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19 de abril 2024
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OpiniónVíctor Manuel PeñaVíctor Manuel Peña

Donald Trump: Crónica de un desastre anunciado

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El día 20 de este mes tomará posesión como presidente deEstados Unidos el señor Donald Trump, el cual será el presidente número 45 enla historia republicana de esa nación.

Al tener un estilo no convencional y atípico, muy marcado porsu excéntrica, exótica y muy ensimismadapersonalidad, y un discurso errático, exhibidos a todo lo largo y ancho de lacampaña electoral recién transcurrida y siempre, son incontables las aprensiones,temores y sobresaltos que asaltan a la mayoría de la población estadounidenseen el tránsito entre el presidente electo y el nuevo jefe de Estado de EstadosUnidos.

Pero esas aprensiones, temores y sobresaltos se han elevado ala enésima potencia habida cuenta de que el presidente electo ha anunciado onominado un gabinete en el que la mayoría de los integrantes no tienen ni laformación, ni la experiencia, ni el entendimiento, ni las luces para manejarcorrectamente los asuntos de Estado, por lo que no le inspiran confianza a lamayoría de la población.

Cuando un presidente electo, improvisado y enganchado porazar de la vida a la política, el sentido común aconseja que debe hacerseacompañar de los mejores cerebros formados en las mejores universidades y conuna amplia experiencia acumulada en el manejo de los asuntos de Estado y de lapolítica en general en las diferentes áreas.

Pero, además, la mayoría de ellos, incluyendo al presidenteelecto, tienen ideas estrambóticas, muy fallidas y carentes de realismo noobstante el pragmatismo de que quieren hacer gala, puesto que parten de unamatriz incorrectamente fundamentada desde el punto de vista de la construccióndel conocimiento.

Por eso hay una ausencia total de planes, programas yproyectos correctamente concebidos y elaborados.

Lo que pasó en las elecciones y las expectativas yperspectivas sombrías que hay con relación al nuevo gobierno dan cuenta de quela sociedad estadounidense atraviesa por una crisis general y del conocimientomuy profunda que invita a la población a revisarse muy profundamente.

El camino hacia lo desconocido está sobrecargado de grandes ypesarosas tensiones e incertidumbres. Lo desconocido es una rara mezcla de loque conocemos ahora, que alarma y tortura, y lo que está por conocerse, que noaugura ni presagia nada halagador.

Y el desastre anunciado se presagia a partir de que elerrático y fallido discurso del candidato Donald Trump, todavía presidenteelecto, se lleve a la práctica.

La idea central de ese equivocado discurso gira en torno alrestablecimiento de la grandeza de Estados Unidos. Y todo indica que cuandoTrump habla de eso se está refiriendo a la grandeza de Estados Unidos comopotencia, y no a la grandeza de esa nación como pueblo.

Pero la grandeza de Estados Unidos como potencia es lahistoria del saqueo, del despojo, del exterminio, de la guerra como instrumentode imposición y de dominación, de golpes de Estado, invasiones por doquier, dela imposición de dictaduras militares y civiles y del uso de la diplomacia, dela política, de la geopolítica y de la geoestrategia para someter a su dominioa naciones y pueblos enteros en América, en Asia, en África y hasta en Europa.Y entonces el desarrollo y el subdesarrollo, la riqueza y la pobreza, lainclusión y la exclusión tienen espacio y tiempo en este mundo marcado profunday permanentemente por la desigualdad y la confrontación.

Y nada ocurrió o sucedió de manera natural o espontánea, sinoproducto de las políticas, estrategia y acciones de los más evolucionados ymejor dotados contra los menos evolucionados y peor dotados de recursos, demanera que el desarrollo no es explicable al margen del subdesarrollo, porquela expoliación descarada de las riquezas y los recursos de los más pobrespermitió y posibilitó el desarrollo multilateral de las potencias, incluyendoel desarrollo de la ciencia y de la tecnología.

Pero todo eso incluye el control autoritario y unilateral delos organismos internacionales: las potencias tutelan el “desarrollo” del restode la humanidad

El mundo en que vivimos, construido por los humanos perosobre todo por las potencias y los organismos internacionales, es el mundo dela eterna desigualdad y de la eterna pobreza.

Si Donald Trump dice que hay que restablecer la grandeza esporque según él esa grandeza se ha deteriorado, y ese deterioro él lo atribuyea la inmigración desbocada, 11 millones de indocumentados, a la políticacomercial “incorrecta” que ha aplicado Estados Unidos, creando cientos de milesde empleos o millones de empleos fuera de la frontera de esa nación, y nodentro, a la existencia de un sistema tributario con una muy elevadaprogresividad, a la excesiva regulación y supervisión de la economía, enespecial de los mercados financieros, a asumir solo los costos de la seguridadmundial y al hecho de que Estados Unidos ha sido muy generoso, comercialmentehablando, con China Continental.

Actuar sobre esas causas, que no son las verdaderas causasdel deterioro de la grandeza de Estados Unidos como potencia, significa que deantemano la gestión de gobierno de Trump va a ser una gestión fallida ofracasada.

La inmigración ha sido, históricamente, un factor clave en eldesarrollo de Estados como pueblo y como potencia. Luego no es sensatoenfrentar determinados fallos de la política migratoria e inmigratoria matandola gallina de los huevos de oro, es decir, declarándoles la guerra total a lainmigración, y muy especialmente a los inmigrantes indocumentados. Por otraparte, Estados Unidos ha sido el principal promotor y beneficiario de laglobalización y de la liberalización del comercio mundial, y es normal y lógicoque en un proceso de relocalización y desconcentación de la producción,conectado a la globalización y a la liberalización del comercio, las cadenas devalor en el proceso de producción de riquezas se difuminen o esparzan por elmundo, aprovechando externalidades positivas y ventajas en otras naciones, yasean desarrolladas o subdesarrolladas.

