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24 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

El estupro conyugal

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El nuevo Código Penal tiene que ser sometido al consenso de todos los sectores representativos del país. Aprobar un reglamento en base a la presión de un grupo mediático, es cometer un error. Si lo legal  se mete en el aposento, en el corazón de la familia dominicana, tiene que ser estudiado a fondo.

Lo dije con el aborto. No hay coyuntura en la sociedad dominicana de hoy para la aprobación del aborto. Ahora  no hay condiciones para la aprobación de penalizar la llamada violación conyugal. En los dos casos está el libre albedrío de la mujer, su decisión en temas que entrañan a su cuerpo y a su integridad.

Pero la sociedad  dominicano de ahora mismo,  incluyendo mujeres y hombres, no está preparada para dar su aprobación al aborto, ni tampoco a la condena a 20 años de prisión para el marido que obligue a la esposa a tener relaciones sexuales,  lo cual se consideraría técnicamente una violación, un estupro.

Hay que abrir vistas públicas de ese código y escuchar a los consejeros matrimoniales. Hay que analizar a los religiosos. Hay que hablar con las feministas. Las juntas de vecinos tienen que dar su parecer, y no se puede dejar fuera los gritos de los hijos adolescentes.

Hay que llevar a vistas públicas a todos los sectores nacionales para que se determine si en este momento debe ser aprobado el acápite judicial de que es un estupro si el marido obliga a su esposa a tener relaciones sexuales. La mujer en esos casos ya tiene defensa, y es el sometimiento por violencia de género.

Meter en el seno de la familia  dominicana la presión de grupos fáticos de nuevo cuño, que quieren tener una principalía en la reforma de las  leyes, podría ser bueno y malo. El tema  debe estar  clarificado y analizado por todos los sectores sociales nacionales.

Hay que partir de que hoy el ideal de familia  está en crisis. La integración familiar está rota con las uniones libres, y las madres solteras. Hay una crisis en la conformación de los hogares y en las responsabilidades materna y paterna. No se puede acorralar más al núcleo básico de la sociedad.

Sin pasiones y sin posturas complacientes, hay que salvar a la familia. Hay que determinar si la penalización del llamado estupro matrimonial une o divide más  a los que conforman el germen que da vida a todo grupo organizado que es la familia.

Nuestra recomendación es que se congele este tema, y que se lleve a votación cuando la sociedad lo pueda asimilar. Aplicado a destiempo, haría más daño que bien. ¡Hay!, se me acabó la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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