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19 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

¿Dónde están las instituciones?

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Las instituciones dominicanas tienen las columnas de gelatina. No están hechas para ser confrontadas con el sentir popular. Son la imagen y semejanza de la dura época de las dictaduras en que se forjaron. Es que la democracia dominicana nunca se ha consolidado y lleva todavía el rastro y las heridas abiertas provocadas por el autoritarismo.

Hay que darle un baño de civismo a instituciones, a toda las instituciones, qué están carcomidas y abandonadas, porque nunca se han renovado. Se han creado nuevos artículos y códigos, hechos a la medida de algún congresista figurero, pero sin llenar fines prácticos.

Es más, se da el caso de que las planteadas reformas han sido en ocasiones retrocesos, porque los viejos códigos eran más precisos y efectivos. No son las instituciones que resbalan en el barro las que fracasan, sino los burócratas que les toca llevar ocasionalmente las riendas conductuales.

En los últimos gobiernos se han tomado acciones dirigidas a lograr un proceso de institucionalización de la vida pública dominicana, pero se han dado pasos cortos. Se limpia el edificio, pero es el mismo corazón de los políticos y personajes de la sociedad civil.

Hay que tener hombres nuevos para cargos que son viejos y deben ser modificados. Las estructuras del respeto institucional, sería el primer paso para que florezca la justica, la verdad y la concertación entre los dominicanos.

No podemos llevarnos de fantasías, todas las instituciones nacionales y sus reglamentos nacieron en medio de las dictaduras. No se olvide que en el siglo 20 Trujillo y Balaguer gobernaron más de medio siglo. El resto tiene en su agenda dos intervenciones militares norteamericanas, los gobiernos regionales, los generales de la manigua y las ideas y acciones entreguistas.

Los gobiernos autoritarios y dictatoriales se han impuesto en el país. Muchos dominicanos han dejado pasar a los hombres de puño de hierro por miedo, o sencillamente por no meterse en problemas. Otros dejaron hacer, porque la dictadura quita la libertad pero da tranquilidad.

La historia política y social dominicana tiene que comenzar a escribirse. Las etapas negras del siglo 20 pueden ser analizadas y tiradas a la basura. Es una era de oprobio y desconocimiento, donde se forjaron normas de alegada institucionalidad, Para favorecer los dictados del jefe de ocasión,

Las instituciones de hoy tienen que florecer para la democracia, para respaldar y respetar los derechos humanos, para que no perezca la libertad y el derecho a la libre expresión del pensamiento. Tal vez pura teoría, porque lo primero que los encantadores de masas apagan es la llama de la libertad y luego cercenan de un tajo el derecho a la libre expresión. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

 

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