Aplicar una política de corte proteccionista para enfrentaresa situación, y los mismos déficits comerciales, no es correcto ni es sensato,porque, además, es contraproducente con la lógica, contenido y sentidohistórico de la globalización. En vez de prohibir importaciones, y hasta de aumentararanceles, Estados Unidos debe detener la apreciación o revaluación del dólarporque eso sí que es pernicioso en razón de que drena o destruye lacompetitividad de su aparato exportador y de sus exportaciones, y agravaríagrandemente los déficits comerciales. Lo que le conviene en el corto plazo espromover la depreciación o devaluación de su moneda y evitar que el precio deldinero siga aumentando, porque la apreciación y la subida del precio del dineroharían que los costos para producir cualquier bien y para crear empleos seanmás altos que los costos que tendrían economías similares a la de EstadosUnidos para hacer lo mismo, y eso sacaría a Estados Unidos de competencia en elcomercio mundial. Y también estoaumentaría enormemente el costo de la deuda pública en Estados Unidos, yrecordemos que esta nación está endeudada hasta la coronilla con ChinaContinental.

Pero de cara al mejoramiento estructural de su competitividadsistémica y de las exportaciones lo que le conviene es aplicar políticas públicastendentes a mejorar progresivamente sus índices de productividad.

 

Desmontar el aparato de regulación y de supervisión de losmercados financieros, es síntoma de muy mal agüero, porque fue precisamente ladesregulación irresponsable de los mercados financieros por parte del gobiernode George W. Bush lo que provocó la gran hecatombe o debacle mundial del 2008.

Tampoco es correcto proceder a matar la progresividad delsistema tributario, no solo porque aumentaría enormemente la desigualdad entrericos, clase media y pobres en Estados Unidos, sino porque históricamente estáarchidemostrado de que hacer esto no se traduciría en ganancias colectivassignificativas en términos de productividad, de eficiencia y de competitividady de generación de empleos.

Sería descomunal e insostenible la explosiva situación fiscalque se crearía en Estados Unidos si en el contexto de la revaluación del dólary del incremento del precio del dinero el próximo gobierno procede a aumentarel gasto público y a reducir los impuestos simultáneamente. De hacerse eso la magnitud del déficit fiscaly el volumen de la deuda pública alcanzarían proporciones realmentegigantescas.

Y esto combinado con el incremento exorbitante de losdéficits comerciales configuraría un cuadro dantesco que podría estar en labase de la gestación de una nueva crisis económica mundial, en la que estaríaincluida el desencadenamiento de una crisis inflacionaria de grandesdimensiones, dados los hechos concretos de la revaluación del dólar, el aumentodel precio del dinero y el recorte de la producción mundial de petróleo.

No creo que Estados Unidos haya sido generoso con ChinaContinental, lo que pasa es que la política comercial de China ha sido másagresiva, audaz, efectiva y eficaz que la política comercial de Estados Unidos,y la política económica y la política china en sentido general han tenidoobjetivos estratégicos muy bien delineados que han apuntado a elevar losniveles de desarrollo y a levantar una potencia poderosísima aprovechandoincluso, de manera fundamental, sus relaciones económicas y comerciales con EstadosUnidos que le ha servido de punto de referencia, de capacitación, deentrenamiento y de captación de inversiones y de capitales. Y eso lo vienehaciendo China Continental desde principios de los 70 cuando restableció lasrelaciones diplomáticas con Estados Unidos.

Pero tampoco es posible restablecer la grandeza de EstadosUnidos como potencia repitiendo el periplo o recorrido histórico que hizo estepaís, y que hicieron las demás potencias, para construir su poderío desde lasegunda mitad del siglo XIX hasta el fin de la Guerra Fría. También porque elmundo nunca ha sido unilateral y homogéneo, mucho menos hoy en que haypotencias contrastantes que constituyen una amenaza real a la expansióneconómica y comercial sin límites de Estados Unidos en el globo en el marco desus objetivos geoestratégicos y geopolíticos de dominación o hegemonía mundial.

Porque resulta que ahora la grandeza de las potencias no pasafundamentalmente por el tamiz de las guerras de exterminio, de saqueo y dedespojo, aunque éstas siguen presentes bajo otra modalidad, sino por el tamizde los mercados, del libre comercio y del desarrollo de la ciencia, de latecnología, de la innovación y de los recursos humanos. Y en ese tenorpotencias como China Continental y Rusia ejercen un rol contrastante, limitantey de equilibrio en el juego de poderes a nivel mundial.

Creo que el deterioro de la grandeza de Estados Unidos comopotencia hay que verlo como consecuencia del desarrollo desigual entre laspotencias que se ha dado en el contexto de la globalización y de laliberalización creciente de la economía y del comercio.

Y con esas incorrectas medidas de política como las queaparecen en el fallido discurso de Donald Trump no hay manera ni forma dealterar el curso de ese desarrollo desigual entre las potencias. En esecontexto, no creo que Estados Unidos sea la potencia que esté mejor posicionadapara resistir los terribles efectos y embates de una posible guerra comercialteniendo al proteccionismo como telón de fondo en razón de que apreciación,subida del precio del dinero y proteccionismo al mismo tiempo son el fuego puroen que ardería y se consumiría cualquier economía, mucho más en tiempo dehegemonía de la globalización y el libre comercio.

 

 

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