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24 de abril 2024
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OpiniónJesús M. GuerreroJesús M. Guerrero

División partidaria, antesala de derrota electoral

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“Los partidos políticos triunfan o son destruidos por sus conductores. Cuando un partido político se viene abajo, no es el partido político quien tiene la culpa, sino el conductor.” Juan Domingo Perón

Desde el momento que se confirmó el ajusticiamiento de quien controló a su antojo los destinos del pueblo dominicano durante 31 años y en ese instante iniciando el proceso de democratización del país, dicho proceso culminó con la vuelta a la democracia de la mano de Juan Bosch y su gobierno sietemesino que fue derrocado el 25 de septiembre de 1963, de esta forma castrando el tan anhelado proceso de democratización.

Luego de la epopeya histórica de la revolución de abril, se retomó el ejercicio democrático con vestigios represivos con el denominado matadero electoral de 1966 por el profesor Juan Bosch; en el cual podría decirse que solo presentó una boleta presidencial sin poder competir dentro de las garantías democráticas, en la cual fue acompañado por Antonio Guzmán perdiendo ante Balaguer y dando inicio a los 12 años.

Dividido el Partido Reformista, partido de gobierno, por el conflicto entre Balaguer y su vicepresidente Francisco Augusto Lora, se dio apertura al proceso electoral de 1970, sin garantías electorales, el PRD se abstuvo de participar para no legitimar un proceso antidemocrático, sin embargo, la oposición fue incapaz de unificar un frente, además de la candidatura de Francisco Augusto Lora por el MIDA, también concurrieron a las elecciones Elías Wessin y Wessin por el PQDC y Alfonso Moreno Martínez por el PRSC (Partido Revolucionario Social Cristiano), que luego se fusionaria con el Partido Reformista de Balaguer. Balaguer obtuvo 707,136 votos, ante 485,308 votos combinados de la oposición y de esta forma los tres partidos opositores que participaron en los comicios dejaron pasar la oportunidad de tener mayor representación legislativa al participar separados, para ejercer una oposición más efectiva ante el oficialismo y con la ausencia del PRD el contrapeso opositor fue mucho menor.

Con miras al proceso electoral de 1974, se conjugó el Acuerdo de Santiago que llevaría a Don Antonio Guzmán como candidato presidencial y su compañero de fórmula sería Elías Wessin y Wessin. Pero, en 1973 con la salida de Juan Bosch del PRD y la fundación del PLD y el lanzamiento del Bloque de la Dignidad Nacional que era contrario al Acuerdo de Santiago que llegó a aglutinar partidos, tanto de derecha como de izquierda, promovido principalmente por el Movimiento Popular Dominicano (MPD), por la derecha el PQDC de Wessin y Wessin, el Partido Revolucionario Social Cristiano e incluso el Partido Comunista Dominicano (PCD). Bosch no estuvo de acuerdo y prefirió hacer tienda aparte y esto dividió la oposición, la problemática venía desde lo interno del PRD enfrentando a Bosch contra Peña Gómez.

La oposición no se presentó a las elecciones de 1974, por la persecución política, la cual desintegro ambos bloques opositores y dio paso a un candidato títere que fue el contraalmirante (R), Luis Homero Lajara Burgos que ni siquiera obtuvo 200,000 votos y a duras penas saco tres diputaciones. Esto lo explica a la perfección Rafael Chaljub Mejía en su libro El Acuerdo de Santiago.

Para 1978, los esfuerzos de unificar un frente opositor dio frutos con la victoria de  Antonio Guzmán con su compañero de boleta del PRD, Jacobo Majluta, pero desde la contienda interna del PRD en 1977 iniciaron la fricciones con Salvador Jorge Blanco, que en en el libro de Jóse Báez Guerrero, Guzmán: Su vida, gobierno y suicidio, en el cual plantea que el conflicto surgió desde de la revolución de abril en medio de las negociaciones entre los constitucionalistas y las tropas interventoras de USA y se propuso la solución Guzmán, la cual trataba la presidencia interina de Antonio Guzmán para el cese al fuego y Jorge Blanco se opuso a la misma.

Luego del suicidio de Antonio Guzmán, el conflicto interno pasaria ser entre Jacobo Majluta y Jorge Blanco, el segundo escaló los resortes del poder en 1982 y el primero quedaria corto por la controversia del voto y la intención del mismo, al anularse cien mil votos que permitierion el retorno de Balaguer en 1986. Producto de la división del PRD en el poder.

