, hasta la actualidad, la revolución neoliberal del Fondo Monetario Internacional de los Estados Unidos de finales  del Siglo 20 y principios de la década del Siglo 21 ha estado envuelta en golpes de estado y diversas polémicas públicas ( en los asuntos internos de los pueblos de América Latina y El Caribe) las más de las veces, mitificadoras del crecimiento económico.

Lo importante para los dominican@s no es si, – como afirman los economistas fondomonetaristas del sistema   – lo que ocurrió entre 1930 y 1978 fue un golpe de estado institucional perpetrado por los intereses geopolíticos de EEUU en la isla. ( un país eminentemente anti democrático en su política exterior)

Desde 1907, EEUU no sólo se esforzó en convencer a los elementos más dubitativos de los partidos políticos nacionales de que el poder político y económico podía escapárseles de las manos ( 1962 – 2010) si no lo tomaban mediante una acción de fuerza planificada durante el breve espacio de tiempo en que la riqueza nacional estuviera a su alcance, 19072007, sino también, y con el mismo interés, de responder a la pregunta: ¿Pueden los nacionalistas dominicanos conservar el poder del estado influenciados por el pensamiento político de los intereses constitucionales de Américo Lugo  , en caso de que ordenemos a Trujillo ocupar la capital? En definitiva, ¿Qué podía hacer cualquiera que entre 1907 y 1929 quisiera gobernar la erupción mitológica de la nueva república trujillista? Ningún partido dominicano a 1924, aparte de los nacionalistas burgueses de Américo Lugo, estaba preparado políticamente  a 1930 para afrontar esa responsabilidad histórica por sí solo y es necesario establecer que la estrategia política de Rafael Estrella Ureña sugiere que no todos los trujillistas estaban tan decididos como él.

Dada la favorable situación geopolítica  para la ocupación militar norteamericana en Santo Domingo, entre 1916 y 1924, Washington sencillamente ocupó la Isla y no les fue fácil decidir si el nuevo gobierno de Trujillo u otro. La ocupación militar estadounidense en la República Dominicana, a 1916, vista desde el Siglo 20, no había hecho en el 2010 sino comenzar. En 1990, EEUU, desesperado, en lugar de dar paso a los elementos más liberales del proceso y su contemporaneidad, volvió la espalda a la democracia y creó las situaciones  más difíciles para el país.

Además, entre 1930 y 1978, EEUU raramente se preocupó por los derechos civiles y las libertades públicas. En último extremo, la argumentación histórica del FMI tenía que convencer a EEUU. Si un partido revolucionario tomaba el poder por la vía democrática en 1963 cuando el momento histórico lo exigía y las masas lo exigían, para los norteamericanos y los antiguos socios de Trujillo – a fin de cuentas – que diferenciaba a Juan Bosch de Fidel Castro? Lo más problemático era la perspectiva geopolítica de los intereses de EEUU, a largo plazo, incluso en el supuesto de que una vez ocupada República Dominicana – en 1965- fuera posible legitimizar la ocupación militar y extender el experimento social y político de las dictaduras en todo el hemisferio y así conservar las riquezas nacionales frente a la “anarquía” caudillista y la “revolución”.

El programa social y económico de la ocupación militar norteamericana en Santo Domingo (Bruce Calder 1916-1924) de comprometer al nuevo estado (es decir, básicamente al partido único desde 1930)…”En la transformación capitalista de la democracia dominicana (…) suponía apostar por la mutación del Trujillismo histórico en una revolución cultural, o al menos “americanizada”. ¿Quién – preguntaba Fidel Castro frecuentemente – podía imaginar que la victoria del socialismo en Cuba (1959)  “…pudiera producirse (…) excepto mediante la destrucción total de la burguesía latinoamericana? Entre tanto, la tarea principal del FMI, la única en realidad, era la de mantenerse al lado de los nuevos socios.

El experimento democrático de los EEUU en 1966 apenas hizo otra cosa por la constitución que declarar que: “…El comunismo era su objetivo…”, – incluso las FFAA declararon -: “… la necesidad estratégica de controlar al movimiento obrero (…) y de la persecución y eliminación selectiva de líderes estudiantiles y revolucionarios o no, es decir, legitimar la gestión de las empresas sobre los derechos humanos y el respeto por la vida; oficializando lo que desde 1907 (Convención Domínico – Americana) habían ido haciendo los socios históricos de los EEUU en el país desde que estallara la última revolución de Enrique Blanco (1931), mientras desde las aduanas se urgía a los obreros que mantuvieran la producción.

El nuevo capitalismo norteamericano en el país no tenía otra cosa que decirles. El nuevo régimen social y político pro norteamericano (1916-1978) se mantuvo. Sobrevivió a una dura paz impuesta por Washington y que supuso la pérdida de los derechos constitucionales, así como, – de facto – del control del sistema de Educación y Cultura; (que jamás sería recuperado por el Estado). República Dominicana quedó reducida a un núcleo cercado de provincias y territorios además de los pequeños y clásicos apéndices de pensamiento conservador e intelectualidad insular contemporánea, que apunta a la adhesión. (2007). En los peores momentos de la dictadura militar norteamericana en Santo Domingo (1916-1924), los únicos factores de peso que favorecían al  régimen económico y político, mientras se creaba de la nada un ejército al servicio de la defensa de los intereses de los EEUU y Trujillo, eran la incompetencia y división que reinaban entre las fuerzas sociales, su incapacidad para ganar el apoyo del campesinado dominicano y la bien fundada sospecha de las potencias occidentales de que era imposible organizar adecuadamente a …”estas tribus de gavilleros levantiscos para luchar contra los revolucionarios…” La victoria del US Army en Santo Domingo se había consumado a finales del 1907. Así pues, y contra todo lo esperado, el Fondo Monetario Internacional de los EEUU sobrevivió.

El  capital norteamericano, a partir de 1965, extendio su poder en el país y lo conservo, no sólo durante más tiempo del que había durado el Imperio Español (1492) -como observo con orgullo el congresista norteamericano  Charles Summer entre 1894 y 1900 sino a lo largo de varias décadas de continuas crisis socio-políticas: La conquista de los monopolios corporativos transnacionales del mercado nacional y su producción; Las secuelas y legado de la inmigración,  desplazamiento rural-urbano, la intervención armada extranjera, el hambre y el hundimiento económico.

La dura paz que impuso EEUU desde 1916 en República Dominicana consistía en escoger, día a día, entre las decisiones que podían asegurar la “supervivencia” de los dominicanos y los que podían llevar  al desastre inmediato. ¿Quién en el Siglo 21, iba a preocuparse de las consecuencias que pudiera tener para la democracia dominicana, a corto y largo plazo, las decisiones que había que tomar en 1907, por ejemplo, cuando de hecho de no adoptarlas supondrían liquidar la constitucionalidad y haría innecesario tener que analizarlas, en el futuro, cualquier posible consecuencia? Unos tras otros se dieron cuenta de lo innecesario que era para pactar con el FMI bajo condiciones de usura y desfavorable a la población y cuando la nueva democracia neoliberal emergió en 2004 de su agonía se descubrió en el Banco Central que la política fondomonetarista conducía en una dirección muy distinta de la que había previsto Juan Bosch en la estación de su exilio dorado en Benidorm, España. Los hechos demostrarían que los políticos contemporáneos dominicanos eran muy optimistas. Eso dio al FMI de los EEUU  una ventaja decisiva frente al estado dominicano  entre 1966 y 2006.

Por Juan Carlos Espinal

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