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24 de abril 2024
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OpiniónRolando FernándezRolando Fernández

Después de fallecido, ¡nadie ha sido malo!

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¿Qué somos los hombres en verdad?, Según los que de eso saben, por haber hurgado en el ámbito esotérico sobre la verdadera esencia de la especie humana:  “somos espíritus encarnados”; entidades de ese orden, con un revestimiento físico carnal que les permite manifestarse en el plano de la materia densa.

De ahí que todo debe partir siempre, con respecto a lo que más adelante se expone, a los fines de reflexionar, como de emitir cualesquiera juicios que se estimen pertinentes, en relación con lo tratado aquí.

Evidentemente, la falta de conciencia espiritual que caracteriza a un amplio segmento de la sociedad mundial, cuyos componentes en su mayoría desconocen el porqué, y para qué. la gente está sobre el planeta Tierra, y cuál es su papel real sobre el mismo, por Idea y Decisión del Supremo Creador del Universo, conduce a muchas personas a pensares errados; máxime, cuando son adeptas a cualesquiera de las religiones convencionales que se tienen en el mundo, dejándose de lado por completo lo esotérico propiamente.

Nos referimos a las razones por las se viene al planeta Tierra a cursar periodos de tiempo específicos, teniéndose que partir al final de cada uno de ellos, a través de la “mundanal” denominada “muerte”, que en realidad no existe, según lo que se entiende espiritualmente hablando, por ser parte de la Vida misma.

Ese triste despido obligado, un día, hora, y minutos exactos – “nadie se muere la víspera”, reza una máxima muy conocida –, es el otro   extremo del viaje de ingreso hacia la materia física densa, que el espíritu emprendió con anterioridad, ahora regresando a su perteneciente verdadero plano de conciencia.

Luego, a qué se viene con precisión entonces al mismo, sería la pregunta obvia, con un revestimiento de carne (conversión en alma), que es lo que en verdad somos los hombres, para cursar periodos de tiempo específicos, y exactos, merece recalcarse, con un prediseño de estadía terrenal necesaria, y circunstancias vivenciales apropiadas.

Según las informaciones que se tienen, de amplio consenso entre esoteristas de renombre, primero, como un Atributo Divino   más, para expresión del Padre Supremo en el plano de la materia física.

Y, segundo, para evolucionar, hasta alcanzar el nivel que le permita la reintegración definitiva a su verdadera Fuente de Origen; lugar de la Conciencia Magna, y de la que habló el Amado Maestro Jesús, la cual Él alcanzó, hasta convertirse en Jesús el Cristo.

De ahí que, invitaba a los hombres (general) a emularle, diciéndoles “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie va al Padre si no es a través de mi”. (Juan 14-6, Sagrada Biblia). Claro, no se refería a Él como hombre, sino, a la Magna Conciencia Suprema Divina que Él encarnaba.

Ante ese evidente desconocimiento por parte de los humanos, procedente de la mayorá de esos, tan pronto se produce el deceso de algún congénere, sale a flote el decir: ¡tan buena que era esa persona!, seria y de respeto siempre”.  Se agrega, además, ¡cuánto lo lamentamos!

Son esos de los víctores, entre otros, que de ordinario se escuchan tan pronto se produce el deceso de alguien a quien bien, o no, se ha conocido; debidos aquellos quizás. al escenario mortuorio presente más que otra cosa, y como una forma de hacer sentir un poco mejor a los dolientes, ante la irreparable pérdida que han sufrido.

Ahora bien, ¿se conoció en realidad la hoja de vida terrenal de esa persona que acaba de partir? En verdad, ¿le adornaron loables atributos durante la corriente de vida última que curso?

¡Se fue buena y respetuosa! El sumario real de sus acciones y actitudes en el plano físico de la matera densa, se encuentra en un nivel de conciencia superior al dejado, e irse a su verdadera casa, el mundo espiritual, al cual ahora regresa, después de concluir la entidad encarnada el viaje que antes emprendió hacia la Tierra.

Allí, sí que se determinarán los resultados reales y evaluatorios correspondientes, respecto de la existencia terrenal cursada, tarea a cargo de las entidades espirituales competentes (Señores del Karma), que definen cada vez el prediseño de la corriente de vida, a emprender por los espíritus encarnantes´ en la Tierra; y, que luego comprueban cumplimientos.

Sí, en términos de las misiones divinas asignadas a cumplir durante la estadía terrenal; las conquistas kármicas aceptadas; y, las circunstancias necesarias para el logro de esos propósitos.

Eso de que siempre se llevó una vida correcta, como de ordinario se dice, por lo regular, se desconoce si ha sido, o no así, en un ciento por ciento.

A veces hay acciones cuestionables, despropósitos marcados; y daños a congéneres atribuibles a los idos, que salen a relucir mucho después que se ha partido; y, que quienes creyeron haber conocido el difunto, o la difunta, en todas sus partes, se   quedan luego con la boca abiertas, como se dice popularmente. ¡Sorprendidos!

Luego, mejor sería entonces, dirigirle hermosos pensamientos, y sentidas oraciones póstumas, para un regreso en paz hacia su nuevo destino inmediato; el plano astral, a nivel del sub-plano merecido que le corresponda dentro de aquel, según afirman los que saben sobre el particular; los estudiosos de la llamada vida post mortem.

¡Intrincada temática, verdad! Claro, dirigida como siempre, tal aguijón punzante, a las personas que osan investigar.

 

Autor: Rolando Fernández

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