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19 de abril 2024
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OpiniónManuel CruzManuel Cruz

“Doña Miriam, Núremberg y el Big Brother”

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Nadie puede negar que desde el pasado lunes el país está viviendo una hecatombe, por la variopinta novela que se originó en medio de las evaluaciones del Consejo Nacional de la Magistratura; entre el procurador y la magistrada Miriam Germán.

La estulticia, la ilegalidad, la hidrofobia, la asechanza, el rencor, la vituperación y la alevosía manifiesta con la que fue bombardeada la magistrada; evidenciaron una profusa carencia de profesionalidad. Sin embargo, cuando se ha construido un rascacielos ético y moral como el de la honorable magistrada, se está compelido a responder todas las imputaciones.

Los Juicios de Núremberg.

Tendríamos que ser niños y, además, con capacidades especiales para que nos digan que este holocausto al que está asistiendo la sociedad dominicana no tiene como trasfondo la lucha por el poder. Máxime, en un momento en el que se están reconfigurando las fichas del ajedrez político del país. Por eso, este displicente y oprobioso episodio salvando las distancias; solo podría compararse con los funestos juicios de Núremberg.

Allí, los delitos que fueron juzgados no existían, los acusadores tenían igual o menos credibilidad que los imputados; menos capacidad que ellos, no eran jueces naturales y, tampoco se podían justificar ante el mundo las cosas que los acusadores también habían cometido.

Dentro de ese contexto, el honorable procurador que frente a la magistrada reúne todas esas características antes señaladas, se ha querido constituir en la reencarnación del extinto fiscal general de la URSS Andréi Vyshinski.

Con el agravante, de que nadie puede olvidar aquel famoso aforismo del gran Marco Tulio Cicerón quien manifestó que; “cuando la política entra por la puerta de los tribunales, la justicia sale por la ventana”.

Por tal razón, fue que el legendario juez John Marshall se anticipó con meridiana perspicacia en su célebre sentencia del caso Marbury y Madison, y pudo ver; que la justicia debe estar por encima de la lucha política.

El Gran Hermano.

Este ignominioso caso, no puede quedar en el debate folclórico de la pintoresca cháchara política. ¡No y no! El país no está en presencia de una simple evaluación del desempeño de una magistrada, todo el excremento que rodea este caso ha puesto en evidencia que, aunque parezca catastrófico en el país están viviendo a sus anchas el insigne jurista alemán Günther Jakobs y su distópica teoría del derecho penal del enemigo; donde el Estado de derecho es enemigo del individuo.

Y, el gran George Orwell promoviendo la posverdad, la vigilancia masiva o coyuntural y, la aviesa represión política en el momento y contra las personas que sea conveniente.

En ese sentido, si alguien llegara a entender que estoy magnificando dicho acontecimiento, solo tendríamos que dar respuestas a las siguientes interrogantes. 1ro. Si todo ese espionaje orwelliano fue contra una jueza de la Corte Suprema, ¿qué nos espera a los descamisados? 2do.

Si el máximo representante del Ministerio Público llamado a ser un rabioso defensor de los derechos de los ciudadanos; es quien los viola, ¿quién diablos podrá defendernos? Y, peor aún, ¿Por qué en un país que vive en el medioevo institucional como República Dominicana existe el Spyware Pegasus? Que es, la tecnología de vigilancia y espionaje más importante del mundo.

Doña Miriam y su Trayectoria.

Recuerdo que el día de mi juramentación como abogado, ante la honorable Suprema Corte de Justicia no hubo mayor privilegio para mí; que estrechar las manos de la honorable magistrada Miriam Germán.

Y, escuchar de sus labios pronunciar mi nombre y decir; ¡Manuel Felicidades! Empero, he dicho en reiteradas ocasiones que toda moneda tiene dos caras. Por ello, estoy plenamente convencido de que una distinguida dama de la estirpe profesional y moral de la magistrada Miriam, no puede defenderse de tan graves imputaciones limitándose a decir que, el accionar del procurador es una canallada personal propia de una venganza y resentimiento.

Asimismo, doña Miriam está obligada a cuidar su legado, porque una dama que enfrentó hasta al funesto Joaquín Balaguer no puede olvidar jamás aquella frase lapidaria de que, “toda cuestión tiene dos puntos de vista; el equivocado y el nuestro”.

De igual forma, todo el que ocupa una función pública, sobre todo, de esa envergadura; está sujeto a ser escrutado y rendir cuentas al país especialmente si desea seguir en el cargo.

Además, la honorable magistrada sabe que en países como el nuestro el precio más alto se paga; cuando se piensa y se actúa diferente a los demás. Es por ello, que el gran César dijo que, “la esposa del César no solo debe ser honrada; sino también parecerlo”.

Autor: Lic. Manuel Cruz (M.Sc.)

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