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19 de abril 2024
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OpiniónRoberto LafontaineRoberto Lafontaine

Día Internacional de la no Violencia contra la Mujer y Salud

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“Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”  Minerva Mirabal

La expresión de desesperación de un régimen despótico y cruel, en un intento por detener su final, se terminó convirtiendo en el paso inicial de su caída. 60 años ha transcurrido desde aquel luctuoso día en la que la sociedad descubrió el macabro espectáculo de las tres mujeres ahorcadas y apaleadas, tiradas en el fondo de un barranco, para tratar de encubrir el crimen perpetrado aparentando un accidente de tránsito.

Hoy, el hecho se repite, esta vez por una cultura consustancial a un modelo de desarrollo que propicia la opresión y exclusión del gran conglomerado humano, destinándolo a vivir en condiciones de marginalidad y por ende a asumir normas de conductas  de subsistencia basada en prácticas nocivas, en las que la mujer y la niña quedan desvalorizadas en relación a sus pares masculinos como entes dignos de derechos inalienables a su humana condición.

De esta manera, mujer y niña, quedan reducidas a instrumentos para la procreación, realización de las labores domésticas y satisfacción sexual del varón, iniciando la cascada de negación de derechos, entre estos: a estar informadas sobre sus derecho a la equidad y a no sufrir discriminación, a la seguridad y a la autonomía para la toma de sus propias decisiones, el derecho a la salud sexual; obligadas a abandonar los estudios y ver frustradas sus expectativas de independencia económica, padecer aislamiento social, y, para colmo, al quedar embarazadas involuntariamente se expone a un sinfín de riegos a la salud junto a su bebe.

Expresiones sutiles de violencia asociadas a la discriminación por razón de género llevan a la mujer a asumir patrones de conductas característicos de la persona sometida a los requerimientos de otra.

Al interior del hogar se manifiesta en sublimes formas de violencias física, sexual y psicológica; distribución desigual de las labores domésticas, al extremo  de restringir la posibilidad de participar en la actividad económica de la nación y la formación continua para su desarrollo personal; por demás, limitar la recreación de los hijos en función de las necesidades de descanso de la pareja.  Esta situación es observada en todos los estamentos de la sociedad, siendo la causante de estados de angustia y diversos grados de depresión en la mujer.

En caso extremo, evoluciona al desarrollo de una conducta delictiva del hombre en la que la víctima sufre mutilación de su cuerpo y, en caso más grave llega a perder la vida.

En este sentido, en el año 2019, en datos aportados por la prensa, ocurrieron 89 feminicidios, 13 correspondiente a niñas entre dos y diecisiete años de edad, los mismos fueron perpetrados por parejas o familiares cercanos.  De acuerdo a las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas en la década comprendida entre los años 2009 y 2019, fallecieron por violencia relacionada a género 1884 mujeres.

La discriminación por razones género también se expresa al procurar la mujer atención en los Servicios de Salud para dar seguimiento profesional al embarazo, parto y puerperio.

El hecho de que la Mortalidad Materna haya aumentado en 24 casos al 31 de octubre de este año en relación a la misma fecha del año anterior, implica la persistencia de las fallas en la seguridad en los procesos para la Administración Clínica de los servicios de salud sexual y reproductiva ofertados en los hospitales, entre las mismas se encuentran: Desconocimiento sobre los derechos de las usuarias y violencia obstétrica, Baja calidad en la atención, Tiempo de espera prolongado  para recibir atención prenatal, Tiempo insuficiente de interacción personal médico-usuaria, Incumplimiento de Normas de Atención Prenatal, Expedientes de mortalidad materna incompletos, Información, consejería y suministro de métodos anticonceptivos insuficientes, Falta de medicamentos, insumos y equipos necesarios para la atención obstétrica.

No es exagerado afirmar que, en el transitar  por este mundo la mujer es una sobreviviente en lucha por afirmar la vida mediante el reconocimiento de los derechos inherentes a su condición humana.

Por ello, desde el aquel lejano pasado resuena el eco de la voz de aquella heroína cuando expresó, al enterarse de la de la sentencia de muerte, “Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”.

Por: Roberto Lafontaine

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