A partir de 1986 iniciaron los 10 años de Balaguer, producto de la división del PRD, entre Jacobo Majluta y Peña Gómez de la cual surgieron el PRI y el BIS, por igual el conflicto entre Bosch y Peña Gómez imposibilito una alianza opositora entre el PLD y el BIS, por la negativa de Bosch y esto permitió que el PRSC retuviera el poder con la observación de 25,000 votos que se acreditaron al PQDC y en medio de los reclamos de fraude, Peña Gómez reconoció la victoria de Balaguer y esto daría paso para el fraude electoral de las elecciones de 1994 y la reducción a 2 años del mandato presidencial de 1994-1996 por el pacto por la democracia y la victoria del candidato del PLD, Leonel Fernández.

Por igual, reconocer que la victoria de Peña Gómez en 1994, usurpada por el PRSC, fue producto del Acuerdo de Santo Domingo, una coalición de partidos opositores que vencieron las apetencias continuistas de Balaguer y perecieron en medio de la vulneración del voto universal y la expresión popular.

Cuatro años después en el 2000, la negativa de Leonel Fernández para apoyar las pretensiones presidenciales de Danilo Medina, al menos esto alega el segundo desde aquel momento y lo ha hecho de conocimiento público; dio paso al regreso del PRD en las manos de Hipólito Mejía, para que en el 2003, ocurriera la división del PRD entre Hipólito Mejía y Hatuey de Camps, dando paso al regreso del PLD hasta el 2020. La división final del PRD fue en el 2011 con miras a las elecciones del 2012, entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas, dando paso al surgimiento del PRM y el liderazgo del presidente Luis Abinader.

A partir de la victoria de Danilo Medina en el 2012 y su primer apetencia reeleccionista que se formalizó en el 2015 con la reunión en Juan Dolio y culminó con su elección en el 2016, por demás del tristemente célebre Quirinazo, la división del PLD era un hecho después de 16 años consecutivos al frente de la cosa pública y se formalizó con las primarias de octubre del 2019, que provocó su salida del poder en el 2020.

Con miras al proceso electoral del 2024, es evidente que no hay condiciones para que el PLD y la FP puedan realizar un pacto de los rencores ni viabilizar alianzas con la mayoría  de los partidos emergentes, ahora con otra organización que ha dejado al PLD en Santiago y demás pueblos del Cibao sin militancia real, el movimiento Justicia Social de Julio César Valentín, la oposición luce que protagonizan una lucha fratricida  por un segundo lugar en el 2024.

Algo evidente es que en medio de este recuento histórico, la división y la incapacidad de forjar alianzas políticas son antesala de la derrota electoral y en medio de las mismas crisis partidarias pueden surgir los grandes liderazgos, pero cuando existe la voluntad política. Las crisis como la del PLD y FP no se solucionan con el único objetivo de participar en las venideras elecciones, ejemplo son las citadas con anterioridad en este artículo.  En medio de su crisis el PLD, con una candidatura tan débil y renuncias a la orden del día, y la FP carece de una estructura partidaria funcional.

El poder absoluto que ejerció el PLD durante 16 años, los corrompió absolutamente, parafraseando el Dictum de Actom de Lord Actom. Desde la reelección del 2016, Danilo Medina asumió una actitud de golpe contra sus aliados y de esta forma dinamitó el Bloque Progresista que fue fundamental para su victoria en el 2012 y la situación actual de la FP es que no vislumbra garantías para esos aliados del pasado.

La constante en la última etapa de vida republicana es que el partido político que concurre unificado y con alianzas viables, gana las elecciones presidenciales. Al escuchar o leer declaraciones de Charlie Mariotti y Temístocles Montás de parte del PLD, afirmando que no hay posibilidad de alianza con la FP y lo mismo de parte de Leonel Fernández respecto al PLD, evidencia que hay más interés en destruirse mutuamente que sanar las heridas; al escuchar a Temo Montás, solo queda imaginar cual es el discurso de Danilo Medina en privado al referirse a la FP.

Creo prudente concluir con la siguiente frase, citó: “El poder, a pesar de ser uno de los medios más eficaces para hacer práctico un programa, no es el fin al que pueda aspirar un partido de principios ni el único resorte que pueda manejar para influir en los destinos del país. Solo los partidos que no tienen más objetivo que el éxito aplauden a benefactores que los acercan al poder a costa de sus propios ideales.” Hipólito Yrigoyen

 

Por; Jesús M. Guerrero

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