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19 de abril 2024
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OpiniónRamón Antonio VerasRamón Antonio Veras

El ingrato, uno que daña a la sociedad

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Introducción

Lo mejor del pueblo dominicano esta hastiado de soportar fenómenos nocivos que constituyen verdaderos martirios. Son suficientes las razones para que los hombres y mujeres decentes tengan que estar  compartiendo con personas cuya presencia motiva repugnancia y afecciones que con dificultad se superan. Los  portadores de vicios sociales hacen acto de  su despreciable presencia en forma de emboscada, no dan tiempo a nada porque ejecutan con apresurada celada.

Pero lo  más molesto de todo es que los malvados se mantienen cebados de cinismo cubriendo la realidad con la apariencia. Su naturaleza descarada la cubren con sarcasmo muy propio de los inverecundos. Como prueba de un tarado de la sociedad que daña con su presencia, voy a desarrollar la persona  del ingrato.

I.- Características de un ingrato

 1.- Por las diversas formas de proceder los dominicanos y las dominicanas, observamos que en los últimos tiempos, acorde con el  deterioro social, se hace más notoria la presencia de un  espécimen, un modelo de persona que con su  manera de portarse lesiona las buenas relaciones y angustia a sus víctimas: el ingrato.

2.- No toda persona reúne condiciones para ser ingrata, porque la ingratitud es la suma de taras que  solo pueden acumularse en cerebros letrinos preparados para ser receptores de ideas, concepciones, estigmas y maculas  repugnantes.

3.- El ingrato es para su favorecedor, un mimado; el elegido de todas las ocasiones, el distinguido predilecto, el privilegiado de su benefactor. En su momento el hoy lesionado por la traición, agració a su favorito. Como calculador maligno, acciona siempre con alevosía, es sumamente cauto en la ejecución de su proceder venenoso, a los fines de que  su maldad sea  fruto de una maquinación meditada.

4.- Más que inteligente, el ingrato es taimado; desarrolla su bellaquería con mucha astucia, lo que impide adivinar sus infames  actuaciones. La ingratitud para alcanzar los fines perseguidos por el traidor tiene que  emperrarse con absoluta obstinación en la voluntad de un traicionero ladino.

5.- El ingrato, por su cercana familiaridad con el traicionado, no afecta a cualquier víctima; escoge entre varias personas a la que más le ha servido, la que  lo ha protegido y  auxiliado en momentos difíciles a él y a los suyos. En sí, golpea a quien lo convirtió de zarrapastroso en limpio, elegante.

6.- La acción ingrata para que cumpla sus efectos y satisfaga las pretensiones del ingrato debe  ser ejecutada  luego de que el  protector del ingrato ha hecho en provecho de este,  durante un largo tiempo, innumerables acciones,   convirtiéndole en un protegido, un favorecido, algo así como un adoptado.

7.-  El ingrato no valora; le da lo mismo recibir un trato gentil que rudo, ser idolatrado que despreciado, favorecido que desamparado. El autor a la hora de llevar a cabo la ingratitud no cree en amores ni sinsabores, consuelo  ni desconsuelo, alegría ni pena.

8.- Por la sinuosidad que caracteriza al ingrato, éste  confunde al más inteligente; es sumamente escabroso; disimula para penetrar y ser favorecido; se comporta ondulado y se hace el gracioso, no es demostrativo ante quien lo favorece; es un compendio, la síntesis del hipócrita y el solapado.

9.- El ingrato para  hacerle honor a su desfachatez,  cultiva el olvido, desprecia recordar; procura no tener presente en su mente nada que recuerde positivamente a su víctima; es un desmemoriado  por conveniencia; busca no acordarse de ningún favor; las añoranzas le molestan  cuando se encuentra con su protector; el ingrato se siente dominado por una amnesia selectiva.

10.- En el curso de una conversación cualquiera, el ingrato se molesta si su interlocutor hace uso de las palabras lealtad, hidalguía, fidelidad y rectitud; él se da por aludido, supone que se le quiere identificar como desleal, traidor y falso.

