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19 de abril 2024
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OpiniónRolando RoblesRolando Robles

El covid y la política en Nueva York

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Pudiera ser una simple coincidencia pero, con la llegada de la epidemia a la ciudad más cosmopolita del mundo, muchos asuntos propios del quehacer diario de Nueva York se han alterado profundamente; algunos en sentido muy positivo y otros de forma más que lamentable; desastrosa, diría yo sin vacilar.

 

Para muestra, tenemos varios botones, por ejemplo: los pacientes con enfermedades pulmonares fueron afectados de forma inclemente; los envejecientes sufrieron grandes pérdidas y los comerciantes en general, se fueron a la quiebra, con algunas notables excepciones. Hubo sectores de la población y aspectos del diario vivir, como lo es el entretenimiento, que sencillamente, colapsaron.

 

Sin embargo, debemos reconocer que los estados y gobiernos locales, respondieron diligentemente a los retos y demandas que vinieron con la pandemia. Y no fue solo en USA, que tiene -según el Banco Mundial- un ingreso per cápita sobre los $50,000 sino, países como la República Dominicana, pobres y en vías de desarrollo, que acudieron exitosamente en auxilio de sus ciudadanos. Y los resultados fueros superiores, en calidad y tiempo de respuesta, a los alcanzados por países mucho más ricos que nosotros.

 

Otros sectores de la vida neoyorquina -y muy a pesar de las pérdidas humanas- fueron muy bien favorecidos por la crisis. Los supermercados y farmacias, para solo citar dos, “guisaron”, con esta calamidad; y miles de trabajadores multiplicaron sus beneficios con la llegada del “trabajo a distancia”. Los pequeños comerciantes y los taxistas pudieron rebasar la crisis y hasta salir con algún capital de beneficio, gracias a las “ayudas y los préstamos” recibidos del gobierno. En general, la población sintió “la mano amiga del gobierno” en medio de la calamidad impuesta por el destino.

 

Pero, como sugiere el título de este trabajo, hay una relación entre el estamento político dominicano en la Gran Manzana y el odioso evento -aún no rebasado- del Covid; y yo quisiera presentarla a su consideración.

 

En las pasadas elecciones generales, cuatro nuevas caras de jóvenes nuestros aparecieron en el Consejo Municipal: Shaun Abreu y Carmen De La Rosa por los Distritos (7) y (10) de Manhattan; junto a Pierina Sánchez y Oswald Féliz en los Distritos (14) y (15) de El Bronx.

 

En la Asamblea del Estado, hay dos nuevas figuras criollas que, fruto de la movilidad política que exhibe nuestra comunidad en esta era post Covid, han asomado con gran ímpetus y expectativas, debido principalmente al extenso historial de lucha ciudadana y a la capacidad de servicio de ellos. Me refiero a Yudelka Tapia, que ocupará la silla correspondiente al Distrito 86 y a Manny De Los Santos en el Distrito 72.

 

Mientras tanto, en Manhattan, hay una muy prometedora apuesta al Senado del Estado en la persona de Ángel Vásquez, un muchacho que vino para quedarse y abriéndose camino, con el respaldo tesonero de unos padres ejemplares, logró dos importantes títulos: una Licenciatura en Relaciones Industriales y Laborales, en Cornell University y una Maestría en Administración Pública, de Columbia University, ambas denominadas universidades “ivy league”. Las disciplinas adquiridas, cambiaron definitivamente su propósito de vida, forjando un luchador social de altos kilates y profunda sensibilidad social.

 

Con a penas 32 años de edad, el hijo de don Ángel y doña Arelis Vásquez, poseedor de una insaciable sed de justicia social, se apresta a relevar del Senado Estatal a un  trabajador de gran valía, el indómito Robert Jackson, que sin dudas, ya está listo para su merecido retiro. Pero, sin penas ni lamentos, porque sabe que “en buenas manos quedará el pandero”.

 

El distrito nunca estará mejor representado, pues Ángel es un legislador natural, con vasta experiencia en implementación de políticas educativas, laborales y de contenido motivacional para jóvenes provenientes de las minorías étnicas y sociales.

 

De vuelta en El Bronx, notamos que se presenta otra situación realmente especial, por lo que implica para el escenario político tradicional: por primera vez en cuarenta años, el legendario asambleísta del Distrito 78, don José Rivera, a sus 86 años de edad está siendo retado por un verdadero luchador comunitario, con la más amplia capacidad de servicio y preparación técnica: George Álvarez, un aquilatado gerente cuya pasión es mejorar el estilo de vida de los ciudadanos residentes en el distrito que representa.

 

Con una sólida formación profesional en Europa y América, George es un empresario exitoso, agresivo desarrollador de empleos y mucho mejor entrenador de jóvenes para alcanzar el éxito en esta competitiva sociedad actual. Para los newyorkers que conocen su trabajo, él es lo mejor que le puede suceder al Distrito 78 de la Asamblea Estatal.

 

Si la “lógica y el sentido común” fueran armas de uso diario en la lucha política, ciertas confrontaciones fueran innecesarias, porque se impondría el reemplazo programado, la sucesión armoniosa y siempre pactada, en beneficio de los ciudadanos de Nueva York.

 

¡Cuánto me gustaría ver a don José, impoluto como siempre, pasándole el mando a George, su oponente más calificado; como un padre a su propio hijo!

 

Pero sé muy bien, lo sé, que es mucho pedir a mis años. A menos que reaparezcan y se impongan la tan preciada “lógica” y el siempre bienvenido “sentido común”.

 

Ahora, faltaría a la verdad si no consignara en esta narrativa, que todo este auge de la comunidad dominicana en Nueva York, ha sido posible gracias a la firme decisión y la determinación política del líder más carismático en la historia política nuestra en USA, el congresista Adriano Espaillat; cuyas directrices han dado el más grande “empujón” a la juventud que se abre camino en la política local.

POR ROLANDO ROBLES

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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