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24 de abril 2024
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OpiniónGregory Castellanos RuanoGregory Castellanos Ruano

El Colegio de Abogados en la máxima expresión de su decadencia

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Con la llegada del Dr. Diego José García y del Dr. Miguel Surún Hernández al Colegio de Abogados este llegó a la máxima expresión de su decadencia, pues los dos representan la máxima expresión de la descomposición del ejercicio profesional.

A partir de dicha llegada de dichos personajes al Colegio de Abogados esa entidad perdió toda calidad para pretender tener la tutela de la Etica de los profesionales del Derecho: ni éllos dos ni ninguno de sus paniaguados  (que conforman el vasallaje o la peonía que les sirve a lo interno de dicha decadente institución), ninguno  son referentes éticos y, por ende, ni el Colegio de Abogados, actualmente bajo la dirección de los dos, es un referente ético.

La promiscuidad fue la que ganó con la llegada de dichos dos personajes tristemente célebres al Colegio de Abogados.   Estos sujetos se aprovechan de que entre dos partes exista un litigio, sea penal, sea civil, etcétera, y de que una de las partes considere que un abogado de la contra-parte ha incurrido en una supuesta falta a la Etica, y que ese «querellante« (¿?) o su abogado conozca al Dr. Miguel Surún Hernández y/o al Dr. Diego José García o sepa de la venta en pública subasta de éstos: de inmediato el más falso de los expedientes es usado como una guillotina contra ése abogado falsamente acusado porque de lo que se trata es de aprovechar el vínculo pagado con el Dr. Miguel Surún Hernández y/o el Dr. Diego José García.

Así, abogados que van ganando un caso o, a lo menos, bloqueando que se cometa una arbitrariedad o una injusticia manifiesta contra su cliente o contra sí mismo (si el caso es personal del abogado), corren el riesgo de que su contra-parte haga contacto con personajes deleznables como éstos dos para que se les arme un expediente disciplinario artificioso, esto es, un expediente disciplinario falso,  para forzarlos a desistir de la defensa de los intereses que representan.   De esa manera les crean un traje artificiosamente para etiquetarlos como peces atrapados en sus redes para la conveniencia del cliente interesado que paga, del abogado de éste y para la conveniencia de los bolsillos del Dr. Miguel Surún Hernández y del Dr. Diego José García: las redes son precisamente de éstos dos últimos.

De esa manera éstos dos sujetos les roban el sacrificio a otros, es decir, usando el poder o control que tienen en el Colegio de Abogados avasallan a quienes son víctimas de esa maniobra fraudulenta; o, lo que es lo mismo, éstos dos sujetos pisan las dignidades de abogados cuyo «pecado« (¿?) ha sido el de tener un ejercicio profesional laborioso y exitoso.

De esa manera dichos dos sujetos han corroído, arruinado y destruido la imagen del Colegio de Abogados hasta tal grado que de la misma únicamente quedan escombros, meras escombreras.

Se trata de dos sujetos que lejos de labrar su surco de vida con las garras del sacrificio lo que han hecho es  pretender escalar socialmente haciendo trampas y buscando atajos.   Estos dos sujetos han llegado tan lejos en dicha práctica obscena que han vulgarizado al Colegio de Abogados convirtiéndolo en una caricatura al servicio de sus intereses económicos.

En dicho Colegio de Abogados co-propiedad del Dr. Miguel Surún Hernández y del Dr. Diego José García en base a una querella artificiosa pagada por un empresario llamado Luis Obdulio Beltré Pujols (cliente y socio del Dr. Diego José García) se persigue actualmente a un grupo de abogados no obstante los mismos estar amparados por el Principio del Non bis in ídem o de la No doble persecución.

¿Qué respeto se le puede tener a una entidad que es parapeto de éstos dos sujetos y que es usada por dichos dos sujetos como instrumento para pisotear el Principio Rector del Non bis in ídem o de la No doble persecución para satisfacer los bolsillos de los dos?

¿Qué respeto se le puede tener a una entidad cuya Junta Directiva cada uno de cuyos miembros (Josefina Batista Saviñón, Juan Pérez Roa, Selenne Mercedes, Elsa Alvarado, Ramón Mayobanex Martínez Durán,  Robinson Fermín García Reynoso, Trajano Vidal Potentini, Leonardo Reynoso, Isael Rodríguez, Cristina Hernández, Juan Omar García Ovalles (hermano del Dr. Diego José García), y Luis Rafael López Rivas) son meros eunucos mentales-títeres instrumentales al servicio de éstos dos sujetos?

¿Qué respeto se le puede tener a una entidad cuyo Fiscal disciplinario, el Dr. Ramón Mayobanex Martínez Durán, es un mero eunuco mental-títere instrumental al servicio de éstos dos sujetos?

Ningún abogado matriculado en el Colegio de Abogados, actualmente bajo esa diarquía conchupante, está obligado a rendir obediencia a la indecencia; ningún abogado está obligado a respetar un Colegio de Abogados en la máxima expresión de su decadencia precisamente por esa indecencia que en él se ha empotrado con la diarquía Dr. Miguel Surún Hernández-Dr. Diego José García.

Les recomiendo a todos los abogados contra los que éstos dos sujetos enfilen haciendo uso instrumental del Fiscal disciplinario, Dr. Ramón Mayobanex Martínez Durán, y de la Junta Directiva referida, que no tengan la más mínima de las dudas y presenten formal querella penal con constitución en actor civil contra éstos conchupadores por tráfico de influencias, coalición de funcionarios, Atentado a o contra la Constitución (previsto este, junto a otros, en los Artículos 114 y 33 del Código Penal), aparte de las figuras jurídicas previstas por los Artículos 59 y 60, 265 y 266, de dicho Código Penal y otras figuras del elenco de la tipología penal aplicable a los funcionarios públicos; en ese sentido es importante resaltar que los conchupantes del Colegio de Abogados Dr. Miguel Surún Hernández y la referida peonía interna al servicio de él y del Dr. Diego José García tienen calidad de funcionarios públicos por la sencilla razón de que el Colegio de Abogados es un órgano de Derecho Público Interno, es decir, es un órgano del Estado, con autonomía, pero del Estado; órgano que actualmente está en la máxima expresión de su decadencia gracias al referido modus operandi del Dr. Miguel Surún Hernández y del Dr. Diego José García.

Por Lic. Gregory Castellanos Ruano

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