11.- El ingrato no valora gestos de atención  a su persona  ni a los suyos; se hace el loco para no tomar en cuenta deferencia, cortesía o atención; la hidalguía la considera una necedad social y la  caballerosidad una porquería,  la franqueza y la hipocresía las tiene en el mismo espacio.

12.- El ingrato carece de miramiento; está dominado por la desatención y la imprudencia; no cree en la delicadeza hacia quien le demostró solidaridad; tiene el descomedimiento como línea general de proceder ante  su protector.

13.- Al ingrato le da lo mismo comenzar o sumarse a acciones  deleznables contra aquel de quien fue favorecido o protegido; no se compadece con nadie; a quien le dio  la caridad, le paga con la crueldad; al que le  aportó compasión, le devuelve  impiedad.

II.- La sociedad dominicana, adecuada para el ingrato. Su actitud en la politiquería

14.- La ingratitud se desarrolla más rápida y ampliamente en la medida que el orden social se va haciendo cada vez más degradante en el orden ético y moral. En un ambiente podrido, sin valores de dignidad y decoro, el ingrato se siente sumamente bien, cómodo.

15.- No hay que hacer mucho esfuerzo para comprender que la forma como está funcionando la sociedad dominicana de hoy,  es lo ideal  para quien abraza la ingratitud. Las relaciones que ayer se tenían  como sagradas, han sido contaminadas porque el ingrato no respeta hermandad, afinidad, ni la compenetración; para él la desunión, antipatía y la felonía es lo mismo que unión fraterna, simpatía y compañerismo.

16.- Al ingrato le da lo mismo iniciar una campaña difamatoria contra quien lo elevó hasta el último peldaño social y estatal,  que subirse en la ola que mueven los adversarios declarados de su pasado protector.

17.-  Estamos viviendo una etapa de dobleces en la cual el ingrato sobresale; en vista de la podredumbre que se observa en todo el tejido social de nuestro país, la acción del ingrato es aceptada tranquilamente; su actitud desleal se ve formando parte de la cultura,  como algo propio que nos individualiza como país.

18.- La situación de deterioro social aquí  llega a un grado tal que se santifica la conducta del ingrato, confundiéndola con neutralidad, ecuanimidad, imparcialidad y libertad de pensamiento.  Por el hecho de que el accionar político dominicano descansa, fundamentalmente, en relaciones personales, no ideológicas ni de principios, la ingratitud se destaca sacando sus garras, poniendo en evidencia la doblez, el disimulo y la falsedad de muchos politiqueros.

19.- Con frecuencia, hilachentos llevados a ocupar altos cargos burocráticos por la influencia política que ejercen en el mandamás de turno, y  a quienes  juran lealtad, luego los vemos muy pulidos; transformados  de desharrapados a perfumados, y vistiendo a la última moda.

20.- El ingrato, una vez el jefote que  le favoreció sale del poder, comienza a  censurar su administración, la misma de la cual formó parte y diseñó; se convierte en un crítico  impenitente, zarandeando la figura política que lo había favorecido,  sacándolo de  menesteroso a opulento, de incoloro a brillante, de bajo  a descollante y de desconocido a célebre.

21.- No se pretende que la ayuda, el servicio prestado y el auxilio al ingrato, tengan como contra partida la sumisión, la entrega, la deprecación ni la incondicionalidad, lo único que se espera de él es que sea consecuente; que no sea lisonjero, ni perverso;  adulador ni canalla; cobero ni ofensivo hacia su servidor.

22.-  La persona ingrata no surge del espacio sideral, sino que es un producto terrenal que ha asimilado uno de los tantos vicios que sociedades enfermas  como  la nuestra generan; la expresión práctica del ingrato, la ingratitud, lo define claramente por sus afines.

