En las elecciones inminentes, nos jugaremos la suerte del progreso sostenido, desorbitar el país no es aconsejable. Un bando propugna por disolver el desarrollo nacional, sería muy peligroso y catastrófico un gobierno apuntalado en el crimen organizado y en el tinglado de los restos de la descompsición institucional, mismos que ya nos han gobernado con cruel despotismo, oprimiendo y hasta asesinando las masas populares.
Hoy nos amenaza una rajadura polidimencional destructiva, pero evitable si alejamos a los hechos y confesos pirómanos del poder, es preciso votar con tacto, suma prudencia y cuidado sopesando la desgracia con la oportunidad.
Los apartidistas son mayoría, son decisivos, constituyen la masa silente y representan la opinión pública más autorizada, son los que hoy viven en carne propia el terror de la tormentosa cotidianidad y todas las pestes de la mala gobernanza y sus amenazas creadoras de zozobras, vandalismos y amarguras dizque revolucionarias. No expongamos mal votando nuestra tranquilidad transfiriendo el poder al canibalismo político, apelempos a la consciencia del voto silencioso enfocado en Dios, la patria y la libertad.
Vivimos días de lágrimas y nuestra nación merece mejor suerte, tranquilidad, orden, paz, debemos castigar con nuestros votos a quienes nos han atropellado, intranquilizado, aterrorizado, vandalizado, entristecido, abochornado y hasta masacrado. Del voto dimana el futuro, la calidad de la atmósfera, el ambiente, mirémonos en los espejos de Cuba y Venezuela cuyos paisanos han perdido su libertad por apatía política, indiferencia o cobardía.
Minorías ruidosas mal intencionadas y radicales no merecen detentar el poder, caer en manos de locos, avariciosos, sin patriotismo, ni solidaridad, sería nuestra peor desgracia. Esos aspirantes han cometido reiteradas veces actos lesivos al interés nacional, masacres, quiebras bancarias, venta de oro a precio vil y una enorme corrupción. Hoy las pugnas se reducen a luchas de interés, nada que ver con divergencias doctrinarias, ni a la gestión de los cambios estructurales a pesar de que surtimos desajustes polisectoriales.
Debemos votar por personas decentes y leales a la patria que cierren filas en las legiones de la rehabilitación de nuestro hoy destrozado país, digamos no al canibalismo incivilizado. Sin prosperidad no hay justicia social, nuestro proletariado languidece entre la desesperación y el hambre, el depauperado es el burro de carga, mientras los líderes mayores siempre se les van con el santo y la limosna.
Cuidémonos de esos partidos empresas dizque revolucionarios, pero con carácter lucrativo, recordemos que el desarrollo es el desenvolvimiento de nuestros recursos potenciales, el empleo, la tecnificación, entre otros aspectos.
SE VAN no es una frase civilizadora, ni nos dice dónde está el pan, ni las reformas necesarias, ni los pactos, ni el crédito, ni los planes, ni los programas, ni los proyectos, ni las providencias, ni las conquistas.
Hay que levantar los diques para contener las olas de descontentos sociales, hay que erradicar la miseria, nuestra lucha es contra la pobreza, hay que impulsar el desarrollo mediante la creación de riquezas tangibles.
Por Edgar Marcano