No hay mayor capital que el entusiasmo. Una buena actitud siempre ve oportunidades para salir a camino, contario al pesimismo que todo lo ve oscuro y sin perspectiva de luz. Una sociedad entusiasta se mueve a un mejor ritmo, pues es la verdadera fuerza que la impulsa.
El mundo, incluido nuestro país, necesita ser convidado al entusiasmo. Es algo que debe promoverse desde los gobiernos y desde las instituciones privadas y sociales. Debemos promover valores para contrarrestar los malos ejemplos públicos y privados, para promover solidaridad y motivar la iniciativa creadora.
Debemos sentarlo en las escuelas para levantar una nueva generación más responsable en su ejercicio cotidiano de ciudadanía.