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25 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

El Golpe de Estado

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La democracia dominicana fue estrangulada de muerte cuando ni siquiera había nacido. Luego de la larga dictadura de Trujillo, al ocurrir su ajusticiamiento se organizaron elecciones libres, pero el gobierno que llegó al poder  pudo mantenerse  solo unos meses.

Se dio la intolerancia de la eterna oligarquía que fue sepultada por Trujillo y que ahora sacaba la cabeza con la intención de privatizar todo lo que había sido la gran propiedad colectiva de la dictadura. La Iglesia católica se colocó de espaldas a los designios populares y aposentó en su corazón y pensamiento la idea del Golpe de Estado.

Juan Bosch llegó al poder contando con un férreo apoyo popular, venciendo a Viriato Fiallo, sin experiencia política y defensor de ideas conservadoras que no calaban en la nueva marcha que demandaba el pueblo dominicano.

Pero también Bosch contó con el apoyo de los que se beneficiaron del borrón y cuenta nueva. Los cuadros medios del trujillismo y la gente de a pie que profesaba simpatías al dictador, pero que no habían cometido hechos de sangre, fueron cubiertos  con el borrón y la cuenta nueva.

La mayoría de ellos ingresaron al Partido Revolucionario Dominicano para iniciar nueva carrera política. Las Fuerzas Armadas creadas por Trujillo no fueron depuradas y llevaron en su seno la impronta de la defensa a la Patria.

No se hubiera dado la revolución de abril del 65 de haberse  limpiado   a esas fuerzas armadas. Sus principales  sustentadores militares pertenecían a la cuna del trujillismo que había permanecido intocable en el estamento de los uniformados. Valga el ejemplo de  Rafael Fernández Domínguez y Francis Caamaño, ideólogos principales del ala militar de la revuelta, y que  permanecieron en los cuarteles gracias al borrón y cuenta nueva.

El cercenamiento de la democracia mediante un Golpe de Estado lanza al país a la barbarie y al atropello de las libertades públicas. La salida casi obligatoria tenía que ser el contragolpe militar o una revuelta armada. Fracasa el contra-golpe castrense y la lucha deriva en Guerra Patria con el pueblo en armas defendiendo la Constitución del 63.

Y lo más trágico, es que la lucha fratricida origina la segunda intervención militar norteamericana, y su secuela más trágica que es el surgimiento del gobierno de los doce años. La experiencia dominicana indica que un Golpe de Estado o el cercenamiento de las libertades democráticas finalizan en un baño de sangre.

Al medio siglo del derrocamiento del profesor Juan Bosch causas y hechos están presentes en la vida dominicana de hoy. Políticamente estamos atascados en el vacío. No hay genuina  distribución de las riquezas, no hay reforma agraria, no hay respeto absoluto a las libertades públicas  e individuales y el pueblo sigue esperando la redención social.

En algo claro si tenemos que estar: todo intento de violación de normas constitucionales puede acarrear acontecimientos  impredecibles, donde impere la ley del más fuerte y  la barbarie sea la consigna del día. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

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