Ha sido muy larga la historia de la corrupción en la República Dominicana. Y se ha arraigado tanto que en muchos sectores es una práctica admitida con el escarceo que nos sacude en los momentos en que se hace escandalosa.
El ejercicio de la política convive con ella. Y lo hace igual el sector empresarial. Y ha permeado a sectores marginados que han encontrado en ella una vía de conseguir a lo que no tienen acceso. Da trabajo ser decente, o al menos interactuar en una sociedad dañada por la corrupción.
El país pierde muchos recursos por esta práctica y sin un sistemático régimen de control preventivo para evitar que eso ocurra. No tiene sentido el juego que jugamos, si al final acaba dañándolo todo.