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25 de abril 2024
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OpiniónManuel Hernández VilletaManuel Hernández Villeta

Doña justicia

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El principal  esfuerzo de los actuales integrantes del sistema judicial, debe ser crear las bases de la verticalidad, de la seriedad, de la responsabilidad, y que el pueblo tenga plena confianza en los que deben y tienen que aplicar la justicia.

Todavía están frescas las acciones  de los jueces que vendían sentencias, de los fiscales complacientes  y de las oficinas de abogados que en las cercanías del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva redactaban las sentencias de los jueces.

La justicia tiene que retornar a tener una venda en los ojos, una balanza en las manos y una filosa espada para cortar la cabeza de los delincuentes. Sin pasión, sin favores, sin ataduras políticas ni partidistas. >Es un camino difícil, por el cual llevamos transitando muchos años, y se debe tratar de no dar un paso atrás.

Siempre se debe mantener en primer plano la presunción de inocencia. Todo acusado es inocente hasta que se le pruebe la culpabilidad, en un juicio oral, público y contradictorio. Violar esa máxima, es convertir a la justicia en una pantomima.

Todo aquel que ha cometido un delito  debe ser llevado a los tribunales, y de acuerdo con los procedimientos de ley, de ahí en adelante se le debe declarar culpable o inocente. Una justicia tardía, es denegación del derecho de los acusados o de las víctimas y sus familiares.

No puede haber justicia impulsada  en el odio, la retaliación, el irrespeto, la lucha de tendencias políticas, o el querer vender nombre e imagen como si se fuera un actor o una actriz de cine. La justicia está para mantener el equilibro social, condenar a los culpables, y advertir que si se traspasa la línea roja de tolerancia institucional, se aplicarán consecuencias.

Es difícil en ocasiones dejar a un  lado los sentimientos, cuando se comienza a trabajar en la institucionalidad de la justicia. Ver las podredumbres dejadas atrás, lleva a crispar los puños y endurecer el carácter, pero un magistrado o un procurador debe poner control de sus emociones, y no dejarse llevar por la voz callejera.

Nunca se debe permitir que el clamor de la multitud anónima y amorfa sustituya el juicio imparcial. La procuradora Mirian Germán lo ha señalado con claridad en su reciente introito a sus procuradores adjuntos.

Doña Mirian retrata el camino actual que se debe seguir para adecentar la justicia,  y para afincar su institucionalidad. El momento es de mesura, comedimiento e investigación. Seguir adelante aplicando justicia, sin pasión y sin temor. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

Por Manuel Hernández Villeta

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