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25 de abril 2024
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OpiniónAngelito Manzueta de la CruzAngelito Manzueta de la Cruz

El ideal de Duarte y el pensamiento de Luis Abinader en el Mes de la Patria

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Juan Pablo Duarte, dominicano ilustre que nació un 26 de enero de 1813, en la calle el Caño, hoy Isabela Católica del sector de Santa Bárbara, de la vieja ciudad de Santo Domingo. Fueron sus padres, el comerciante de origen español Juan José Duarte y la criolla oriunda de El Seibo Manuela Diez.

Duarte recibió muy buena educación por parte de sus padres y de las manos de dedicados profesores como lo fueron: Vicente Mendoza, Juan Vicente Troncoso entre otros, hasta que se convirtió en un adolecente; fue en ese momento que sus padres concibieron la idea de enviarlo a estudiar en naciones más desarrolladas, en un periplo que lo llevó a Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España.

En esas naciones el joven Duarte, pudo ampliar sus conocimientos, obteniendo enseñanzas en diferentes ramas del saber cómo: Geografía, de manos del profesor W. Davis en E.E.U.U., Historia en Barcelona, Filosofía y Técnica en Milicia y Guerras en otros suelos europeo. También en su recorrido perfeccionó el inglés y tuvo aprendizaje básico del francés.

Su estadía de varios años por Norteamérica y en Europa le sirvió a nuestro héroe nacional, para ponerse en contacto con los ideales de libertad que se difundían en esos territorios. Es bueno recordar que los Estados Unidos había proclamado su independencia, el 4 de julio del 1776 y que en Francia el 14 de junio de 1789, había proclamado su famosa Revolución que declaro los derechos humanos, adoptado posteriormente por la Organización de las Naciones Unidas.

España que había colonizado gran parte de los territorios de América, para la época en que fue visitada por Juan Pablo, casi ya la mayoría de sus colonias habían desarrollado revoluciones independentistas y las restantes se preparaban para hacerlo. Fue en ese influjo bañado por aire de libertad, donde Duarte concibió su plan independentista.

Regresa al país y desde 1832, inicia sus contactos con jóvenes, hasta fundar el 16 de julio del 1838, en casa de la señora Josefa Pérez de la Paz (Doña Chepita), la Sociedad La Trinitaria. Los integrantes de la Trinitaria, empezaron a formar Células de tres personas en todo el territorio nacional; este fue el brazo político, concebido por la mente sacrosanta de su fundador para consumar la Independencia Nacional. Duarte también creo las sociedades La Dramática y La Filantrópica, como estrategia para comunicar sus ideales y obtener sus fines.

La diferencia de Duarte, con otros políticos de su época y de muchos de nuestra generación, fue que él quiso desarrollar una nación, libre y soberana, sin ataduras. Cuando la trinitaria desarrollaba sus actividades, además operaban otros grupos, que no querían la dominación haitiana, pero sí querían un protectorado extranjero, estos eran: los afrancesados, los pro-españoles y los pro- ingleses.

La noche del 27 de febrero del 1844, un grupo de trinitarios encabezados por Francisco del Rosario Sánchez en ausencia de Duarte, quien tuvo que autoexiliarse para evitar, la persecución haitiana, proclamó en la puerta de la Misericordia la Independencia Nacional.

Duarte con sus acciones y sus escritos, postuló una nación funcional, con una constitución democrática, con instituciones sólidas, con entidades descentralizadas y fuerte como los ayuntamientos.

Hoy tenemos una nación, que aunque es libre y democrática, está sumida en la incertidumbre; ya que si bien es cierto, que ha logrado un notable desarrollo en las últimas décadas, está en los actuales momentos arropada por una gran deuda, que crece cada día y que ya amenaza la estabilidad jurídica de la nación.

Vivimos en una República, donde el sistema judicial ha retrocedido, hasta caer en el descredito. Hay que recordar que en el año 2010, cuando fue separado de la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia el honorable Jorge Subero Isa, este Dijo “Que el país lloraría lágrimas de sangre en lo concerniente a la justicia”. Así ha sido; además unido a esto la delincuencia y la degradación familiar campean en todo el país.

En este 2020, se efectuarán varios procesos electorales, incluyendo el presidencial. Es para esta coyuntura que surge la figura de Luis Abinader, un hombre joven que ha venido exponiendo, por varios años un discurso, en el que se puede apreciar que está basado en principios y valores éticos y políticos acorde para enfrentar muchos de los males que afectan el país.

Luis Abinader es hijo del extinto José Rafael Abinader, que demostrara en su vida una seriedad a toda prueba. Abinader supo renunciar de puestos importantes del gabinete a varios presidentes, cuando no estuvo de acuerdo con alguna medida negativa para el país, o cuando fue ignorado en algunas de sus recomendaciones que formulara. En naciones como la nuestra ese es un buen ejemplo.

Hemos escuchado a Luis Abinader, hacer el compromiso ante la nación de trabajar, para eliminar la corrupción administrativa, para reducir la carrera de endeudamiento público, lo hemos visto exponer planes para frenar la delincuencia y para crear empleos para la juventud.

El candidato del Partido Revolucionario Moderno, a quien todas las encuestas comprometidas y las independientes, les pronostican como ganador de la próxima elecciones presidenciales, tiene el ineludible compromiso y así lo hemos visto expresarlo de seguir los postulados de Duarte, Sánchez y Mella; para de resultar ganador de ese evento cívico, encausar la patria por una democracia funcional, donde las instituciones funcionen, con un poder judicial independiente, con un ministerio público descentralizado y donde la corrupción administrativa sea erradicada.

Duarte nos dio el mejor ejemplo, cuando dispuso de los bienes de su familia para la causa independentista. Por esto es oportuno exponer uno de sus principales ideales: “Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos”.

AUTOR: ANGELITO MANZUETA

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