Reflexiones finales

 a- Por ser un desalmado, el ingrato carece de sensibilidad, no tiene conciencia; a su guardián  lo ve como su  protector bondadoso y humanitario, pero una vez cae en desgracia  se convierte en pérfido, lo pisotea, deja de ser el compasivo que decía ser.

b.- Para el ingrato, el hecho de haber recibido el sentir humanitario de quien ahora es su víctima, lo tiene en el olvido. La ingratitud es el presente, la buena obra hacia el ingrato es cosa del pasado, no cuenta. El desleal escribe las buenas obras hacia él y los suyos sobre un pedazo de hielo.

c.- La ingratitud no es estática, se mueve por todas partes; se aloja en la cabeza del ingrato aguijoneando contra aquel a quien debía lealtad; provoca e incita a lo maléfico; es perniciosa y disfruta ejecutando sin límites la malevolencia.

d.-  El objetivo del ingrato es dañar en forma dirigida a quien lo había favorecido; si no puede eliminarlo físicamente, procura desacreditarlo, desprestigiarlo, hacer de su pasado protector una persona malmirada, desacreditada, reducirla a la absoluta animadversión pública.

e.- Como venenoso al fin, el ingrato atropella sin cesar, ultraja hasta lograr el menoscabo de aquel a quien debía gratitud; trata, por todos los medios, de no estar solo en su  accionar, por lo que lucha por lograr malquistar, encizañar hasta que indispone a aquel que le extendió  la mano solidaria en momentos de dificultad.

f.- El ingrato  se mueve sigilosamente;  le vemos en  círculos  de amigos, familiares  y políticos; penetra con el fin de perjudicar, lastimar a quien lo había protegido;  su labor funesta contamina  los ambientes, sin importar lo sano que sean; es un apostata que paga la gratitud generando daños morales y materiales.

g- Por ser una cuestión de sentimientos y por su propia formación,  con el ingrato no hay nada que hacer para salvarlo, porque es incorregible; se mantiene empecinado en la traición  y de ahí nadie  lo mueve; es un  testarudo insoportable, con su mente puesta en la falsía; es un obcecado persiguiendo a quien lo favoreció; es   un malagradecido contumaz.  Por tanto, es perder el tiempo tratar de que razone en el sentido de que deje de ser nocivo, pernicioso, perjudicial, desleal, traidor, nefasto, infame y perturbador.

h.- El ingrato,  mientras es  favorecido, es sumamente empalagoso y liviano con su protector; le falta tiempo para elogiar, magnificar y alabar a quien  luego maldice, censura, vitupera y  rebaja; de indigestar con sus exaltaciones, pasa luego a  ser un  crítico mordaz, virulento y acérrimo contra su patrocinador. Con  la misma fuerza que el farsante defiende, ataca; como alaba, vilipendia; pondera, para luego insultar.

i.- De seguro que cada quien recuerda un  ingrato que se caracterizó por dicharachero  y célebre, hasta llegar a la bufonería; pero también lo tiene presente  como triste, aburrido y apagado. Mientras está siendo protegido, el desleal es híbrido, mixto, una mezcla de persona que se comporta, cuando quiere ser beneficiado, como le agrada o convenga a quien lo apoya y beneficia. Tiene condiciones para llamar a hilaridad y diversión, como también  amargura y fastidio.

j.- El ingrato hay que mantenerlo lo más alejado posible; encierra en su persona las cualidades más despreciables del ser humano, entre las que se destacan la deslealtad y el egoísmo; también hay que identificarlo como malagradecido, infiel y taimado.

k.- Por experiencia propia puedo decir que ninguna persona de nobles sentimientos  debe romperse la cabeza analizando cómo identificar a un  ingrato, porque este es un individuo que por su comportamiento sinuoso resulta difícil de individualizar; tiene un carácter no original, un estilo de vida oportunista; temperamento voluble y temple indefinido. Pura y simplemente, el ingrato es un engendro que tiene una personalidad sibilina.

Por: Ramón Antonio Veras

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